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Areñ (162)

Altoaragonesa

“Villa de 218 habitantes, a 709 m de altitud. Tenía 878 en 1.900. Se comunica a través de carretera N-230. Configuración urbana de gran sabor histórico, un casco prieto y con numerosos edificios plasmando el paso de los siglos; ello le valió la declaración de Conjunto Histórico Artístico en 1.982. A destacar: las calles de los Arcos y San Martín y la plaza Mayor, con la casa del Gobernador del Castillo que alberga el Centro de Interpretación de la Ribagorza – 1.995 -. Otros inmuebles de alto valor ambiental son los de Pere Chuan, El Santo, El Chico y Pedro Lorenzo. La iglesia actual data de las primeras décadas del siglo XVIII, con fachada de estilo barroco. Detrás del núcleo urbano se yergue una larga barra rocosa, con sucesivos resaltes; a uno de estos se subió un castillo basado en torre – casi arrasada – y recinto con aljibe, esquema común en fortificaciones cristianas del siglo XI, aunque en el año 823 aparece documentado “castro Arinio”. Hay un segundo castillo a unos 100 m al este del primero, en declive menos accidentado y con mayor superficie, conservando un centenar de metros de muralla; en el ángulo noroeste queda una portada resuelta con arquivoltas que perteneció a la iglesia del castro; estuvo decorado con pantocrátor y figuras de los apóstoles – siglo XII -; junto al templo hubo necrópolis localizada en las excavaciones de 2.006, utilizada desde el medievo al siglo XVIII – tumbas antropomorfas y trapezoidales -. En los alrededores surgieron las ermitas de S. Román –popular- , San Martín y Santa Bárbara- restos-. El Museo de los Dinosaurios está ubicado en el lugar que ocupó el antiguo ayuntamiento, del que se respetó la fachada blasonada; a través de dioramas, piezas fósiles procedentes de las excavaciones, reconstrucciones y audiovisuales, se viaja hasta un pasado de hace más de 65 millones de años. La visita al museo se puede completar con un paseo por los yacimientos de huesos y de huellas fósiles –icnitas- , ambos acondicionados para ser visitados. Su enorme molino harinero y aceitero –arruinado- superponía dos plantas; a excepción del de Puente de Montañana, ningún otro de la provincia acogía cinco cárcavos, uno para el rodete que movía el ruello aceitunero; muelas y maquinaria yacían bajo escombros en 1.990. En la otra orilla del Noguera se agarra a unas rocas la localidad leridana de Orrit, comunicada con tierras de Arén a través de una palanca conocida como Puente Viejo – Pont Veill-; persisten en ambas orillas arranques de los estribos. Unos 300 m más abajo se alza el extraordinario puente de Orrit/Arén – siglo XVI – con un arco de 19,60 m de luz…”(Adolfo Castán Sarasa, Lugares del Alto Aragón. Las comarcas pueblo a pueblo).

La despoblación de la Ribagorza, tan intensa en la segunda mitad del siglo XX, tiene un exponente cabal en el término de Areñ. Éste tiene una extensión de 119,3 kms2 para tan solo 353 habitantes con una densidad relativa de 2,9 h/km2. El pueblo de Areñ, como el de Aínsa en Sobrarbe o el mismo Graus en Ribagorza, hubo de actuar como receptor de los restos de antiguos municipios colindantes, incapaces ya de sustentar una mínima estructura organizativa, y vio como se agrandaba su término considerablemente y, mucho menos, su censo poblacional. Una larguísima relación de nombres, casi tantos como hombres, abonan lo expuesto: Berganuy, Betesa, Casa Consistorial, Claravalls, Cornudella de Baliera, Iscles, Los Molinos, Obís, Puigfell, Puimolar, Rivera de Vall, las ruinas de San Martín de Sas, Santa Eulalia, Sas, Sobrecastell, Soliba, Soperún, Suerri, Treserra…: dólmenes y algún menhir, románico en ruinas o rehabilitado, castillos, vestigios de algún antiguo monasterio, casas solariegas, soledad, belleza … y gran riqueza de topónimos ibéricos, adulterados en ocasiones, sobre algunos de los cuales habremos de volver.

