Toponimia
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De todos es bien sabido que el nombre actual de ese lugar mártir, al igual que el de los últimos 8 ó 9 siglos, es Burgasé (ya en abril de 1.200, un documento habla de Guillermi de Burgasse y Guillermus dictus de Burgasse). Entonces, ¿qué pretendo con la modificación?, ¿es acaso una muestra de erudición epatante?, ¿es un signo de rebeldía?. Nada de ello: la forma primitiva y auténtica, la que se corresponde a su etimología, como veremos, y que por ello nos permite alcanzar el significado del nombre, la descripción que contiene, es Borgasé. Así consta en un documento de 1.062-1.063 (nº 34 de la Colección diplomática de la Catedral de Huesca, de D. Antonio Durán Gudiol) en el que se lee …et sunt testes…et don Ate et don Eneko de Borgasse. En los siglos XI y XII ya estaba realizada en buena parte, si no totalmente, la obra descomunal de los bancales en las laderas, trazadas y cercadas las maravillosas cabañeras, se levantaban las iglesias y ermitas románicas de La Solana, y varios cientos de personas, con esfuerzo heroico, obtenían su pan sembrando trigo en aquellos estrechos bancales y, sobre todo, se afanaban en el recrío del ganado ovino (en menor grado de caprino, vacuno, de cerda…); ya estaban asentadas las bases económicas y sociales que perdurarían, con escasas y lentas variaciones, hasta la segunda mitad del siglo XX, en que, de pronto, fueron aniquiladas. Quiero que mi estudio sea un homenaje a aquellas gentes, un recuerdo admirado a lo que de noble y valioso late en el corazón de los humildes, víctimas de un sistema fascista que propició la avaricia de unos (la empresa hidroeléctrica) y la ceguera y petulancia de otros (ministros, directores generales, altos cargos de la Confederación Hidrográfica).
Burgasé era la cabeza del municipio (antiguo Honor de La Solana) que agrupaba 14 poblaciones: Burgasé, Cajol, Campol, Castellar, Gere, Ginuábel, Giral, Muro de Solana, Puyuelo, San Felices de Solana, San Martín de Solana, Sasé, Semolué, Villamana y algunas pardinas. Excepción hecha de la casa de San Martín, todos los lugares son propiedad del Gobierno de Aragón. Esta larga relación me da oportunidad de salir al paso de una objeción que suele hacerse a mi obra: para mí, dicen, “todo es ibérico”. La respuesta, a fuer de simple, es casi innecesaria: yo estudio solamente los topónimos ibéricos y mantengo un absoluto silencio sobre los demás (que, por otra parte, poco tienen que estudiar). De los anteriores, por ejemplo, no haré mención de Castellar, Muro, Puyuelo, San Felices, San Martín y Villamana.
Una visión detallada de “lo que queda” en Burgasé, según Adolfo Castán en Lugares del Alto Aragón: “Lugar despoblado en 1.965, propiedad de la DGA; a 1.288 m de altitud. Tenía 141 habitantes en 1.900. Conecta por pista con la N-260. Aparece entre 1.061-1.063. Conjunto de ladera en el valle de La Solana –ruina total-. Vertebrado por la plaza, donde está la fuente, iglesia, ayuntamiento y un crucero dieciochesco hecho añicos; de ella parten calles en todas direcciones. Una vivienda del siglo XVI tenía puerta adovelada ha sido expoliada- con escudito en la clave y el texto: IZOLO BUISAN FILLO; los bajos están abovedados, enorme cocina con hogar central, galería cubierta bajo dos arcadas de medio punto, salas y alcobas empedradas con lajas de canto; balcón sobre ménsulas decoradas –expoliadas-; chimenea, simplemente seductora; bajo el alero, friso decorativo de triángulos y medias circunferencias trazado en el enfosque. Casa Villacampa se organiza en dos cuerpos, uno para el hogar, con ventana de 1.539, y otro añadido en 1.666; en 1.712 se acopló una portada lujosa con dos leones esculpidos –vendidos-. Casa de 1.861 con alero y canecillos de piedra, pintados en 1.927 con geometrismos y rostros –expoliados-. En la abadía, ventana de 1.617 –expoliada-. Parroquial de La Asunción –siglo XVIII- con bellísimas pinturas de época bajo las coordenadas Cristo-María. Esconjuradero de planta cuadrada –sobre 1.613- y ermita de Santa Marina, del siglo XVII: nave con ábside rectangular abovedado. Despoblado de Lirán. El conjunto debería ser rehabilitado por su valor estético”.
