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Zentenera (155)

Altoaragonesa

Por la carretera que nos lleva a La Puebla de Fantoba, que parte de Las Ventas de Santa Lucía, muy poco antes de llegar a esta población y de ascender al cerro en que se asienta, tomaremos una pista asfaltada que sale por el lado izquierdo y que nos llevará hasta Zentenera. En este último tramo, dejaremos a la derecha la pista de tierra que nos aproxima a Erdao, cruzaremos el barranco de Rialez, muy cerca de El Molino; veremos el arranque de otra pista que sale hacia Torruella, Abenozas y, al fin del trayecto, la interesantísima ermita de la Virgen de los Baños; bajaremos para cruzar el barranco de Comunet, y tras retomar la dirección norte, llegaremos a la vista, a los pies de Zentenera. A la izquierda de la carretera, la iglesia y el cementerio en regular estado de conservación; aquella es un ejemplar del siglo XVI, de nave y ábside rectangulares, dos capillas laterales y torre sobre una de ellas, todo de estilo popular. Subimos hacia el pueblo, en buena parte arruinado, si bien hay algunas casas conservadas. Una larga calle que impresiona por el silencio, la proximidad de los muros, los constantes signos de humanidad otrora activa y despierta. En el extremo norte del pueblo, una pista sale por la izquierda para girar luego y regresar en dirección a La Puebla: otra, hacia el norte, busca el despoblado de La Corona. El censo al 1 de enero de 2.005 daba a Zentenera una población de 20 habitantes (Comarca de la Ribagorza, Territorio 19); en el censo de 2.007 figura con 0 habitantes, y ello sin que se produjera en el ínterin ningún movimiento poblacional importante.

Zentenera se emplaza a lomos de un cerro pues, tanto por la derecha como por la izquierda, sendos barrancos constriñen su espacio que queda cortado por precipicios o pronunciadas barranqueras: debajo del pueblo, un antiguo camino de herradura, quizá el de Erdao (Yardo), sale hacia el barranco de la derecha llamado de Campillons; con alguna dificultad, pude acercarme al barranco para comprobar que hay suficiente altura de caída como para poder hablar propiamente de precipicio. Desde la iglesia, ahora hacia la izquierda, voy a través de un campo labrado pero no sembrado para contemplar el barranco del lado opuesto: se repite la situación con un precipicio continuo que llega a ser de unos 40 m por encima del escaso hilo de agua del barranco de Comunet. Además de estos dos, y dentro de lo que fue el antiguo término de Zentenera, otros barrancos como el ya nombrado de Rialez con su afluente el barranco de La Ribera, el de Pinares, el de La Bodegueta, amén de otros muchos menores, conforman un espacio donde las aguas torrenciales han abierto profundos surcos, barranqueras, con caídas apreciables.

La voz ibérica zenterna significa barranco, precipicio. Es preciso, en este punto, traer a colación lo dicho a propósito del topónimo Bizient (nº 138 de esta serie). Veíamos allí una composición formada por bi, dos, más zente, barrancos, sobre la que la caída de la vocal átona final nos llevaba a la forma documentada Bizent; la posterior diptongación e>ie produjo la forma que reclamamos como auténtica y perfectamente descriptiva Bizient, en lugar de la actualmente en uso Vicién o Bizien, ambas insuficientes, aunque no por igual. Pues bien, ¿zente o zenterna?. Es evidente que se trata de dos voces íntimamente emparentadas, con una misma raíz zente, pareciendo que zenterna sea una derivación o composición sobre zente. Así es: en zenterna vemos como a la citada raíz ha venido a aglutinarse el adjetivo erna, vivo, movido, apresurado, lo que aporta a zente, barranco, un plus de agitación. viveza, bravura, lo que supone hablar de barrancos ocasionalmente vivos, capaces de erosionar, arrastrar, abrir grandes y profundas barranqueras y, con ellas, los precipicios.

Si a Bizient, por el discurrir más tranquilo, llano y sosegado de los dos barrancos de Valdabra y de San Juan Bajo, le corresponde la voz zente, a Zentenera, por lo que acabamos de decir le resulta más apropiada la voz zenterna. A esta viene a unirse el sufijo de concentración –era (véase lo dicho en el capítulo anterior a propósito de Caballera), de modo que zenterna+era, con elipsis al final del primer término da zentern(a)era. Pero aquí se da la presencia muy próxima de dos consonantes vibrantes simples, zente-r-ne-r-a, que se resuelve con haplología de la primera de ellas, esto es, Zentenera. La traducción no puede ser más clara: “La concentración de barrancos vivos o bravos”. Hermosa muestra de la enorme fuerza de compresión interna de la lengua ibérica, que expresa con una sola voz, Zentenera, lo que en castellano se requieren, al menos, cinco.


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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