En el Cartulario de Alaón, de José Luis Corral, hay un documento fechado así: Facta carta venditiones pridie (el día anterior) kalendas (primer día del mes) Iunius anno Xº regnante Ludovico rege (año 823; en el mismo Basila, vendedor, transmite al abad Teodoredo y a los monjes que con él están una viña in castro Arinio; está firmado por el conde Berengario o Beringario. Con ser muy antigua, no creo que sea esta la primera cita del pueblo de Areñ. En efecto, un texto de Polibio recogido por Caro Baroja, Sobre el mundo ibérico pirenaico, Txertoa, 1.988, pág. 21 y ss., asegura que en el año 219 a. de C., terminado el invierno, Aníbal atravesó el río Ebro, sojuzgó al pueblo ilergete, después a los bargusios y, en fin, a los airenosios y andosinos, tocando ya estos dos últimos el Pirineo. Pese a diversas interpretaciones e intentos de fijar sus demarcaciones, parece evidente que los ilergetes tenían su centro o capital en Ilérgeta-Ilerda y su ámbito en torno al Sícoris (Segre), muy a oriente de los oscenses de Bolskan-Osca. A aquellos les corresponderían las cecas 10-13 de la serie del jinete, según clasificación de D. Antonio Vives, y a los oscenses la serie 27. Los otros pueblos citados se corresponden según los estudiosos, del modo siguiente: los bargusios en tierras de Berga, los andosinos por Andorra y los airenosios por el valle de Arán. Pero Caro Baroja es muy concluyente al rechazar la identificación airenosios = araneses: “Que Arán pueda ser simplemente valle en vasco y que decir valle de Arán sería una tautología se acepta desde antiguo. Pero “los habitantes del valle” no creo que simplemente fueran conocidos como tales por antonomasia, en época tan remota y allá donde había muchos otros valles”. Abundo en la opinión de Caro Baroja por ésta y por otra razón más: el valle de Arán y Andorra no están “tocando ya el Pirineo sino que, como es bien notorio, son lugares paradigmáticos del propio núcleo o corazón pirenaico; el texto indica claramente un lugar próximo ya al Pirineo pero sin estar incluido en él. Pues bien, si descartamos a los actuales araneses, ¿Quiénes eran aquellos airenosios?. Tanto por la proximidad a los ilergetes, como por tener inmediata la penetración hacia el norte por la vía del Noguera Ribagorzana, como por cumplir la condición de “tocando al Pirineo”, creo que estos airenosios eran los antepasados de los areneses de hoy. Y muy especialmente por el argumento lingüístico: si Areñ tiene un étimo ibérico are-in, como veremos más adelante, su gentilicio literal areinosios pasaría con toda facilidad a airenosios.

Junto a Arinio, la abundante documentación histórica nos presenta variantes tales como Arimnio, Arinius, Arenio, Areni, Arenius, Areñ y Arén. Las tres primeras, incluyendo Arinio, muestran una raíz ari- que se modifica a are- en los restantes. Tiene que haber un elemento morfológico alternante o un fenómeno fonético que lo explique. Pero antes debemos acudir al lugar y encontrar la explicación sobre el terreno, captando la descripción del elemento diferenciador del topónimo.

Procedentes de Benabarri y pasado el km. 100 de la N-230, tomamos a la izquierda un desvío que, en corto recorrido y ascensión suave, nos sitúa en la hermosa villa de Areñ. A la derecha, varias calles orientadas al sur se extienden al pie de una formación rocosa que protege a la población por el norte; es la “larga barra rocosa” de que hablaba Adolfo Castán. Parte en dirección NO y se yergue entre las depresiones del barranco de Sobrecastell y Lafont, culminando a 916 m cerca de la ermita de San Pere. Es una formación de roca arenisca, muy típica y conocida en Geología como “arenisca de Arén”: por su naturaleza muy erosionable, forma al pie y en los rellanos acumulaciones de arena. Sí, en Areñ “se hace arena”, y un vecino me comenta que “cuando éramos críos íbamos a recoger arena para casa”. El valor de la arena como abrasivo doméstico, conocido desde antiguo, ha llegado en Areñ hasta nuestros días.

En lengua ibérica are significa arena. Esta voz está totalmente acreditada tanto en los diccionarios como en toponimia y, sobre todo, en epigrafía ibérica. Tras este primer elemento de la composición puede aparecer el verbo in, hacerse. Un are-in, con palatalización de in > ñ, nos lleva a la forma tradicional (también documentada) y actual Areñ. Si en esta sutura se cumple la norma general de elipsis al final del primer término, tenemos que ar(e)-in > arin, raíz presente en las tres variantes antedichas Arinio, Arimnio y Arinius. Puede, por otra parte, aglutinarse a are el pronombre relativo n, el que (tiene); de este aren derivan las variantes también mencionadas Arenio, Areni, Arenius y Arén.

En conclusión, Areñ, “se hace arena” y Arén, “el que tiene arena” son prácticamente sinónimos pero con una leve variante morfológica y semántica. En cambio, la que no tiene ninguna justificación etimológica es Areny.


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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