Toponimia
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Casi dos años más tarde (vid. Bisaurín en esta serie) regreso a la hermosa localidad jacetana de Aragués del Puerto, y aún estoy en que no será la última: además de Bisaurín y Aragüés una larga serie de topónimos ibéricos atraen mi atención: Lizara, Ordelca, Bernera, Estanés, Secús, Osia, Labati…, testigos incorpóreos, junto al bien macizo del dolmen de Lizara, de la fuerte presencia de nuestros antepasados y primeros seres civilizados de Iberia o Ispania, los iberos.
De Aragüés del Puerto dice A. Castán, Lugares del Alto Aragón, lo siguiente: “Villa de 136 habitantes con ayuntamiento propio, 970 m de altitud. Acceso desde Puente la Reina de Jaca, por la carretera A-176 y desvío posterior señalizado. Se documenta en 1.068. Lugar típico de las altas cotas pirenaicas en el hermoso valle del río Osia, que recoge aguas del Bisaurín, y a cuyos pies se extiende magnífico torcal colmado de grietas y estrechas simas. En los pastizales de Lizara, frente a la cascada de La Chorrota, hombres del Neolítico levantaron un pequeño dolmen; en la actualidad acoge dos pistas de esquí de fondo – 4 km -, con refugio abierto permanentemente en Los Corralones. Refugio de Lizara -1.540 m -, comidas y alojamiento. Acceso al refugio por pista asfaltada que se puede cortar ocasionalmente. Abetal de gran interés por su excelente conservación en Labati. Su espacio montañoso del norte forma parte del Parque Natural de los Valles Occidentales. Notable arquitectura pirenaica en casco urbano denso, con túneles callejeros, bellísimas rinconadas y equilibradas bordas amojonando las eras; por envergadura es notable casa Liró: puerta dovelada decorada con arquito conopial, balcones sobre ménsulas de piedra, gran hogar central y preciosa galería interior. Templo barroco dedicado a la Virgen del Rosario, concluido en 1.704. Ermita de S. Pedro – popular – que alberga actualmente una colección etnológica, y ermita de Santiago – ruinas – en la cúspide de un monte. Galería de arte Labati. Despoblados medievales en Suesa y Pardina de Larraz. Grupo popular de danzantes, recuperado en los años 1.990 y activo en 2.007 – palotiau -. Fuente del Huevo, de aguas sulfurosas. Puente de la Foz – ruina – sobre el río Osia: arranques de una arcada de 13,20 m de luz. El molino harinero es ahora vivienda y las muelas mesa en su jardín”.
En una calurosa mañana del mes de agosto, en pleno período vacacional, Aragüés no ha perdido su ritmo vital sosegado; en cambio, sí se aprecia una mayor presencia de foráneos en la dificultad de aparcar el coche en los escasos espacios disponibles. Cuando lo consigo, voy, como siempre, a la búsqueda del informador ideal. Tengo suerte y los encuentro a escasos metros de distancia: dos hombres, con todo el aspecto de jubilados, departen tranquilamente en un huertecito adosado a la parte posterior de una vivienda. Mientras uno de ellos arranca algunas matas, el otro está cómodamente sentado en la pared de huerto. Este último, me entero enseguida, ha sido pastor durante muchos años, por Lizara, Ordelca, La Paul de Bernera, el Valle de los Sarrios… Después de presentarme, la conversación fluye con toda facilidad y recae sobre multitud de aspectos, de esos que parecen nimios y que, por ello, no figuran en los libros de itinerarios y descripciones, pero que son, sin embargo, fundamentales para la toponimia. Pronto intercalo en la conversación la pregunta decisiva para mi tarea:
- Estas tierras próximas al pueblo, huertos principalmente, ¿son ligeras, sueltas, de buen trabajar o, por el contrario, fuertes, brutas, con muchos torrocos?.
- De muy buen trabajar, muy ligeras y sueltas; además aguantan bien la humedad y, en algunos sitios sembramos y recogemos patatas sin necesidad de regar. Claro que esto de los huertos cada vez se trabajan menos…
El topónimo Aragüés reproduce exactamente la construcción y el significado que ya vimos para Araguás (municipio de El Pueyo de Araguás, nº 173): consta del sustantivo ara, tierra, tierra de labor, más el adjetivo gose, dulce, que aplicado a la tierra debe traducirse por suave, ligera, suelta. La unión se efectúa por yuxtaposición necesaria, y la diptongación o > ue se detiene en este punto y no progresa hasta ua. La caída de la vocal átona final, gose > guese > gues nos deja en la forma actual.
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