Novedades
Inicio > Novedades > 30 de noviembre de 2.012.
CATALUÑA (II). La suma.
50 + 21 = 71. Estando la mayoría parlamentaria establecida en 68 escaños, el resultado parece definitivo: el separatismo catalán está respaldado por una mayoría social. Y ello aún sin tener en cuenta los tres escaños de CUP, cuya adición resultaría vergonzante para muchos. Tal conclusión pareció evidente para muchísimos políticos, analistas y comentaristas, ya en los momentos que siguieron a la finalización del escrutinio: por ejemplo, para el Financial Times, siempre coherente; o para un significado periodista de La Vanguardia, ágil pato en las aguas de la reivindicación soberanista y menosprecio de España y patoso en la tierra del chasco y del fracaso.
Creo, sin embargo, que la situación sobrevenida no es tan simple y que, por ello, esos análisis son simplistas. Pretendo aquí, con serenidad, presentar el mío, que difiere bastante… Empezaré por centrarme en el sumando primero y mayor, 50, porque el 21 parece bastante conocido, sin sorpresas previsibles en su vertiente soberanista, que es la que interesa en este momento. Y penetraré en el sumando CIU desde las siguientes bases de partida:
a). Buen conocimiento del país catalán. Una larga estancia por razón de trabajo y otras muchas más breves (milicias universitarias, 20 meses de agosto en Calafell o Comarruga, múltiples viajes a Barcelona, visitas a distintos lugares de interés, acontecimientos familiares o de otro tipo -desde una conferencia en el IESE hasta una calçotada en Valls o los caracoles ” la llauna” en una masía-, etc., me lo han proporcionado.
b). Relaciones industriales y comerciales. Durante la mayor parte de mi vida he sido socio, proveedor o cliente de personas físicas o jurídicas de Cataluña. Esta relación continua conlleva asimismo contactos y gestiones con órganos oficiales, empresas de servicios, stands en ferias, comidas de negocios, publicidad; cobros, pagos y desembolsos, transportes, obsequios…
c). Relaciones familiares y de amistad. A las primera me he referido en la entrada “Cataluña (I). Sentimientos”; las de amistad -con intercambio de opiniones y posicionamientos sinceros sobre tantos y tantos temas- las mantengo vivas en buena parte.
d). Conocimiento profundo de la historia de Cataluña, desde los momentos iniciales del proceso de formación de las nacionalidades (año 714, llegada del invasor musulmán) hasta nuestros días. El nombre Cataluña aparece en el siglo XII, como complemento nominal de varias personas y contenido muy vago. Véase mi estudio de este topónimo publicado en el diario Segre de Lérida, con fecha 25 de febrero de 2.001.
e). Aproximación a la lengua catalana. Muy fácil para mí por mi condición de ribagorzano con dominio hablado y escrito (autor de una Gramática, un Diccionario etimológico y muchos textos de diversa naturaleza) de este dialecto tan vinculado al catalán. En el ámbito cultural más amplio, la arquitectura y la pintura (románicas en especial), la literatura, la lingüística, toponimia, etc., me han hecho comprender y compartir el amor y hasta el legítimo orgullo por tantas hermosas manifestaciones.
f). Las ideas y actitudes de muchos políticos catalanes de un pasado próximo. Se trata de prohombres preclaros y de honda humanidad, desde posicionamientos bien diferentes: Jusep Tarradellas, Miquel Roca, Jordi Solé Tura, Pascual Maragall, Ernest Lluc, Fabián Estapé…
g). Finalmente, pero de importancia suprema, las raíces ibéricas de Cataluña y de su entorno: sur y este de Francia hasta la desembocadura del Ródano, Aragón, Valencia, Baleares, Murcia, etc. La maravillosa civilización ibérica, tan desconocida como sublime, tuvo en Cataluña una implantación excepcional, y sus notas esenciales (código moral, trabajo, amor a la tierra, libertad, pensamiento…) serán luces potentes para iluminar el pasado más remoto (hasta 7.000 años a. de C.) y nuevos motivos de orgullo para catalanes y demás pueblos partícipes.
