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Argantonio

Antroponimia

“De Turdetania se exporta trigo y vino en cantidad, y aceite no solo en cantidad sino también de la mejor calidad”    (Estrabón,  Geografía, Libro III, 2, 6). “Desde un punto de vista comercial, España es un país colonial que exporta materias primas e importa productos manufacturados. En opinión de Presedo, este comercio debió estar en manos de mercaderes orientales, que realizaban su actividad en los grandes centros comerciales de Oriente (metrópolis) y que tenían agentes en las costas que comerciaban con los indígenas. El interlocutor de estos agentes con los iberos del Sur y del Sudeste debió ser el grupo que controlaba los excedentes, especialmente de las minas, cuyo antecedente debemos verlo en el legendario Argantonio. También controlarían el excedente de la producción agrícola de la rica y fértil Turdetania…” (Juan Santos Yanguas, Los pueblos de la España antigua,  pág. 69). “Y al llegar a Tartesos, se hicieron muy amigos del rey de los tartesios, cuyo nombre era Argantonio, que gobernó Tartesos durante 80 años y que vivió en total 120. Pues bien, los foceos se hicieron tan grandes amigos de este hombre que primero les animó a abandonar Jonia y a establecerse en la zona de sus dominios que prefiriesen y posteriormente, al no lograr peruadir a los foceos sobre el particular, cuando se enteró por ellos de cómo progresaban los medos, les dio dinero para circundar su ciudad con un muro. Y se lo dio a discreción, pues el perímetro de la ciudad mide efectivamente no pocos estadios y todo ello es de bloques de piedra grande y bien ensamblada. De este modo, pues, es como pudo construirse la muralla de Focea” (Herodoto, Historia, I, 163).

Ya tenemos pergeñados los datos esenciales para entrar en el análisis del antropónimo Argantonio. Se trata de una composición compleja y hermosa a la vez en la que luce esplendorosamente el régimen de la lengua ibérica (fuerza de compresión interna), una amplia gama de fenómenos fonéticos y, de nuevo, el carácter también descriptivo, como en los topónimos, de los antropónimos ibéricos. Sobre este último punto, tan novedoso e importante, volveremos en extenso al analizar los antropónimos Gárgoris y Abis. El primer elemento de la composición es una voz muy común, gari, trigo, con la que ya nos hemos topado en repetidas ocasiones: Rigatell < gari-tell, Selgua < selega-gar(i), etc. El segundo elemento es gan, ”infijo que se interpone entre los relativos de movimiento y los nombres de los seres animados… A veces se emplean los nombres de seres locales y puramente materiales como si fueran animados, por prosopopeya, en cuyo caso se les aplica también este infijo: Azao joak edo lastatu dana, alderatu bear da eskuareaz gariaganik, (las haces trilladas o lo que ya no es más que paja debe ser separado con el rastrillo del trigo). Aquí el trigo es usado como ser animado” (DRALV). Más propia y procedente es la hermosa prosopopeya que aparece en Argantonio: gari gan, trigo animado o activo, trigo-mercancía o dispuesto para ser vendido. Fundamental para la comprensión es el tercer elemento de la composición: el pronombre relativo n, el que (tiene), que puesto en relación con el elemento final de la composición, ior, nadie, toma valor de relativo de cantidad, “el que tiene más”. Los tres elementos citados, gari-gan-n, encierran una declaración completa (el que tiene más trigo para la venta), pero el antropónimo continúa adelante con una nueva declaración: el cuarto elemento es anton, acetre, vaso con asa, y está recogido en el DRALV en las voces antoxin, antosin, antoisin (vasija pequeña) y antixun; pero la forma primitiva, anton, brilla en antonadar ( de anton, acetre, y adar, embudo) que significa literalmente “acetre de embudo”. Quinto elemento: otra vez el pronombre relativo n, el que tiene, nuevamente elevado a relativo de cantidad por el término final ior. Éste es con toda evidencia el segundo término dela comparación, “nadie” o “ninguno”.

Hecho el análisis morfológico es ahora, con más necesidad que nunca, cuando debemos pasar al fonético. La secuencia completa que hemos detallado es gari-gan-n-anton-n-ior. El primer enlace o sutura muestra elipsis al final del primer término: gar(i)-gan > gargan. Sin salir de aquí, observamos la repetición de la oclusiva velar sonora al principio de cada sílaba, con lo que actúa la haplología que recae en el principio de la composición pues, como tantas veces hemos repetido, “la inicial es siempre la posición más inestable”: gargan, por haplología, da (g)argan. La segunda acomodación o sutura, argan-n, se resuelve por confusión: arga(n)n. Sigue el festival fonético: el cuarto elemento, anton, tiene una sílaba inicial, an, idéntica a la final de la construcción anterior, lo que lleva a una nueva haplología, esta ves silábica: argan + anton = arg(an)anton. El quinto elemento, el pronombre relativo de cantidad n, sigue el mismo destino que el tercer elemento: se confunde con la n anterior: arganton + n = arganto(n)n. Llegamos al final: el sexto elemento, ior, nadie, se acomoda por yuxtaposición necesaria, pues la elipsis al final del primer término, arganto(n)ior, dejaría incompleta e ininteligible la expresión. Pero aún debemos señalar el enmudecimiento de la r final, tan habitual en lengua ibérica: argantonio(r).

Tras esta hermosa manifestación lingüística, la fidelidad en la descripción de la persona: “el que tiene más trigo para la venta y acetres de aceite que ninguno”.   


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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