Epigrafía
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Tuétano o médula ósea. En este campo, empecemos por dejar aparte la llamada médula roja propia de los huesos planos como el esternón, las vértebras, pelvis y costillas; cumple una función hematopoyética y tiene en medicina (leucemia, trasplantes, bancos…) una importancia excepcional. En cambio, el tuétano o médula amarilla es una variedad de tejido adiposo, se encuentra en los huesos largos de los animales y del hombre y viene aquí por un motivo bien distinto: su gran valor gastronómico. Se dice, en efecto, que es muy apreciado por los paladares más exquisitos y, en una página web como Gastronomía & Cía, se afirma que “es tal la delicadeza en el paladar que en alta cocina se han creado platos en los que el tuétano es el protagonista”, y se cita en especial al gran cocinero que fue Santi Santamaría.
Puede parecer contradictorio hablar de exquisiteces en un trabajo sobre los iberos (tan salvajes, brutales, indolentes y sucios ellos), y así lo entenderan los miles de ignorantes -no conocen la lengua ibérica ni, por ende, el pensamiento, vida y civilización de nuestros antepasados- que se guían por las patrañas del mundo hispanorromano; ni los miles de irresponsables que aceptan tanta basura, la copian y difunden incluso, en ocasiones, con ánimo jocoso. Lo terrible de la situación española -¡qué inmensa diferencia respecto de la estima de los franceses hacia sus galos!- es que la ignorancia e irresponsabilidad está instalada en las más altas magistraturas del Estado, ya académicas, ya culturales, políticas, literarias, artísticas, y que ha impregnado la conciencia popular española, dejando al pueblo sin sus verdaderas raíces o, peor, asignándole otras totalmente deleznables. Menos mal que los soberbios, violentos, injustos, ladrones, genocidas, esclavistas y fascistas romanos nos tomaron de la mano y nos introdujeron en el mundo civilizado.
Analizamos hoy la inscripción rayada sobre el fondo de un plato, con fragmentos unidos regularmente, hallada en Sidamunt (Lérida) y copiada por Untermann en su repetida obra, referencia D.7.1.
A. Trascripción.
GU(KU)-N-E-ZU-R-I-A.
Nota. Untermann trascribe el segundo signo como L; el contexto nos dice que se trata de N y, en efecto, mirando con mucha atanción, se advierte en el original el trazo último ascendente de la N que viene a confundirse enseguida con el soporte vertical de la E (3ª posición).
B. Fijación de la secuencia.
GUNEZURIA.
C. Lectura.
gun ezur ia(r).
D. Análisis morfológico.
gun: tuétano, médula ósea. Acreditado por:
-Dic. Retana: tuétano, savia, energía.
-Epigrafía. Estela tartésica: aidur gun, “la energía de los parientes próximos”; Tésera de “Arekorata”: amika gun, “gran cantidad de tuétano”.
-Nota: en esta tésera de “Arekorata”, amika gun forma parte de un texto en cuyo encabezamiento se lee: “Se toma (come o bebe)”.
ezur: hueso. Acreditado por:
-Dic. Retana: hueso.
-Epigrafía. Tésera de Bareia (Viana, Navarra): ezur elkor, “el hueso duro”.
iar: seco. Acreditado por:
-Dic. Retana: seco, árido.
-Toponimia: Boleia (Bolea) < bol eiar; Orreia (Gurrea) orren iar;
-Epigrafía. Plato de plata de Abengibre: ibar iar, “ha secado el valle”; Plomo de Pech Mahó: tete iar, “espanta la sequía”.
E. Análisis fonético.
-el enlace gun-ezur no admite elipsis (yuxtaposición necesaria) pues gu(n)ezur resultaría ininteligible, dado que gu vale por nosotros, nuestro. (LI, C, 2-b).
-otro tanto sucede con ezur-iar (LI, C, 2-b).
-en ia(r) observamos enmudecimiento de la consonante final /r/, como en Boleia y Orreia (LI, C, 1-h
F. Traducción literal.
Tuétano de hueso seco.
Consideración final. Para los muchos detractores de la civilización ibérica: nuestros antepasados no solo consumían los alimentos habituales hoy en día (pan, carnes, leche, queso, etc.) sino que fueron capaces de crear verdaderas delicias: el jamón ibérico, el paté, ahumados, confitería (dulces cortados), repostería, cerveza, anís, licores de frutos, té con miel y un sorprendente número de exquisiteces. Nada sorprendente en un pueblo cuyo ingenio, inteligencia y juicio alcanzó las más elevadas cimas. No en balde proclamaban que “mi fortuna es más el juicio que el trigo sin juicio”.
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