Toponimia
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Desde un punto de vista histórico, la tan manida batalla de Ainsa en virtud de la cual el conde aragonés García Ximénez reconquistó la plaza tras infligir una gran derrota a la morisma, ofrece muchas y muy serias dudas. Siendo éste un trabajo toponímico, y por ende lingüístico, me limitaré a dar unas cuantas precisiones, a mi entender, incontrovertibles:
- La fecha del año 724, aducida por algún autor, es de todo punto imposible.
- Si tal episodio se produjo en tiempos de García Ximénez, el resultado fue efímero y la plaza debió de caer de nuevo bajo el dominio musulmán inmediatamente.
- Ni siquiera el matrimonio de Tota Galindona, hija del conde Galindo de Aragón, con el conde Bernardo Unifredo de Ribagorza, celebrado antes del año 916 y al que aportó en dote “las tierras de Sobrarbe”, implica que el “Viello Sobrarbe”, esto es, las tierras bajas comprendidas entre los altos valles del Zinca y el Ara por el N y la Sierra de Arbe por el S, estuvieran bajo dominio cristiano. Así lo prueba el hecho de que poco después, en el 929-930, el gobernador de Huesca, Amrús, fuese nombrado a su vez “para gobernador de Barbastro, Boltaña y sus contornos”.
- El corredor del Zinca entre Barbastro y Boltaña fue fuertemente dominado por los musulmanes de la cora de Barbastro hasta entrado el siglo XI. Cosa bien distinta cabe afirmar de “las Valles” (Sobrarbe y las Valles) de Bujaruelo, Ordesa, Broto (hasta Jánovas), Bió, Barrosa, Pineta, Puértolas, Escuain y Gistau (Chistau, Chistén, Gistain).
- Parece seguro, aunque sin concreción de fechas y circunstancias, que fue Sancho Garcés III “El Mayor”, rey de Navarra y padre de Ramiro I (Aragón) y de Gonzalo (Sobrarbe y Ribagorza), quien llevó a cabo la labor conquistadora en los años 1.016-1.017. Así lo indica su presencia en Castro Pelato (Perarrúa) sobre el Esera, y en Roda sobre el Isábena. Además, empiezan los “tenentes” cristianos en las plazas de Boltaña (Jiménez Garcés, aitán de Ramiro I, desde 1.028), Olsón (Fortún Velázquez desde 1.055) y Abizanda (Atón Galíndez desde 1.055), ya en tiempos del rey Ramiro I (muerto en Graus en el 1.069).
- No cabe excluir, sin embargo, un antiquísimo condado de Sobrarbe en las tierras bajas. Me refiero al conde Silo que gobernaba en Buil a la llegada de Sancho el Mayor, y ello con independencia de la influencia e inmisiones navarras (Pamplona), aragonesas (Jaca) y francas (conde Aureolo).
- Los interesados en el tema encontrarán amplia información, que no resolverá empero todas las dudas y nebulosas, en las siguientes obras: De Antonio Durán Gudiol, De la marca superior de Al-Andalus al reino de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza (Cazar), y Ramiro I de Aragón (Guara); de José Mª Lacarra Aragón en el pasado (Espasa-Calpe); de Antonio Ubieto Arteta La formación territoroal (Anubar); de Fernando Galtier Ribagorza condado independiente (Pórtico); de Manuel Iglesias Historia del condado de Ribagorza (I.E.A), y de Carlos Clavería Historia del reino de Navarra.
Si dudosa es la realidad histórica de la batalla de Ainsa, mucho más el episodio de la brillante cruz roja super arborem. Para quienes queremos creer en un Dios creador, eterno, omnipresente, todopoderoso, justicia, sabiduría, bondad y belleza supremas de las que emana cualquier participación humana, la unicidad de Dios es un corolario: toda criatura humana es, por igual, hija del mismo, incluídas aquellas que viven en el error (¿), y repugna a la racionalidad y al buen sentido del hombre admitir a un Dios sectario, enlodado en las tristes peripecias de unas criaturas tan limitadas e imperfectas. Pienso, simplemente, que estamos ante una manipulación de Dios, hecha, aquí y en un millón de ocasiones más, por quienes viven de Él. Pero, donde no existe ni el más mínimo resquicio para la duda, es en el campo etimológico: Sobrarbe no puede derivar de super arborem. Y ello por las consideraciones siguientes:
1. Arbe es un topónimo de forma primitiva y de contenido impreciso, como erosionado por la Historia. Lo encontramos como segundo elemento en la composición Sobrarbe, y como complemento nominal en Campodarbe; por otra parte, todavía se sigue mencionando en ocasiones a la Sierra de Arbe, de la que Madoz dice que es una “sierra de la provincia de Huesca, partido judicial de Boltaña. Es una pequeña cordillera montañosa sobre un valle en el que se hallan situados algunos pueblos, entre los cuales se encuentra el de Abizanda, que ocupa la parte más elevada de la misma, por cuya razón se distingue en el país con este nombre”. Pues bien, Arbe no puede proceder, como se pretende, de arborem, acusativo singular de arbor-is, que puede dar “arbre”, “abre”, “albre” e incluso “aibre”, en lengua catalana y dialectos emparentados (véase Diccionari etimológic y complementari de la llengua catalana, voz “abre”, de Joan Corominas, Curial, Barna. 1.995). Es una derivación de la lengua iberovasca integrada por la raíz ara, tierra, y el sufijo –be, de abajo, baja. La aglutinación normal, con elipsis al final del primer término, nos lleva a ar(a)-be = arbe, El significado claro y preciso es el de “la tierra de abajo” o “la tierra baja”. Se contrapone a “Las Valles” ya mencionadas y, dándole un ámbito quizá superior al propio de la época ibérica, podemos decir que abarca los territorios de los municipios de Boltaña, Ainsa, Laspuña, Pueyo de Araguás, La Fueva, Palo, Abizanda y Bárcabo.
