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Bescós (133)

Altoaragonesa

Cuando me acerco a un pueblo abandonado tengo la certeza de que estoy ante el fracaso de un proyecto de vida. A partir de aquí, los motivos, las circunstancias, el momento, el nuevo proyecto – que ya no será común- son propios y distintos para cada lugar. En cambio, las sensaciones que experimenta el solitario visitante son las mismas en todos ellos. Hay, en primer lugar, una muy vívida, la de ser vigilado atentamente por muchos pares de ojos

- “ Es, con toda seguridad, pura imaginación porque – reflexiono – desde que los últimos depredadores se convencieron de que nada de mínimo valor se había salvado, por aquí no se acerca nadie de carne y hueso”.

- “Cierto – dialogo conmigo mismo -, pero quedan los malos espíritus (a los buenos no hay que temerles), las brujas”.

- “Tampoco. Las brujas, en especial las tres mayores, La Envidia, La Calumnia y La Cobardía, necesitan víctimas, clientes. Y se van en pos de ellos a los pueblos habitados, ocupando las “falsas” de las casas cerradas, con lo que, a un tiempo, tienen residencia tranquila y campo de acción inmediato”.

Hay, después, por doquier, en el ámbito frío, ruinoso y desolado, mil recuerdos cálidos, humanizados, de un pasado a veces muy largo, de hasta 5 ó 6.000 años. Es fácil dejarse llevar por la melancolía, dar rienda suelta a la vena poética, mostrar el enojo y la más acerba de las críticas hacia los condicionantes socio-económicos y, por supuesto, contra el Gobierno, sea cual sea. (En realidad, desde el triunfo de los hispanorromanos-visigótico-católicos todos los gobiernos han sido durante 1.500 años y hasta hace bien poco, iguales). Aquellas efusiones, en las que yo mismo he participado en ocasiones, no merecen crítica severa, pero sí una profunda matización: Es inenarrable y difícilmente imaginable las carencias de todo tipo, las necesidades insatisfechas, la miseria, la inseguridad incluso para mañana, la fatiga, el envejecimiento precoz, la falta de asistencia médica y las consecuencias domésticas de una enfermedad, de enseñanza, de futuro, el régimen de vida realmente dramático que se soportó en muchos de esos pequeños núcleos abandonados. Y admitir, en consecuencia, que muchos seres humanos albergaran la esperanza de alcanzar , si no la felicidad, sí al menos una cierta mejora en sus vidas; que en el abandono o partida había también una componente de liberación y de esperanza. Vuelven a mi mente dos veros de juventud:

“pa viví milló cuasi toz han marchau,

¡que asinas aiga siu, perque si no…!

Y de primitivismo, rusticidad y miseria va el topónimo Bescós, tanto el Bescós de Serrablo (Madoz) o Bescós de Guarga (Acín), como el Bescós de Garcipollera.

BESCÓS DE SERRABLO .- Pequeñísmo lugar de la cuenca del río Guarga, situado a 1.055 m de altitud. Tuvo ayuntamiento en 1.834, uniéndose en 1.845 a Secorún, juntamente con otros muchos lugares. Al despoblarse Secorún (1.950-60), la capitalidad pasó a Laguarta, pero, para entonces, Bescós ya llevaba mucho tiempo deshabitado (1.873-1.900). De él nos dice Madoz: “Situado en terreno escabroso y árido, pero con buena ventilación y clima saludable; tiene seis casas y una iglesia parroquial…; sus vecinos se sirven para beber y demás usos domésticos de aguas de fuentes que brotan en el término…El terreno es montañoso y lleno de peñascos; se cultivan 8 cahizadas y quedarán incultas otras 11, de las que con mucho trabajo podrían reducirse 2 a cultivo; no hay más bosques que un pedazo vedado, en el cual crecen algunos pinos, lo demás está cubierto de malezas para leña y yerbas de pasto; no corre por él río ni arroyo alguno; con las aguas sobrantes de las fuentes se fertilizan artificialmente 2 fanegas de tierra que siembran de legumbres. Los caminos son locales, ásperos y malos. El correo lo recibe de Boltaña, a donde van a recojer las cartas si alguna correspondencia tienen los habitantes. Produce cebada, avena y mijo, algunas legumbres y hortalizas. Población, 5 vecinos, 20 almas”.

