Toponimia
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El río Segre, principal afluente del Ebro, aparece repetidamente mencionado en la documentación histórica con el nombre de Sícoris. Así, en la Historia natural de Plinio el Viejo, libro III, 24, se refiere a “los ilerdenses, que son de la nación de los surdaonos junto a los que corre el río Sícoris”; Julio César, en diversos momentos de su Guerra civil contra los generales pompeyanos Afranio y Petreyo, se refiere al río en los términos siguientes:
1. “In Sicore flumine pontes effecerat duos…” (capítulo XL).
2. “Castra enim… cum esset inter flumina duo, Sicorim et Cingam…” (capítulo XLVIII).
3. “…legionesque II flumen Sicorim traducunt…” (capítulo LXI).
4. “… et in Sicori vadum reperiebatur” (capítulo LXII).
5. “…omnibus copiis Sicorim transeunt…” (capítulo LXIII).
6. “illi vadum fluminis Sicoris temptare…” (capítulo LXXXIII).
El Segre es un río bastante largo, 265 kms., recorrido que se prolonga entre su nacimiento en Francia (a los pies del Pic del Segre y del Pic Petit del Segre, y su desembocadura en el Ebro, aguas debajo de Mequinenza. En sus primeros pasos, entra en el enclave español de Llivia (Gerona); toma dirección SO y empieza a avenar la cubeta de La Cerdaña; de nuevo en territorio francés hasta que atraviesa definitivamente la frontera estatal tras 20 kms. de recorrido por Francia. Rodea la villa de Puigcerdá, pasa por La Seu d´Urgell y recibe a su primer gran afluente, el Valira. Mucho más abajo, recoge las aguas del Noguera Pallaresa, Noguera Ribagorzana y, el mayor de todos, el Cinca (Ésera, Alcanadre, Isuela…). Represado en los embalses de Oliana y Rialb; penetra al fin en las tierras llanas de Lérida: Balaguer, Lérida capital y otras muchas poblaciones. Forma frontera entre Huesca y Lérida primero, y entre Lérida y Aragón (Torrente de Cinca, Mequinenza) después. Su cuenca, excluidas las de sus principales afluentes –el Noguera Pallaresa, el Noguera Ribagorzana y el Cinca- alcanza una extensión de 8.167 km2. Su aportación media anual sería de unos 2.790 Hm3/año, aunque, intensamente aprovechado, sufre grandes drenajes, como los del Canal d´Urgell y el de Balaguer.
Pero, entre este gran cúmulo de datos –y muchísimos otros que hemos obviado-, no se encuentra el elemento diferenciador del topónimo. Nuestros antepasados, los iberos cerretanos, ilergetes u otros de la misma etnia o cultura también ribereños, no repararon en su curso, ni en gargantas, afluentes, poblaciones, avenidas, riegos… Sí lo hicieron, en cambio, en otro factor bien vistoso: la coloración o aspecto de las aguas. Y no es un caso único en la hidronimia peninsular. Quien, por ejemplo, haya caminado junto al caudal del Pisuerga –o del Canal de Castilla- habrá podido observar una coloración verde-amarillenta, como el del aceite de oliva virgen sin refinar, aunque nuestros antepasados no fuesen tan delicados en la comparación; y lo mismo puede decirse de las aguas, ahora en el Altoaragón, del río Bellós, cuando se detiene en grandes charcas o pozas debajo del lugar de Puyarruego. El Sícoris, bautizado ya por los iberos varios miles de años antes de Cristo, no estaba “sucio” por vertidos industriales”, que no existían; la causa estará más bien en la naturaleza de los terrenos por los que discurre o, mucho más probable, por la presencia de ciertas algas de agua dulce que cubren los fondos inundados y no las partes elevadas y secas. De cualquier modo, la coloración amarillenta de las aguas del Segre se sigue advirtiendo con toda claridad si la contrastamos con la de otro río adyacente. Y esto es, precisamente, lo que vemos en la unión o línea de confluencia de sus aguas con las del Cinca, al pie de las ruinas del castillo de Mequinenza, tal como intentamos demostrar en la fotografía anexa, tomada de la obra Comarca del Bajo Cinca, Colección Territorio -14, pág. 30.
Sícoris es una composición de la lengua ibérica integrada por dos adjetivos calificativos y un nombre, en este mismo orden. El primero de los adjetivos es zikoz (en el Diccionario Vasco-español-francés de R.Mª de Azkue zikotz, con consonante doble tz inexistente en ibérico), que significa sucio o puerco. El segundo adjetivo, tan frecuente y conocido, es ori, amarillo. El enlace o acomodación sigue la regla fundamental de la aglutinación: la elipsis al final del primer término, de modo que zikoz + ori > ziko(z)ori y zik(o)ori, por encuentro de vocales iguales. Por último, la voz (una de las más frecuentes de la lengua ibérica) iz, agua, corriente de agua. Nueva elipsis al final del primer término con encuentro de vocales iguales, zikor(i)iz. Recordemos una vez más un fenómeno habitual: la pronunciación fricativa apicoalveolar sorda de la /z/, en principio fricativa interdental sorda, con lo que llegamos a Sícoris. La traducción literal sería “la corriente de agua sucia y amarilla”, pero la propia, sin conjunción copulativa, matiza mejor: Sícoris – Sícore (forma ésta desde la que se llega fácilmente a Segre) significa “la corriente de agua sucio-amarillenta”.
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