Toponimia
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Ha pasado poco tiempo desde que presentamos el topónimo Casbas aplicado a dos lugares con el mismo nombre, el de Huesca y el de Jaca. Con acusado paralelismo, el nombre propio Sieso nos sirve para distinguir otros dos lugares, explicitados también como de Huesca y de Jaca. Sin embargo, tal coincidencia no es una casualidad y, ni mucho menos, una rareza. Dentro de los límites del Altoaragón, son muchísimos los nombres que se aplican a dos o más lugares distintos; dicho de otro modo, los supuestos de isotopónimos o parónimos son muy frecuentes. Veamos unos cuantos (hay muchos más):
Abella (uno en el Serrablo, otro en Ribagorza); Abi (en Ribagorza y en Jacetania); Aguilar (en el Somontano de Barbastro y en Ribagorza); Aiguatorta (en Alto Gállego y La Jacetania);Aineto (en el Serrablo y en La Jacetania); Alberuela (de Liena y de Tubo); Alins (en Ribagorza y La Litera); Ara (Sobrarbe y La Jacetania); Arasán (Sobrarbe y Ribagorza); Arro (Sobrarbe y Ribagorza); Ayerbe (Hoya de Huesca y Sobrarbe); Ballabriga (Ribagorza y Somontano de Barbastro); Bellanuga (La Jacetania y Somontano de Barbastro): Bellestar (Ribagorza y La Hoya de Huesca); Bentué (de Nozito y de Rasal); Bescós (de Serrablo y de Garcipollera); Fanlo (de Jaca y de Vió); Jabierre (del Obispo y de Boltaña); Lacort (Sobrarbe y Ribagorza); Lumo (de Palo y de Rañín); Monesma (Ribagorza y Somontano de Barbastro); Palo (Sobrabe, Somontano y Jacetania): Pallaruelo (Sobrarbe y Monegros); Turbón (Sobrarbe y Ribagorza); Yosa (de Sobremonte, de Broto, de Garcipollera)… La causa primera y fundamental de estas coincidencias radica en la identidad de la lengua: cuando dos grupos humanos, a gran distancia y sin comunicación alguna entre si, describen un hecho o una situación idéntica utilizan las mismas palabras; por ejemplo, si levantan el poblado al pie de un cerro o montaña, es decir, si “el pueblo está en la parte baja” usan las palabras agi, erri o iri y –be, de cuya aglutinación surge la forma actual de Ayerbe, ya esté en la cuenca del Ara (Ayerbe de Broto), ya en la del Gállego (Villa de Ayerbe, en La Hoya de Huesca).
Pero, estos iberos del Altoaragón, ¿poseían un lenguaje exclusivo o, por el contrario, era común al de otros territorios de Iberia, utilizando este término en su máxima extensión?. Siempre a la luz de la Toponimia, poniendo de relieve los isotopónimos entre Huesca y otras provincias de Ispania, la existencia de una lengua común es irrefutable. Veamos algunos ejemplos, sin ánimo exhaustivo, de topónimos oscenses presentes en las provincias que se citan: Graus en Lérida, Biu en Lérida, Aiguatorta en Lérida; Garona en Lérida y Francia; Ampurias en Gerona; Segarras en Lérida , Tarragona y Barcelona; Sos en Zaragoza; Montañana en Zaragoza; Artasona en Navarra; Benasque en Castellón; Mallorca y Beri en Baleares; Toledo en Toledo; Madrí en Madrid; Salas en Burgos; Monzón en Palencia; Benavente en Zamora; Fraga en Galicia; Baiona en Pontevedra y Francia; Gállego en Granada; Plasencia en Cáceres…
Por último, veamos que ocurre con otra cualquiera de las provincias ibéricas, por ejemplo, Baleares. Dentro de su ámbito, al igual que sucedía en Huesca, encontramos abundantes isotopónimos o topónimos repetidos: Fornells, Son Beni, Toro, Mola, Figuera, Sa Coma, Freu, Brondo, Sastre, Jura, Monáber, Beri, Masanella, Berger, Fangar, Regana, Pareis, Moragues, Fornés, Estaca, Son Seguí, y muchísimos otros. Pero también con el exterior, es decir, con otras provincias de Iberia o Ispania: Malgrat, Corbera y Mataró con Barcelona; Borges con Lérida; Albufera con Valencia; Alcudia en Valencia, Castellón, Alicante, etc.; Rápita o Rábida en Tarragona y Huelva; Pina en Zaragoza; Aguilar (S´Aguila), Sorda, Mallorca y Beri en Huesca; Palma en Canarias, Sevilla, etc.; Abejar (Abeiar) en Soria; Boronat y Arbona en el País Vasco; Granada en Granada y otros más. Si, con un trabajo lento y minucioso, proseguimos de igual modo con todas y cada una de las provincias del país, y sobre un mapa de España escala 1:20.000 unimos con una línea recta los lugares con igual topónimo, obtendremos una red muy tupida que cubrirá todo el territorio peninsular e insular, demostración gráfica de nuestro viejo postulado: “Un pueblo que habla una misma lengua, ante hechos o situaciones idénticas, crea topónimos iguales”. Por otra parte, la interpretación de la lengua ibérica escrita, esto es, de los textos epigráficos aparecidos por toda la Península (salvo en la cornisa cantábrica, lo que se explica por la barbarie celta), confirma las enseñanzas de la Toponimia y elimina cualquier duda sobre la unidad y difusión de dicha lengua.