Con todo ello, me esforzaré en pergeñar el perfil humano, la idiosincrasia del votante residual de CIU. Digo residual porque, con mayor participación, tan solo han sido capaces de allegar 50 escaños frente a los 62 anteriores, de donde se sigue que ha habido una huída evidente, en general hacia posiciones más radicales: independentista pura y dura de ERC o centralismo agobiante del PP y sobre todo de C´S. Me abstendré por el momento de hurgar en la incipiente herida de la escisión que se adivina entre Convergencia y Unión Democrática. En todo caso, puede pensarse que el nacionalismo moderado (pese a sus desnortados o pusilánimes dirigentes) ha quedado expurgado después de cesiones o corrimientos más complejos: de CIU a PP y de éste a C´S; de PSC a ERC y otros. Fijándome en ese perfil humano, creo adivinar los siguientes elementos o factores determinanres:
1. Han votado mayoritariamente a CIU aquellos hombres y mujeres para los cuales el trabajo, “la feina”, sea el norte preponderante de sus vidas. Ello se inscribe en la mejor tradición catalana como pueblo activo y progresista en lo económico, que ligan actividad a dignidad personal. Esta disposición tiene raíces ancestrales y se explica por lo dicho en g) sobre la civilización ibérica, contrapuesta, también aquí, a la molicie romana, siempre inmoral, opresora y esclavista.
2. Si en lo económico se muestra activo y progresista, en la esfera afectiva, especialmente en la relación familiar pero también en las de la amistad y la tradición, se muestra marcadamente conservador: las rupturas o las barreras sobrevenidas se le antojan o muy dolorosas o indeseables. Nueva contraposición: frente al amor que inspira toda la relación familiar (véase “Civilización ibérica” en este mismo blog), el derecho romano permitía al paterfamilias castigar, expulsar y hasta matar a la esposa o hijos sin responsabilidad alguna.
3. El votante de CIU tiene muy clara su identidad catalana: es un pueblo, una nación, porque España es un Estado plurinacional. Su lengua, su historia, sus instituciones, su cultura y todas y cada una de sus manifestaciones son intocables: deben ser reconocidas, respetadas; más aún, su legítimo orgullo se rebela ante el desafecto o la crítica. La actitud negativa del Estado centralista le impide la comunión y surge la discordia, aunque íntimamente siga deseando el encuadre justo.
4. En el momento presente, el Estado, sus naciones, los ciudadanos, atraviesan una coyuntura difícil en lo económico, social e individual. Hay extrema penuria, privaciones, miedo al futuro para unos, drama y dolor actual para muchos. Cataluña la vive con toda crudeza y piensa que se abusa de su solidaridad. La ruina de las finanzas públicas obligan a recibir anticipos, préstamos y ayudas estatales que resultan humillantes. Nuevamente se reclama justicia, y si no se obtiene…
5. Del catalán, de Cataluña se predica habitualmente el sentido común, el “seny”. Es más que un tópico. Si frente a la pésima situación actual se plantea, aduce o teme otra todavía peor (sí cabe imaginarla), el seny actuará: la dolorosa separación de España, Cataluña sola con Estado propio fuera de España y de Europa, la ruina nacional, la pérdida del mercado principal para muchísimas empresas, la deslocalización industrial, el incremento todavía mayor del paro, la inseguridad de seguir percibiendo pensiones y prestaciones sociales, la caída del consumo y su afección a los autónomos especialmente, la nueva moneda, las dudas sobre la capacidad de los políticos para resolver una situación aún más grave, etc., pueden trastocar muchos esquemas mentales, desde los grandes empresarios hasta el más humilde de los ciudadanos.
6. Con todo lo anterior, alguien podría preguntarme cómo es posible que CIU haya llegado a los 50 escaños con tan amplia mayoría. Bien: ciertamente, muchos ya han huído; pero sé, con toda seguridad, que muchísimos otros han dudado seriamente, analizando otras opciones. Pero, por no ver nada suficientemente atractivo, por no haber sabido salir de una línea permanente,o por no haber podido vencer una cierta autoinculpación de traición o abandono, han mantenido el sentido de voto. Además, y esto es fundamental, tenían conciencia clara de que esta votación era el paso previo a la consulta soberanista y que, llegada ésta (si llegase), nada impediría su voto negativo más rotundo.
En conclusión, y a falta de otras mil consideraciones menores que harían este trabajo excesivamente dilatado, vaticino para Artur Más y Cía., si la consulta llega a término, un fracaso todavía mayor.
Entradas relacionadas
Desarrollo: Interesa.es
© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es