Toponimia
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Zaidín (Saidí) es un magnífico pueblo de 1.772 habitantes según el censo de 1 de enero de 2.002. Pertenece a la comarca del Bajo Zinca y se sitúa en la izquierda hidrográfica de este río, a una altitud de 155 metros. Desde el N llega a la localidad el flujo poblacional y económico de otros pueblos comarcanos como Albalate, Bellver, Oso y Almudáfar, en dirección a Fraga, a tan solo 12 kms. de Zaidín. Hacia el NE parte una carretera que la une con Vencillón, ya en tierras de La Litera. Pero, además de la situación, cuenta con otras grandes virtudes. Posee, para empezar, un remoto pasado histórico, con diversos yacimientos de la Edad del Bronce, del Hierro y del período culminante del iberismo, lo que debería bastar para desterrar de una vez y para siempre la estúpida cantinela de su “origen árabe”; su casco urbano (calle Mayor, ambas plazas, callejas y, muy especialmente, las murallas) son dignas de admiración y…de restauración; tiene una rica actividad económica, tanto agrícola (cereales, maíz, girasol, hortalizas y, sobre todo, frutales: peras, manzanas, melocotones…) como ganadera (porcino, ovino, bovino, avicultura) e industrial (agroalimentarias y de materiales de construcción). Para mí, cuenta con un tesoro muy especial: su bello topónimo enlodado por la ignorancia y la ligereza, por la toponimia de carril que se viene enseñando y practicando en este país, capaz de introducir los mayores disparates y de manipular la Historia. Debemos aplicarnos a limpiarlo previamente a su análisis.
No sé, con certeza, quien fue el “padre” del fantasma del moro Zayd (en realidad, importa muy poco), que dio nombre a la población y que se ha encaramado hasta el escudo de armas de la Villa, pero haría bien el Ayuntamiento (al igual que los de Barbastro, Graus, Ballobar, Aina-Sobrarbe y otros) en corregir el entuerto y cesar en el ridículo. Asín, Contribución a la toponimia árabe en España, 1.940, hablaba de “los descendientes de Zayd”. Ubieto Arteta, Los pueblos y los despoblados, III, copia su opinión. La Gran Enciclopedia de España, 22, menciona asimismo el “origen árabe”. Castillón Cortada, Raíces moras (19), trabajo publicado en Diario del Altoaragón de fecha 21-X-2.007, dice: “Zaidín. Zaidita, de Zaidi, familiar biznieto de Mahoma (740). De la familia Ibn al Zayd posesores de la villa y su vetusto castillo. En su escudo municipal ha quedado el rostro del señor de los Zayd”. Pero quien mayor espacio y esfuerzo, como casi siempre, ha dedicado al análisis resulta ser Joan Corominas, que lo hizo, primero, en sus Estudis de toponímia catalana, volumen II, 120 y, después, en su monumental Onomasticon Cataloniae, volumen VI, 473, entrada Saidí. Realmente, es sorprendente lo que ocurre con la obra de este autor: casi gigantesca en cuanto a documentación y recogida de datos, utilísima para el estudioso, sumamente meritoria por todo ello y más; pero que, abducido por el método comparativo, por la semejanza de formas, por el aspecto o apariencia externa, es capaz de brindar, uno tras otro, los más inmensos disparates interpretativos, y marcar con ello un camino tan ancho y transitado como erróneo en la Lingüística española e hispánica y, muy especialmente, en la Toponimia ibérica, su inmensa y gravísima carencia. Por lo que respecta a Saidí, muy sucintamente:
1º.- Considera que este topónimo es arábigo “sin duda”, si bien las posibilidades concretas son muchas. “La más razonable” es que tiene la misma etimología que Zaidín, barrio próximo a Granada. Ligereza enorme que conduce al más grave error. Dentro de un mismo sistema lingüístico, el castellano, la forma saco, por ejemplo, expresa la acción de sacar o extraer, referida a la primera persona del singular del presente de indicativo, y su etimología está, probablemente, como dice el mismo Corominas, en el gótico “sakan”, pleitear; otra forma idéntica, saco, ahora sustantivo, nombra al “receptáculo a modo de bolsa grande de tela, cuero o plástico que está abierto por un extremo”, y tiene su étimo en el latín “saccus”. Pese a la identidad formal, y a causa del significado o contenido, y del origen tan alejado, ambas voces son substancialmente distintas. Pero si la supuesta identidad se quiere establecer entre voces pertenecientes a sistemas absolutamente distintos, como el ibérico Zaidín del Bajo Zinca y el arábigo Zaidín del entorno granadino, el salto en el vacío es tan arriesgado y loco que nos proporcionará, con toda seguridad, un batacazo colosal.
2º.- Para el Zaidín granadino, que identifica con el bajozinqueño, sugiere una etimología “säi-din” que no puede ser otra cosa que el plural de “sâ-id”, antebrazo.
3ª.- No desecha totalmente pero pone serios reparos a la etimología de Asín, Zaidín = “los descendientes de Zaid”.