En José Luis Acín Fanlo, Paisajes con memoria, a la descripción de las ruinas se suma el sentimiento: “Burgasé es otro de los conjuntos interesantes y destacados del Alto Aragón y de La Solana en lo relativo a sus muestras arquitectónicas. Enclavado a gran altura, sobre una suave ladera, se estructura alrededor de una irregular plaza… Antigua cabeza y antiguo ayuntamiento de este Valle de la Solana, hoy venido a menos, hoy en imparable y avanzada ruina. Conjunto de características inigualables, que pronto se habrá perdido. Solo el recuerdo de sus descendientes. Recuerdo triste, desolador, mudo y rabioso”.
Para aproximarnos al objeto de la toponimia real, esto es, a la descripción de la realidad o contenido del topónimo, los colaboradores del Madoz suelen darnos notas interesantes. También es este caso: “El terreno es flojo, pedregoso y casi todo de monte, a excepción de algunos prados y huertos que riegan los arroyos inmediatos, y bien preparada la tierra son fértiles para el trigo; mas esta ventaja que le proporciona el regadío, no compensa los perjuicios que ocasionan las avenidas en años lluviosos, pues la precipitada corriente que llevan las aguas por la altura de que descienden, arrastra todo tras sí, careciendo de bosques y arbolados que contengan su violento curso, perenne solo en el invierno, en cuya estación da impulso a las ruedas de un molino harinero y llevando su dirección al río Ara se incorpora con él a distancia de una legua de la población… Produce trigo, mistura, centeno, cebada, patatas y judías, en cosechas tan escasas que son insuficientes al consumo de sus habitantes; cría ganado lanar con abundancia y algún vacuno. Industria: la del molino harinero ya citado. Comercio: la exportación de ganados”.
Por último, la selección del “elemento identificador” del topónimo la hace, una vez más, Fernando Biarge, en el capítulo “La cabañera de la Solana” de su obra Sobrarbe, letra menuda. Muestra un incontenible entusiasmo hacia el diseño, construcción, utilidad y significado económico-cultural de aquella hermosa vía pecuaria, felizmente conservada. Entre otras muchas cosas dice: “Por este inmenso y complejo paisaje de escaleras fue indispensable asegurar el acceso a las estivas del ganado y poder disponer de una infraestructura que permitiera el libre tránsito de los animales. Así surge la cabañera en su tramo de la Solana. Desde las proximidades de Giral sigue un claro espolón o grupa, en una longitud considerable y sostenida aunque en moderada pendiente, aproximadamente por encima de los cinco kilómetros, con una orientación más bien noroeste. Perfectamente delimitada por muretes de piedra seca, debía adaptarse a la anchura que permitía el relieve, por lo que, al margen de las medidas establecidas en general para las vías pecuarias, en ningún caso superaba los siete metros , con zonas estrechas de escasos tres metros”. Con referencia al tramo de cabañera que sale de El Castellar hacia el norte, sigue diciendo: “A riesgo de volver a utilizar los ya desgastados superlativos, me permito abundar en la calidad del trabajo, en el conjunto y en los detalles de la construcción. Llama enseguida la atención la perfección en la ejecución. Altura considerable, del orden de los dos metros y medio, piedras seleccionadas y preparadas con saber, trabajadas una a una y engastadas en la pared en el sitio determinado de antemano, con raro, meticuloso y logrado ajuste entre ellas, con tamaños apreciables que debieron de dificultar considerablemente el manejo. Una notable cantillera triangular remata la obra, labrada e insertada con precisión para cuadrar la línea y el conjunto. Destaca por complementar su necesaria funcionalidad, con el valor añadido del buen gusto y el mejor y más delicado trabajo…, no creo haber visto nunca tamaña perfección en una pared o tapial a doble cara. El tramo no es muy largo, escasos sesenta metros, aunque solo por verlo merece la pena la visita. Sin parangón”. Imagina, en belleza, la cabañera dinámica, con inmensos rebaños, pastores, perros, ruido, balidos, ladridos, polvo, el burro con útiles y suministros para el camino…, y utiliza expresiones como éstas: “un oído entrenado deduciría la composición del desfile…; los muretes de piedra delimitan el camino y encuadran y comprimen la multitud de ovejas…; el comportamiento de la columna…; seguir el ritmo de la carrera…
En lengua ibérica, borka significa ristra, hilera. Observamos en esta voz el ensordecimiento de la oclusiva velar sonora /g/ tras consonante continua /r/. Así pues, hay una forma oculta (de las que no suelen aparecer en los diccionarios) borga que, no obstante, se manifiestan en cualquier momento u ocasión de la toponimia. A esta voz se une xe, ganado lanar. La acomodación o sutura se efectúa mediante yuxtaposición necesaria (un borg(a)xe crearía un grupo consonántico –rgx- imposible). Borgasse (documento de 1.092-93) tiene –ss- en recuerdo de una palatalización anterior /x/. Significa, al igual que Burgasé (cerramiento de o > u) “las hileras o ristras de ganado lanar”.
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