Toponimia



Inicio > Toponimia > Altoaragonesa > Toledo (de Lanata) (233)

Toledo (de Lanata) (233)

Altoaragonesa

Con el nombre de Toledo existen, que yo sepa, tres lugares en la Península. El primero y principal, la ciudad hermosa, al tiempo que famosa, capital de la autonomía de Castilla-La Mancha. Importante ya dentro del pueblo carpetano (ibérico por los cuatro costados pese a la absurda etiqueta de celtíbero que se le viene colgando) pues contaba con una superficie construida de unas 40 Has., Toleto aparece involucrada en la guerra contra los cartagineses. Una multitud de bienes y títulos vienen a consolidar su fama: la Catedral de Toledo, el Alcázar de Toledo, los Concilios de Toledo, el Arzobispo de Toledo, el Reino de Toledo, el acero de Toledo, la Vega de Toledo, etc., y muy especialmente, el orónimo Montes de Toledo y la Provincia de Toledo. No puede haber duda alguna respecto a su origen ibérico: los “carpetanos” nos dejaron muchísimos textos epigráficos escritos en la más pura lengua ibérica (véase mi obra Nosotros, los iberos. Interpretación de la lengua ibérica); el mismo origen tiene el topónimo que ahora estudiamos y, finalmente, no hay duda acerca del primer poblamiento neolítico, del que los restos más antiguos corresponden al yacimiento del Cerro de Bú, donde se halló cerámica campaniforme (principios del II milenio a. de C.) y lisa de la Edad del Bronce (1.800-1.200 a. de C.).

El segundo Toledo, propiamente O Toledo, es una aldea de la parroquia de Santa María de Castrelo de Miño, municipio de Castrelo de Miño, en Ourense. Observemos aquí la presencia del río Miño, al igual que el Tajo está bien presente en el Toledo manchego.

Por último, el altoaragonés Toledo Lanata, cuyo nombre desarrollado en castellano es Toledo del río Lanata. De entrada, salta a la vista un hecho muy significativo: los tres lugares cuentan con un río inmediato en el que se apoyan: ¿será mera coincidencia o, por el contrario, surgirá de aquí un elemento identificador común que explique la existencia de estos tres parónimos?. Dado que estamos en una serie de toponimia altoaragonesa, debemos describir este último “lugar”. Toledo tuvo ayuntamiento en 1.834, al que se unió el lugar de Fosado en 1.845. Se unió con Clamosa, Morillo de Monclús y Muro de Roda para formar el municipio de La Fueva (1.960-70), al que pertenece en la actualidad; más tarde se incorporó a este conjunto Mediano, con sus anejos de Samitier y Arasán (no Arasanz). Madoz, en su Diccionario 1845-50, nos habla del “lugar” de Toledo y dice que tiene 36 casas “entre los barrios de San Juan, Latiart, Fuen de Campo, San Pedro y Cabezonada, de tal modo distribuidas que sus vecinos dicen con frecuencia que el Toledo de Aragón es más grande que el Toledo de Castilla”. En realidad, hablar de “lugar” cuando no existe un núcleo central significativo, y de “barrios” cuando se trata de una serie de aldeas con distancias bastante considerables entre sí, resulta un tanto forzado y por ello debemos hablar con propiedad de “agrupación de aldeas o lugares”. De esta agrupación o conjunto ya hemos estudiado en números anteriores el hidrónimo Lanata (nº 180) y el topónimo Latiart (nº 177); tenemos previsto hacer lo mismo con Mediano, que además del pueblo fovano en la actualidad, afectado por el pantano de su nombre, se aplica a las Casas de Mediano, comprendidas en Fosado Alto, junto con Moliniás y Mariñosa; otro tanto con Samitier, Arasán y Mariñosa, con lo que, en este capítulo, nos hemos de referir, siguiendo la descripción de Adolfo Castán en su obra Lugares del Alto Aragón, a los restantes lugares de la agrupación de Toledo Lanata, con topónimos plenamente románicos o romances:

San Juan de Toledo: “Aldea de 9 habitantes; a 904 m de altitud. Tenía 67 habitantes en 1.900. Conecta por pista asfaltada con la carretera Ainsa-Campo. Conjunto formado por media docena de casas dispersas unidas por una calle camino. La parroquial de San Juan Bautista –BIC- es un magnífico edificio de estilo románico lombardo del siglo XI, de alargada nave y cabecera trebolada; la nave cierra con bóveda de cañón apuntado, los ábsides con cuarto de esfera y el resto de la cabecera con bóveda de arista; durante el proceso de rehabilitación y supresión de cuerpos adosados no originarios –año 1.980- se descubrieron lesenas y arquillos lombardos en el paramento norte y restos de arquillos en los ábsides, procediéndose a su reconstrucción…; también en el siglo XVI -1.599- se aplicó el bellísimo repertorio de pintura mural relacionable con el aparecido en Sin y templo francés de San Mercurio de Vielle-Louron… Cueva del Forcón: grabados paleolíticos en arcilla –maccarroni- , enterramientos de época neolítica -4.600 a. de C.- y pieza de bronce romana. Cueva de la Puyascada con material e industria ósea del Neolítico”.