2. Ahora bien, la derivación Arbe (tierra baja) no puede permitir la anteposición de “sobre” o de super, ni de ninguna otra forma que indique superposición, elevación o dominio físico sobre la tierra baja cuando el resultado (sobre-Arbe = Sobrarbe) ha indicado históricamente con toda fijeza y rotundidad precisamente “la tierra baja”. Dicho de otro modo: Arbe y Sobrarbe tienen el mismo significado, de donde se sigue inexcusablemente que el primer elemento de la composición Sobr-arbe no es, no puede ser ni sobre ni super ya que, de serlo, Sobrarbe sería algo distintinto y contrapuesto a Arbe.
3. Queda planteado en la consideración anterior el enigma sobre el origen, naturaleza y valor de ese primer elemento Sobr- de la composición Sobrarbe, y para resolverlo debemos mencionar, siquiera someramente, el largo, amplio y complejo fenómeno del bilingüismo ibérico-latino. Digamos que es la coexistencia en el ámbito espacial, temporal y personal del uso de ambas lenguas, y que exige el estudio de los variadísimos fenómenos de mixtificación que se siguen de ese uso simultáneo. Nace en el momento mismo de la llegada de los conquistadores romanos a la Península (año 218 a. de C.) y se perpetúa a lo largo de los siglos hasta el momento actual, si partimos, como debe hacerse, de la identidad absoluta de la lengua ibérica y el vasco antiguo. Fue siempre unidireccional: el ibero aprende latín, pues la inmensa soberbia romana desprecia todo lo ibérico (las provincias no son otra cosa que territorios destinados a ser sometidos, y los vencidos “cosas” sujetas al libre albedrío – abuso, esclavitud, muerte – del vencedor). El borrado de la lengua ibérica se intensifica con la difusión del cristianismo y presenta huellas muy recientes en áreas como Huesca, Zaragoza, Rioja o Burgos. Una manifestación del sistema operativo consiste en la ruptura de la aglutinación de formas ibéricas, sustituída por la flexión. He aquí un ejemplo de declinación con genitivo y preposición “de”: kanpo, que en ibérico significa “la parte exterior, fuera”, se une a Arbe sin utilizar la elipsis al final del primer término, Kanp(o)arbe, y da entrada a la preposición, Campo de Arbe, Campo d´Arbe, Campodarbe, “la parte exterior de Arbe”, fuera ya y por encima de la tierra baja pero en el mismo linde.
4. En el territorio de Arbe se daban cita una multitud de elementos naturales (tierras de labor, montes de pastos, bosques, ríos, barrancos, montañas, población, clima,etc.), de modo que, a cualquiera de estos nombres , se le podía añadir el complemento “de Arbe”. Esto es lo que sucedió precisamente con el contrafuerte montañoso que lo cierra por el S a la vez que lo separa del Somontano de Barbastro: en época aún antigua del bilingüismo mencionado nació el Sierra (serra) de Arbe o d´Arbe. Su corporeidad bien evidente, la dificultad que suponía para el continuo tránsito, la notoriedad alcanzada por la vía que la atravesaba (puerto del Pino) se contraponía a la vaguedad del territorio de Arbe, sin unidad política, ni límites, ni extensión bien definidas. Arbe pasó a ser “la sierra” por antonomasia y este topónimo vió cómo perdía su contenido de “tierra baja” a favor del opuesto “sierra”. Pero las tierras bajas seguían estando ahí, al N de la sierra y al S de los valles pirenaicos, necesitaban un nuevo nombre en sustitución del que les había sido arrebatado por el uso, y así, en época de bilingüismo bastante antigua, como demuestra la documentación histórica, surgió Sobrarbe.
Es ésta una composición de la lengua iberovasca cuyo primer elemento es zobarren, parte baja de un campo en declive, según el Diccionario Retana. Es obvio que se refiere también a un territorio en declive, en este caso, desde la sierra de Arbe (Olsón) hasta los cauces del Ara y el Zinca, Se une al segundo elemento, la derivación arbe, con elipsis al final del primer término: zobarre(n)-arbe. El hiato ea se reduce dando a: Sobarr(e)arbe – Sobarrarbe. He aquí un nuevo caso de consonante oclusiva (en este casi b) ante vocal (la a) seguida de r (aquí, como en B(o)rroto, /R/) y de igual vocal, resuelto regularmente con la síncopa de la primera vocal: Sob(a)rrarbe = Sobrarbe. La traducción muestra la redundancia histórica de la doble definición de un mismo hecho en dos momentos muy alejados entre sí: “la parte baja de un territorio en declive de la tierra baja”. Sin redundancia, “la tierra baja de un territorio en declive”.
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