Epigrafía
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La pasión por la caza que anima aún hoy en día a tantos españoles no es sino un rasgo más heredado de nuestros antepasados iberos. Ciertamente que sus motivaciones eran, sustancialmente, muy distintas: cazaban, por ejemplo, caballos salvajes, abundantes en los bosques de Iberia, persiguiéndolos y acosándolos hasta lograr conducirlos a unas trampas abiertas en el suelo, para luego sacarlos bien trabados y proceder a su doma; o animales peligrosos no sólo para los ganados sino también para su propia vida, tales que osos, leones, lobos… Pero era la búsqueda de carne fresca para su alimentación la motivación principal: ciervos, gamos, jabalíes, cabras montesas, myotragus (en las Baleares), de los cuales aprovechaban prácticamente todas sus partes. La caza menor se practicaba con asiduidad y de muy diversas maneras (incluso eran grandes maestros en cetrería, tal como exponemos en nuestra obra Baliaride, topónimo Bernisa), gracias a la enorme abundancia de liebres, conejos, palomas, pavos, perdices, codornices, aves de pasa, etc. Precisamente a la caza de la liebre hace referencia el hermoso refrán o sentencia que vamos a analizar a continuación.
Está grabada en una tésera (nunca de “hospitalidad”) hallada en el Castro de las Cogotas, en Cardeñosa, provincia de Avila, y está redactada, como siempre, en la más genuína y hermosa lengua ibérica. Se dice que esta pieza infundió sospecha de falsedad a Gómez Moreno, y que fue reputada como falsa por Tovar, Untermann y algún otro. Sin entrar en la legitimidad de la pieza, pues bien podría ser copia de otra anterior a 1.910, fecha de su descubrimiento, lo cierto y verdad es que no hay ninguna duda sobre la legitimidad del texto, como se advierte al traducirlo. Porque, ¿quién podría inventar esta hermosa sentencia en lengua ibérica a principios del siglo XX?. Desde luego que no pudieron ser ni Tovar, ni Untermann, ni… Reproducimos las fotografías del anverso y reverso, tomadas de la página 336 de la Epigrafía prerromana:
A). Transcripción.
E-R-BI(PI)-E-R-N-I-BI(PI)-A-GA(KA)
GO(KO)-R-A-Z-A-DI(TI)
B). Secuencias.
ERBIERNIPIAKA
KORAZATI
C). Lectura.
Erbi erni piaka
koraza-ti.
D). Análisis morfológico.
Erbi: n.: liebre.
erni: adj.: variante de erne: vigilante, atenta, despierta.
piaka: v. piaka (ver piakaitz en el DRALV): desconfiar.
koraza: n.: ronquido.
-ti: sufijo variante de –di, que al igual que éste expresa la idea de abundancia o conjunto.
E). Análisis fonético.
1. Observemos que en la primera secuencia todas las uniones o suturas (tres formas, luego dos uniones), se resuelven sin elipsis al final de los dos primeros términos, en aras de la inteligibilidad del texto.
2. En los sufijos –di y –ti encontramos, una vez más la pervivencia de la no distinción entre oclusiva sonora/ sorda, propia de la lengua ibérica.
F). Traducción literal.
“La liebre despierta (sagaz) desconfía de los ronquidos”.
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