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Real (123)

Altoaragonesa

El apelativo de Real para un río – por otra parte bien corto y menguado de caudales hasta el punto de que, para algunos no pasa de ser barranco – no deja de ser sugerente, y puede originar, a falta de noticias concretas, hipótesis más o menos descabelladas: quizá algún rey, amo y señor, vago y tarado, inútil y catolicísimo, de los que tantos hemos disfrutado los españoles, montó por estos pagos algún coto de caza o pesca u otro tipo de divertimento; quien sabe si tal personaje (rey por la G. de D.) concedió “graciosamente” (a cambio de un pastón) la explotación de las minas de plata en el entorno de su cuenca, para que el mineral fuese transportado a Francia; o es posible, en fin, que en tan angosto, menguado y pedregoso cauce se congregaran todos los realistas defensores en conciencia de la monarquía hereditaria y realmente convencidos de su legitimidad.

Pero, será bueno dejar de zurziquear (frecuentativo de zurzir, “unir y juntar una cosa con otra”), de (como dicen en mi pueblo) andar zurziqueando, sinónimo de “incidir malévolamente, incitar, comprometer, provocar”. Sigamos el consejo de nuestros genuinos y sabios antepasados, los iberos: “Hazme caso: abstente del calentamiento, muestra alegría, duerme castamente, sin tocamientos…Para próximas ocasiones, que duerma mejor el varón sin que el miembro viril alegre el ojo tantas veces, despertando ese fervor que consume”. Además, mis lectores y yo conocemos perfectamente a qué se refiere el supuesto epíteto “real”. En mi obra Baliaride. Toponimia, lengua y cultura ibéricas en Les Illes estudio, página 125, el topónimo Son Real, y digo así: “Situación: Santamargalida 12-C-5. Étimo: lear. Interpretación: Guijarral. En la costa de Santamargalida, entre el torrent de Son Bauló y la punta des Patró, se halla una zona de gran valor prehistórico en la que cabe señalar el talaiot de Son Bauló, el Figueral de Son Real, la necrópolis de este nombre y los monumentos prehistóricos de la Illa d´en Porros. La necrópolis de Son Real permitió el hallazgo de 258 individuos, que bien pudieron ser 400 antes de que la acción erosiva del mar la dañara seriamente. Data de los siglos VII a IV a. de C. y es fuente de valiosos conocimientos: cráneos trepanados, esperanza de vida en torno a los 34 años, proporción hombres/mujeres, etc. Se asienta sobre una colina que se adentra en el mar, y presenta en superficie una gruesa capa de cascajos o guijos, muchos de los cuales, con las sepulturas que formaban, han sido englutidos por el mar”.

Pero ¿habrá cascajos o guijos en el río de Chisagüés?. En principio, tratándose de un río torrencial y con fuerte inclinación, lo sorprendente sería que no los hubiese, pero vamos a comprobarlo. Saliendo de Chisagüés, por la mala pista que sube junto al río, izquierda hidrográfica, la tremenda garganta del Real, las bordas junto al cauce y la pista, hasta llegar a la fuente de Petramula y la montaña de este nombre o de Sobrestiva (2.321 m). Una serie de barrancos que descienden de la Sierra de Liena, de la montaña de Ruego, del Clot de los Puertos y de Petramula conforman el minúsculo río. El terreno es ciertamente pedregoso e incluso, en la Sierra de Espierba (derecha hidrográfica) hay un tozal de 1.871 m. llamado de Cazcarro, nombre antiguo y local del “cascajo”.

Real es un topónimo con R inicial metatética, que procede de lear, cascajo. Más aún, lear es la forma resultante de la caída de la consonante oclusiva sonora /g/ en posición intervocálica, tal como la encontramos en la voz legar, piedra, grava, cascajo, guijo. En conclusión, real < lear < legar, significa cascajos o guijos, o si se prefiere “cascajar, guijarral o gravera”.


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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