Por lo dicho hasta aquí, debo demostrar que en los dos lugares llamados Sieso (de Huesca y de Jaca) se da una misma situación que pueda ser descrita fielmente con las mismas palabras, de modo que se origine un nuevo isotopónimo. Veamos. “Sieso de Huesca: Lugar de 59 habitantes; 582 m de altitud. Interesante arquitectura del Somontano, despuntando casa Laguarta con directrices del Renacimiento aragonés –s. XVI – y casa Severo, fechada en 1.596. Abundan las puertas con arco de medio punto, tanto en piedra – una con despiece de 1,32 m de longitud – como en ladrillo. Casa Correas y Casa Sanromán introducen portada subiente que engulle decorativamente el balcón de la primera planta. Parroquial románica de S. Martín, modificada en 1.550. Ermita del Cementerio con extraña cabecera tripartita de testero plano –s. XVI -. Fuente renacentista –s.XVI – modificada en 1.917. Ruinas ermita de S. José. Restos de azud y molino en el Formiga. Queso de producción artesanal” (Comarca de la Hoya de Huesca, pag. 346). El pueblo, por la extensión territorial que ocupa, por el número de casas (algunas con piedras armeras), por el volumen de la parroquial, da una sensación de albergar un censo muy superior al citado; no me sorprende que Madoz hablara de 47 vecinos y 291 almas.
Con la interpretación, muy clara, que he hecho “en laboratorio” del topónimo Sieso inicio la búsqueda. Dos vecinos, abordados en la calle y un tercero, en la granja de quesos, me hablan de una charca natural en la Fuente Vieja, pero su pequeña dimensión me hace dudar de que ahí esté el elemento diferenciador del topónimo. Al fin doy con uno muy bien informado y elocuente. Resumiendo: las aguas superficiales de la Sierra de Guara se filtran en gran medida hacia el subsuelo (ver capítulo Formiga-Calcón) y afloran en las hondonadas. Esto es lo que sucede, a 200 m de Sieso, en el paraje conocido como “Valle de Paúl”, de nombre bien significativo; era un aguazal con una vegetación de ribera muy característica. “Plantaron “chopo albar” a ambos lados de la carretera y la humedad del suelo facilitó tanto su enorme desarrollo que llegó a dificultar el paso, tanto que hubo que talarlos”; habla en pasado, porque la desecación borró casi totalmente los vestigios del humedal, lo que explica las dificultades iniciales que he encontrado.
Desde Caldearenas tomo dirección a Jabierrelatre y, poco antes de llegar a éste, un desvío a la derecha me conduce a Sieso de Jaca, en poco más de 3 kms. de pista “blanca”, en regular estado y ligero ascenso “Casi en las puertas de Javierrelatre, desvío hasta las mismas puertas de Sieso de Jaca, pueblo abandonada que, a finales de los sesenta estuvo a punto de recuperarse por iniciativa de “Compañeros constructores”, asociación que llegó a rehabilitar alguna vivienda, ya – de nuevo – arruinada. Asentado en el llano de un pequeño valle y teniendo como fondo la Peña Oroel por su vertiente sur, domina todo el conjunto la fábrica de la parroquial, obra de orígenes románicos (s. XII) con remodelaciones y aditamentos en sus laterales (XVII y XVIII)…Desde sus puertas se despliegan las distintas casas y construcciones que conforman este núcleo, que si bien se encuentra en avanzado estado de ruina, todavía guarda y enseña algunas claras muestras de arquitectura popular del Prepirineo. En un recorrido por sus calles perfectamente delimitadas y mantenidas hasta la fecha, se aprecian fachadas, corrales, portalones, hornos de pan y un gran pozo a las afueras del lugar” (José L. Acín, Paisajes con memoria, pag. 60). Madoz nos dice que está “situado en una hondonada a orillas de un barranco”, que produce trigo, avena y centeno y que cría ganado lanar y vacuno. En la documentación histórica, agosto de 1.123, se cita a “Pedro Jiménez en Sieso” (Ubieto Arteta, Jaca, nº 13). Según Madoz, contaba en 1.845-50 con 12 vecinos y 74 almas.
Desde luego que Sieso no está en un llano. Cuando nos detenemos a un lado de la vía, frente a la iglesia y mirando al N, a nuestra derecha varios edificios muy deteriorados se escalonan suavemente hacia el E; precisamente allí se ve una gran casa en reconstrucción reciente, con arreglos en la fachada y tejado nuevo: por nuestra izquierda, las construcciones en semirruina se escalonan más acusadamente y, bajo la iglesia y el núcleo principal de viviendas, el terreno se precipita hacia el fondo de un barranco que llega del N; pequeños prados junto al cauce que se inundan en cuanto llueve un poco y aumente el caudal. El paraje es sumamente húmedo, bastante sombrío (la ladera O es un tupido bosque) y en las fuentes nunca falta el agua. Un grupo de 15 jóvenes de ambos sexos, preferentemente aragoneses (pero también de Madrid, de Barcelona, incluso de Chile) intentan de nuevo la resurrección del lugar; trabajan duro, tienen muchos problemas, vuelven periódicamente al “mundanal ruído” para ganar algún dinero y seguir invirtiendo en Sieso. En plena crisis financiera mundial, en el triunfo avasallador de la inmoralidad y la falsedad, de la avaricia y la mediocridad, estos jóvenes merecen tener suerte. ¡Ojalá!.
Sieso es una composición binaria de la lengua iberovasca. El primer elemento siets es un sustantivo que significa ciénaga. El segundo elemento, ezo, puede ser sustantivo o adjetivo y vale, respectivamente, por humedad o húmedo. La sutura se produce con la consabida elipsis al final del primer término, de modo que sie(ts)-ezo > si(e)ezo > sieso. Si tomamos el segundo elemento como determinante calificativo (húmedo) la expresión “la ciénaga húmeda” presenta cierta redundancia, por lo que me parece preferible tomarlo como sustantivo y dar una traducción más propia de Sieso: “la humedad de la ciénaga”. En ambos lugares, por supuesto.
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