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Santallestra (154)

Altoaragonesa

“Lugar de 100 habitantes, cabecera municipal, a 561 m de altitud. Reunía 216 habitantes en 1.900. Está situado junto a la carretera general del valle de Benasque… El conjunto tradicional tiene tres zonas diferenciadas: el grueso de la población por un lado y la parroquial por otro, aislada y al norte; a esto hay que agregar la zona expansiva desarrollada a lo largo de la carretera con edificios contemporáneos, algunos dedicados al servicio del turismo de paso. El núcleo principal llanea en las tierras aluviales del río Ésera, donde la calle Mayor, alineada con la corriente, lo atraviesa de norte a sur… Al final de la calle Mayor sorprende un paso cubierto armado con arco carpanel, bajo otro que se supone de descarga; es tan ancho y plano que da miedo pasar por su sombra; sin embargo, está ahí desde el siglo XVI: es túnel defensivo pues abre una aspillera centrada entre el arco y una ventana con elaboradas molduras. Traspasar la imponente arcada supone entrar en el dominio de los Blasco, casa con cuerpos en ambos lados de la calle y unidos mediante ese paso elevado; en ellos observamos dos soberbias portadas con arco de medio punto molduradas y otras dos con dintel sobre ménsulas e inscripciones “Blasco de Mur” gestadas en 1.579 y 1.608… A 2 km. en dirección a Benasque, a la izquierda del túnel, se encuentra la iglesia de La Piedad: tiene planta rectangular y cabecera semicircular mirando a oriente… Lavadero rehabilitado a la entrada de la localidad. Puente colgante del siglo XIX, restos de azud para riego y restos del molino harinero”(Adolfo Castán, Lugares del Alto Aragón).

Cuando, en mi constante subir y bajar por la carretera C-139 entre Barbastro y Campo, paso por el pueblo de Santallestra, tres ideas/sensaciones suelen presentarse frecuentemente. Una primera es el ya centenario problema de la regulación del río Ésera, que para mí (ya había tenido múltiples episodios anteriores) se inició con la publicación de una Resolución de la Dirección General de Obras Hidráulicas en 1.971 ordenando la construcción de la “mayor altura de presa posible en el punto kilométrico 55,900 “ de aquella carretera comarcal, o lo que es lo mismo, la realización de un proyecto de pantano llamado Manuel Lorenzo Pardo o pantano de Campo, que encarnaba las peores esencias del franquismo. La oposición frontal, firme y rigurosa, concluyó con éxito cuando el 29 de septiembre de 1.986, el Pleno de la Confederación Hidrográfica del Ebro, por acuerdo casi unánime, decidió rechazar aquel proyecto y aprobar una nueva solución regulatoria: Azud de Campo y pantano de Comunet. Años más tarde, desechada también ésta, se apostó por el pantano de Santallestra que, asimismo, fue derrotado. Al parecer, y en breve tiempo, entrará en servicio el pantano de San Salvador, solución regulatoria dentro de la propia área regable, pero ¿será suficiente?, ¿será la definitiva?.

La segunda senso-idea, más antigua, proviene de ese enigmático cartel, Santa Liestra, que me ha llenado de extrañeza desde siempre. ¿Liestra?. ¿qué santa es esa?. Les aseguro que no he conseguido localizarla jamás en el santoral católico, si bien es cierto que tal denominación está postergando a la tradicional, Santallestra, que ya solo pervive en la boca de algún anciano o de algún beligerante indomable. Y sin embargo, Santa Liestra o similar tiene una gran antigüedad documental: un documento del año 1.019, agosto 11, recogido en la Colección diplomática de Obarra, del profesor Martín Duque, contiene la donación hecha por el conde Raimundo y su mujer Mayor a Obarra de un alodio en Agilar (sic), y está firmado entre otros por Servo Dei “abba de Sancta Lestra”. Observemos la partición del topónimo y la manipulación católica de su primera parte. Otro, de octubre de 1.020, recoge la devolución a Obarra de los alodios de Sancto Quirico y Sancti Stephani y menciona por tres veces “kastro de Sancta Listra”, “término de sancta Listra” y “Galitto de Sancta Listra”; en una segunda redacción aparecen las formas Lixtra, Lestra y Liestra, lo que demuestra que, manipulada la primera parte, nunca supieron ponerse de acuerdo los devotísimos escribas en inventar una santa minimamente digna para la segunda. Finalmente, un tercer documento de 2 de enero de 1.231 habla de Arnaldo de Sancta Listra (Lestra), Liestra y hasta Lictra. Decididamente, la tal santa era un escurridizo fantasma…

La tercera sensación me la produce la visión de los montes que flanquean por la orilla izquierda y, más aún, por la derecha, de norte a sur, el lugar de Santallestra, donde encontramos los parajes de La Pinareta, Morrón de Peri, Cazcarret, Albás y muchos otros, cubiertos de una vegetación muy especial: no podemos hablar propiamente de bosque porque, en general los árboles no son tan altos ni están tan tupidos como para formarlo; pero, en cambio, en modo alguno puede decirse que esté pelado, porque un sin fin de árboles pequeños y de arbustos lo salpican totalmente, dando un monte abigarrado, cuajado de árboles de medio porte, arbolillos y arbustos, redondeados, escasamente ramosos, como si el suelo vegetal con su consistencia y fertilidad, el asoleamiento, la humedad y no sé qué otros factores impidieran mayor frondosidad y carga, pero que tampoco consintieran menos.

La “sancta” documental es, como ya sabemos, la versión católica del tza anta ibérico, mucha abundancia, proporción o presencia, gran cantidad, tal como lo estudiamos en el capítulo XXV.- Topónimos con santas y santos por casualidad de mi obra De Ribagorza a Tartesos; y más próximamente en el trabajo nº 127 de esta serie dedicado a Búbal, Santalena. Pero mucha abundancia o gran cantidad ¿de qué?. Siguiendo la dicción popular transmitida oralmente durante milenios, nos encontramos con la composición ibérica aleztara, integrada por los siguientes elementos aglutinados: el primero es la voz ale, ejemplar, unidad, pieza, puesto en plural obligatoriamente por la construcción inicial Santa; así pues “gran abundancia de ejemplares…”. Sigue el adverbio de negación ez, no, que viene a modificar a un adjetivo tara, “de ramas o ramosos”. Ez-tara, literalmente “no de ramas” es la versión negativa de aquellos ejemplares de arbolillos y arbustos redondeados, achaparrados, a que antes nos referíamos.

Desde un pinto de vista formal, la composición es también perfecta; tza se une a anta mediante elipsis al final del primer término, con encuentro de vocales iguales: tz(a)anta > santa. Ale viene a unirse al anterior asimismo con elipsis al final del primer término y, también, con encuentro de vocales iguales: sant(a)ale > santale. Se repite la norma de acomodación y el motivo con ez: santal(e)ez . Finalmente tara viene a unirse por yuxtaposición necesaria pues una nueva elipsis, haciendo desaparecer la z (s en pronunciación fricativa apicoalveolar y no interdental), vendría a subvertir completamente la naturaleza de tales ejemplares vegetales que pasarían de “no ramosos” a “ramosos” y, con ello, la propiedad de la descripción. En tara se dará la síncopa de vocal tras oclusiva seguida de r y de igual vocal: t(a)ra > tra. En conclusión, tza-anta-ale-ez-tara > santalestra, y con palatalización de la consonante lateral, Santallestra. El significado de este topónimo, “gran abundancia de ejemplares no ramosos”, literalmente, y de forma más expresiva “gran abundancia de ejemplares achaparrados”.


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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