Fuendecampo: “Lugar de 33 habitantes; a 689 m de altitud. Tenía 57 en 1.900. Conjunto situado en la carreteraAinsa-Campo, cerca del río La Nata. Núcleo menguado con media docena de casas vivas apretadas alrededor de un magnífico espacio cubierto que se abre en tres direcciones; el paso oriental y el occidental se cubren con medio cañón y el meridional con cañón ligeramente apuntado; los arcos de las embocaduras son de sillería bien asentada, mampostería el resto; como en Usana, varias viviendas abren la puerta bajo su penumbra…”.

Samper: “Aldea de 23 habitantes; a 724 m de altitud. … En 1.857 censaba 59 habitantes. Localidad situada en la carretera Aínsa-Campo. Caserío de linaje prepirenaico agrupado alrededor de una plaza. La parroquial de San Pedro –siglo XVI- se articula con planta de crucero: nave, ábside rectangular y capillas, todo cubierto con medio cañón; sacristía, torre con gárgolas esquinadas y aspilleras y puerta adovelada…”.

La Cabezonada: “Aldea de 33 habitantes… a 760 m de altitud. Tenía 70 habitantes en 1.900. Acceso desde la N-260. Pequeño núcleo al sur de la masa calcárea de sierra Ferrera, con edificios dispersos de piedra, losa y teja, conectados mediante pistas y la carretera general. Tres de estos núcleos o mínimos barrios poseen edificio religioso. En el de Santa Cruz –casa, barrio e iglesia con la misma denominación-, el templo es obra románica del siglo XII: nave con bóveda de cañón y ábside semicircular con bóveda de horno; puerta adintelada a los pies. En las casas de Anau se alza la ermita de San Antón, del siglo XVII… La ermita de S. Antón es de casa Broto… Ermita Virgen de la Isuela o de la Cuadra… Molino harinero en proceso de rehabilitación”.

A Toledo de Lanata le dedica un amplio estudio Fernando Biarge en su reciente y magnífica obra Sobrarbe. Testigo directo, págs. 301 a 311. La geología y la orografía, los ríos y corrientes de agua, los cultivos, montes y bosques, régimen de explotación, la geografía humana, el arte… son tratados con profundidad al tiempo que en forma muy amena. Reproduzco tan solo lo que atañe directamente al estudio toponímico: “Las aguas provenientes de la vertiente meridional de Sierra Ferrera, desde San Victorián al puerto de Foradada dan origen al río de Lanata o de las Natas que resulta de la fusión de varios arroyos o natas. El barranco de Riposo nace en el mismo puerto, la nata de Toledo procede de un manantial de los alrededores de la Cabezonada, por debajo de Fosado fluye la nata Sorda que proviene de la fuente Marina e intermitentemente del agujero del Garonazo y la nata de Fosado tiene su origen en la fuente de la Mariñosa. Entre todos conforman un río, de cierto caudal, que se dirige hacia el sudoeste y ha sido capaz de dar forma y carácter a todo este plano irregular del territorio”.

La toponimia al uso, escandalosamente desorientada y ridícula cuando se enfrenta a topónimos ibéricos, ha aducido la voz latina tubuletum, de tubus, tubo, canal, y su diminutivo tubulus; “aunque lo más probable –dice Pancracio Celdrán en su repetida obra- es que se trate de un topónimo prerromano con una base semántica en el prefijo tol- = “altura”. Viniendo ya al campo de la toponimia real, hagamos un esfuerzo para comprobar si entre estos tres parónimos hay un hecho identificador común. El Toledo castellano se emplaza sobre un promontorio rocoso que rodea y aísla casi en su totalidad el acusado meandro que dibuja el río Tajo en su entorno, la hoz o “torno” del Tajo. La visión o la imagen son tan notorias y conocidas que huelga mayor insistencia. El Toledo altoaragonés, en el entorno inmediato del río Lanata, participa de una nota similar aunque menos conocida: este río empieza a formar trazo en la Fuen d´as Natas, al pie del Tozal d´as Natas y en paraje próximo a la ermita de la Ixuela; toma enseguida dirección sur-suroeste, pasa junto a Samper y se aproxima a Fuendecampo; aquí acentúa su giro hacia el oeste, pasa por el sur de Arro, luego por Los Estrechos y se une al Zinca (hoy remansado por el pantano de Mediano) junto a Gerbe. En conjunto ha descrito un arco de 90º casi perfecto. Dejamos a propósito un cabo suelto: saber si el Miño describe junto a O Toledo, en el municipio de Castrelo un arco o curva semejante.

En lengua ibérica, toles significa doblez, pliegue; tolez, doblez; tolestura, dobladura; toles(tu), doblar, plegar, etc. Pero si la idea de doblar o plegar se aplica a un elemento flexible, como por ejemplo el caudal de un río, la acepción correcta y obligada en castellano será la de “curva, arco, vuelta”. Recordemos aquí lo dicho a propósito de Tolba (toles-bae). A toles viene a unirse el sufijo derivativo –to, que vale por “grande”. La acomodación se efectúa con elipsis al final del primer término: tole(s)to = toleto. El significado de Toledo es “la curva grande”. Y huelga recordar una vez más que en ibérico to y do son sílabas equivalentes, escritas con el mismo signo o letra.


Temas: , , ,

 

Desarrollo: Interesa.es

© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

RSS