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Si Vd. se topa con el nombre de Gerión y quiere saber quien fue tal personaje, es probable que se encuentre en una enciclopedia, página web u obra especializada en Iberia con una descripción como la siguiente: “Ser sobrenatural de leyenda que tenía tres cabezas y habitaba en los confines occidentales del mundo, junto a las fuentes de raíces de plata de Tartesos. Parece que era la personificación del río Tertis (Guadalquivir), nombre del que se derivaría la palabra Tartesos como versión griega de Tertis” (José R. Pellón, Íberos, Espasa). Si resiste semejante vendaval de fantasía y quiere saber más, enhorabuena y sígame durante unos minutos. Porque, ¿existió realmente un personaje llamado Gerión?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿quién era en verdad?. Yo cuento, para guiarle, con un instrumento valiosísimo hasta el momento inusitado, el análisis lingüístico, que puede aportarnos algún conocimiento nuevo que, por mínimo que sea -y no lo es- resultará de inmenso valor en un campo que se ha mantenido en la oscuridad durante milenios.
El geógrafo Estrabón es un personaje histórico indubitado: su vida y obra nos es bastante bien conocida. Nació en Capadocia, sobre el año 63 a. de C., y murió, muy aproximadamente, en el 21 d. de C. Asistió, por consiguiente, al cambio de era. Cuando, hablando de los turdetanos, habitantes del valle del Guadalquivir -marco coincidente en buena parte con el de los tartesos y continuadores de su espléndida civilización- nos dice que “tienen fama de ser los más cultos de los iberos, poseen una gramática y tienen escritos de mucha antigüedad, así como poemas y leyes en verso, que ellos dicen que tienen 6.000 años” (Geografía, III, 1, 6), Estrabón está abriendo un paréntesis que se inicia 6.000 años antes de Cristo y que apunta al comienzo de la civilización en Iberia (movimiento neolítico y llegada en masa de pobladores norteafricanos). En este larguísimo y nebuloso período de tiempo, brilla la luz de otro personaje histórico, el fabulosamente rico Argantonio que, al parecer, vivió entre 670 y el 550 antes de Cristo (véase Argantonio en esta misma sección). A partir de aquí, las noticias sobre los reyes de Tartesos (Gerión, Gárgoris, Abis, Norax…) y sus obras se tornan inseguras, fantásticas, inciertas. Y en este ámbito se inscribe perfectamente Gerión, del que, siguiendo a Schulten (Tartessos, páginas 50 y ss.) recogemos las narraciones siguientes.
Según Macrobio “…porque Theron, rey de la España Citerior, como fuese lleno de ira a expugnar el templo de Hércules (en Gadir) con un ejército de naves, los gaditanos vinieron de la parte contraria en largas naves, y trabado el combate, permaneció algún tiempo indeciso, hasta que de pronto las naves del rey emprendieron la fuga y al mismo tiempo empezaron a arder, presa de un fuego que súbitamente se apoderó de ellas. Los poquísimos que quedaron con vida, prisioneros de los enemigos, refirieron que habían visto unos leones en las proas de las naves gaditanas y que de pronto sus barcos ardieron, heridos por unos rayos como los que pintan en la cabeza del sol”. Sobre el mismo episodio, Justino dice: “…pues como los gaditanos trajesen de Tiro a España el culto de Hércules, por mandato del oráculo, y fundasen aquí una ciudad, los pueblos vecinos de España sintieron envidia de la prosperidad creciente de la nueva ciudad y por ello hostigaron a los gaditanos con guerra; entonces los cartagineses enviaron auxilios a sus consanguíneos”.