En la documentación histórica el topónimo que nos ocupa aparece con diversas variantes:
- Agosto de 1.130, documento de Alfonso I otorgado “in castro vel villa quod dicitur Zahadin”.
- Octubre de 1.170, documento de Alfonso II otorgado en Fraga, gobernando “Raymundo de eril in Zadin”
- Finales del siglo XI, Liber Feudorum, I, 36: Zaidín.
- En 1.149, Cegdí; Caydi en el siglo XIII; Çaidinum en 1.251, etc.
Por el número de repeticiones, la forma prevalerte parece ser Zaidín, seguida de Zadín (lo de Zahadín parece ser una licencia del escriba) y, por último Çaidí, con la cedilla que falta, por error, en el documento del siglo XIII y que sí está presente en el Çaidinum de 1251. Intentaremos, como siempre, determinar la forma correcta, según la etimología, y la explicación razonable de sus variantes.
Cuando, procedentes de Oso de Zinca, llegamos a Zaidín, dos hechos importantísimos, absolutamente determinantes para nuestro análisis, nos asaltan, aún antes de girar a la izquierda y penetrar en el casco urbano. El primero es el emplazamiento del pueblo antiguo en una elevación o cerro comprimido entre dos barrancos y defendido por una muralla, desparecida en una parte, ruinosa en todo lo demás. Se me informa que está en el ánimo del Ayuntamiento trabajar para su restauración en lo posible, aunque presenta problemas de asentamiento, para lo cual se espera conseguir fondos provenientes del “uno por ciento cultural” de las obras del AVE. Será, pienso, una magnífica ocasión para hurgar en los fundamentos más profundos de la misma y comprobar algo de lo que estoy totalmente seguro: las murallas de Saidí fueron de primitiva construcción ibérica. Esto resulta, con tota evidencia, de que el topónimo Zaidín es ibérico, es decir, es un retazo de la conversación en lengua ibérica, y de que este párrafo describe la función de las murallas.
El segundo hecho importante luce en el cartel anunciador de la población, en el que, junto al Zaidín con /z/ fricativa interdental sorda (pronunciación castellana), se inscribe el Saidí, con /s/ fricativa dorsodental sorda. Aquí, más de un lector se sentirá obligado a afirmar que estamos ante la influencia del catalán, constante en el dialecto fragatí, inscrito en el llamado catalán occidental. No es así: el conocido vulgarmente como “seseo vasco” hunde sus raíces en la más primitiva lengua ibérica, y las manifestaciones del paso a dorsodental del sonido interdental son continuas, por centenares; tan solo en esta serie de Toponimia altoaragonesa hemos hallado ejemplos en Bolskan (olz>ols), Sobrarbe zobarren>sobarren), Araxas (axaz>axas), etc., y muy especialmente en Ainsa (zai>sai). Con carácter definitivo, es momento de traer a colación la bellísima Estela funeraria de Fraga, escrita con caracteres y en lengua ibérica, hermoso canto al amor conyugal, largamente estudiada por mí en mi obra Nosotros, los iberos. Interpretación de la lengua ibérica, capítulo XL (Cielo II).
El análisis morfológico del topónimo Zaidín es relativamente sencillo, sobre todo si recordamos lo dicho en Ainsa (13). En este topónimo encontrábamos las formas ain (altura) y zain o zai (guarda, vigilancia, defensa, observación…). Reparemos que en Zaidín contemplamos una situación de hecho muy parecida: una población situada en altura y protegida por unas murallas. La forma zai o sai es común a ambos topónimos, pero con una diferencia, pues mientras en Ainsa tiene naturaleza de nombre o sustantivo, en Zaidín la tiene de participio verbal. En efecto, el Dic. Retana de Autoridades contiene el verbo zai(tu), guardar, proteger, defender; como ya hemos expuesto en múltiples ocasiones, la escasísima flexión de la lengua ibérica hace que una misma forma, en este caso zai, valga como infinitivo, participio activo (agente de tercer grado), participio pasivo (determinante calificativo), sustantivo postverbal, etc. En Zaidín, zai actúa como participio pasivo: guardada, protegida, defendida. Y esta afirmación es absolutamente cierta porque el segundo elemento de la composición, din, tiene naturaleza de adverbio de modo que modifica al verbo implícito en el participio (la que esta defendida), y significa justa, precisa, adecuada o proporcionadamente. Por último, cabe suponer la existencia de una tercera forma, la del pronombre relativo n, “la que está”, al final de la composición zai-din-n que se pierde por simplificación.
El enlace entre zai y din se efectúa mediante yuxtaposición necesaria. No obstante, las variantes Zahadín de 1.130 y Zadín de 1.170 han preferido la regla general de elipsis al final del primer término, si bien no se consolidaron por introducir confusión. Con todo ello, la traducción literal al castellano de la composición ibérica Zaidín es “defendida adecuadamente”, mientras que la traducción propia es “la que está defendida adecuadamente”. Y para terminar, un relajado “Que Alá os guarde” para el moro Zayd y sus descendientes.
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