José Luis Acín, Paisajes con memoria, págs. 74-75, lo encontró así: “ Cercano al cruce que conduce a las anteriores poblaciones se levanta el Molino de Escartín, reducido enclave completamente despoblado…Frente a este molino arrancan sendos caminos. El primero, a la izquierda, asciende hasta los muros de Bescós de Guarga, en donde ya prácticamente no queda nada”. Un breve inciso: cuando ya no queda nada más que ruinas y desolación, ni siquiera el recuerdo de sus habitantes, aún subsiste algo muy valioso, al menos para mí; es el topónimo, esplendida manifestación de una cultura milenaria, cuyo estudio nos lleva a rememorar a unas gentes y una lengua propia, hermosa y ancestral, que se extiende por toda Iberia, hasta el más apartado rincón. Seguimos: “salvo un amasijo, a veces informe, de sus antiguas construcciones, desvencijados muros de lo que fueron sus casas, entre las que se descubre algún que otro horno, posibles restos de un “arnal”, o los últimos vestigios de un edificio defensivo reaprovechado como vivienda. Escasos restos enclavados sobre un alto montículo en el que se domina perfectamente el valle; pocos testimonios de un pueblo del que apenas queda su iglesia parroquial…La ruina es total. La esclerosis múltiple atrapó y ha hecho desaparecer esta población. Asi acabarán, pienso, todos los pueblos abandonados del Alto Aragón”.

BESCÓS DE GARCIPOLLERA .- Lugar en el Valle de Garcipollera, junto al río Ijuez, hoy privado de sus antiguos habitantes, y en el que existe una granja de experimentación animal. Cuando en 1.955 los funcionarios de la Administración del Estado (Patrimonio Forestal) apoyados en un Real Decreto de 1.927 por el que se declaraba todo el valle de utilidad pública, ordenaban la reforestación general y la constitución de una Reserva, solamente los habitantes de Bergosa y Villanovilla conservaron la propiedad de sus casas. A Villanovilla llega la carretera asfaltada que discurre por la izquierda (derecha hidrográfica) del Ijuez y sus habitantes han podido reconstruir o conservar sus casas; no así los de Bergosa, carente de comunicación rodada. El resto de los pueblos del Valle (Yosa, Bescós, Acín y Larrosa) han tenido el peor de los destinos.

“En enero de 1.188 Alfonso II de Aragón dio al Monasterio de Santa Cruz de la Serós el castillo de Atarés, con sus posesiones, entre las que se encuentra Beschos” (Ubieto Arteta, Cartulario de Santa Cruz de la Serós, nº 44). Ayuntamiento en 1.834, se anexiona a Bergosa y Yosa (1.845) Del lugar nos cuenta el Madoz, en 1.845, lo siguiente: “Situado cerca de la confluencia del río Ijuez y el riachuelo Badieto, en una pequeña vega que ocupa un corto llano al pie de un monte llamado Sierra Collarada…Tiene 40 casas distribuídas en varias calles…y una plaza; las casas son de aspecto pobre y las calles húmedas y sucias…Los vecinos se surten para beber y demás usos domésticos de aguas de fuente en verano y en el invierno de las del río… El terreno, a excepción de la pequeña vega que hemos dicho, es bastante montañoso aunque de buen aspecto…Población, 7 vecinos, 28 almas”.

Bescós es una composición formada por dos sustantivos, unidos, al más puro estilo ibérico, sin la habitual conjunción copulativa (“fuerza de compresión interna”). El primero de esos nombres es bese, abarcas, y ello nos obliga a hacer un inciso. Todo el Valle de la Garcipollera, de condición extremadamente rocosa, árido, fue señorío de los Abarca, condes de Larrosa, que tienen su capilla funeraria en la arruinada iglesia de Acín. El calzado llamado “abarcas” es el propio de las gentes más rusticas de entre los habitantes del medio rural más asilvestrado, y ha estado en uso hasta hace poco en amplias zonas del Alto Aragón. ¿Es simple coincidencia que los señores de la Garcipollera, zona rústica por antonomasia, fuesen los “Abarca” y que este nombre aparezca en Bescós?. Hay más: el rey navarro Sancho Garcés I se anexionó el condado de Aragón (sobre el 922), aunque subsistió la familia condal aragonesa en una relación muy especial. Muerto el 11-XII-925, dejó un hijo muy joven que llegó a reinar con el nombre de García Sanchez I. Pues bien, un hijo de este último y de la aragonesa condesa Endregoto, fue el infante Sancho Abarca, que gobernó Aragón como asociado al conde Fortuño Jiménez, último de la dinastía condal aragonesa, pues desaparece un poco antes del año 958, dejando ya el condado en manos del infante, después rey, que gobernaría en Navarra y Aragón con el nombre de Sancho Garcés II Abarca. ¿También es coincidencia que el primer Abarca, co-gobernador de Aragón primero y rey después, fuese hijo de una aragonesa?, ¿quizá del valle de la Garcipollera?, ¿tuvieron los Abarcas el señorío del valle por herencia de la reina Endregoto?. Dejemos las preguntas históricas y completemos el análisis de Bescós.

El segundo nombre de la composición es gose, hambre. Una vez más, la oclusiva sonora se ensordece tras consonante continua ya que, en el enlace, ha habido previamente elipsis al final del primer término: bese+gose > bes(e)gose > beskose y, por apócope, bescos. El significado, que conviene perfectamente a ambos lugares, del Serrablo y de la Garcipollera, es “Abarcas y hambre”.


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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