Schulten afirma que “es posible demostrar que ese rex Hispaniae citerioris Theron era en realidad un rey de Tartesos. En efecto, el rey Theron no es una figura desconocida, se identifica perfectamente con el rey de Tartessos Gerón, que dio nombre al “castillo de Gerón” (arx Gerontis) citado en el periplo (Avieno, 263, 304) y situado en el banco que está frente a la desembocadura del Guadalquivir. Este rey aparece en otro texto posterior. El nombre de Gerón, desconocido para los griegos, pudo ser fácilmente confundido con el nombre famoso de Theron, tirano de Akragas. Pero además, también la tradición griega nos da noticias del rey Gerón. ¿Quién no advierte que Gerón es idéntico al Geryon o Geryoneus de la mitología griega?. Avieno ha percibido bien esta identidad (Ora maritima, 263): “Más allá está el castillo de Gerón, que, según la tradición, dio su nombre a Geryon”. Geryon aparece también como rey de Tartessos en un capítulo muy valioso que Justino… dedica a los antiguos reyes de Tartesos: “En otra parte de España, que está formada por islas, se halló el reino de Geryon. Hay en esta parte tal abundancia de hermosos pastos , que el ganado reventaría si no se le reglamentase la comida”. Las islas a que se refiere son, sin duda, las que forma el curso del río Betis; en ellas pacían (Estrabón, 143) y aún pacen hoy hermosos toros. Una tradición semejante nos ha sido conservada por Servio, en su excolio a la Eneida de Virgilio: ”Geryon fue un rey de España que se representa con tres cuerpos, porque mandó sobre tres islas, las cuales se hallan junto a España: Mallorca, Menorca e Ibiza. Se dice también que tuvo un perro de dos cabezas, porque fue poderoso en extremo por tierra y por mar… Otros dicen que este Geryon fue rey de los tartesios y tuvo hermosos ganados, y Hércules, habiéndole dado muerte, se llevó los toros…”. Las tres islas de que habla este texto -corrige Schulten- eran naturalmente las que forma el Betis (isla Mayor, isla Menor y la isla pequeña que hay entre la Mayor y la Menor”.
Si de todo lo anterior separamos aquello que es notoriamente fantasioso (las tres cabezas de Gerión o Gerón “que se representa con tres cuerpos porque mandó sobre tres islas”, o “que tuvo un perro de dos cabezas porque fue poderoso en extremo por tierra y por mar”, e incluso, nos olvidamos de la intervención de Hércules, el semidiós protector de Gades, pues griegos y romanos son los narradores), nos quedan unos hechos bastante coherentes y verosímiles: Gerión o Gerón, poderoso rey de los tartesios y enemigo de los gaditanos; las islas en el Betis riquísimas en pastos; la abundancia de hermosos ganados (toros y bueyes, además de otras especies, como se demuestra en el análisis del topónimo Sebilla), una dinastía en la que aparecerán Gárgoris, Abis, Norax… Es el momento adecuado para la aportación lingüística, de la que va a resultar:
1º. Gerión o Gerón es un antropónimo de la lengua ibérica, regular y perfecto.
2º. En esta lengua se explican perfectamente las dos variantes del nombre.
3º. El significado del antropónimo, una vez más y como siempre, describe la cualidad o condición sobresaliente del personaje: en este caso, la posesión de ganados de excelente calidad.
Gerón es una composición ternaria cuyo primer elemento es geri, (pronúnciese gueri), que significó primitivamente “ganado” y que, andando el tiempo y por el predominio del ovino en toda la península, pasó a identificarse con “ganado lanar”. El segundo elemento es on, bueno, bonísimo, excelente. Si, como es normal en lengua ibérica, la acomodación o sutura se efectúa mediante elipsis al final del primer término, obtenemos ger(i)on > geron. Si por deseo de máxima claridad se prescinde de la elipsis (yuxtaposición necesaria) el enlace será geri + on > gerion. Hasta aquí, “ganado de excelente calidad”. Pero se trata del nombre de una persona y, además, hemos dicho que se trata de una composición “ternaria”. ¿Dónde está el tercer elemento?. Hélo aquí: el pronombre relativo n, al final de la composición, que vale por “el que (tiene)”. Geri +on +n > ger(i)onn y gero(n)n, por confusión. Ahora ya tenemos la descripción completa: Gerón significa “el que tiene ganado de excelente calidad”.
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