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Sabiñánigo (184)

Altoaragonesa

“Hacia principios del siglo, más concretamente en el año 1.908, en la Guía de la Provincia de Huesca de Adrián Hernández, aparece como un lugar de 135 habitantes… Samianigo pueblo tenía como único núcleo agregado el de El Puente de Sabiñánigo (99 habitantes)” (Los orígenes de Sabiñánigo, de Oscar Latas Alegre). Hagamos la oportuna operación para determinar que el núcleo originario contaba con 36 más un barrio en expansión llamado El Puente. Las cifras parecen bastante coherentes con las contenidas en diversos censos anteriores: 12 fuegos en 1.495, 13 en 1.510, 12 en 1.543, 12 en 1.609, 16 en 1.646, 21 vecinos en 1.713, 33 vecinos en 1.797, 24 vecinos y 148 almas en el Madoz (1.845-50)…, en todos los casos incluido El Puente. En 2.008, ciudad de 8.698 habitantes (A. Castán, Lugares del Alto Aragón). De la comparación entre las cifras de 1.908 (135 h.) y 2.008 (8.698 h.), extraemos dos primeras consecuencias:

- El crecimiento relativo de población, un 6.443 % en el último siglo, no tiene parangón en la comunidad aragonesa.

- Tal expansión poblacional, en buena parte concentración, ha tenido lugar en tiempo relativamente reciente, lo que nos ha permitido observar la situación previa, hecho este determinante para un estudio toponímico.

Y es que, como siempre, el topónimo nombra (función identificativa) y describe el lugar (función descriptiva), siquiera sea a través de una de sus notas más características (elemento identificador). El nombre Sabiñánigo se aplica hoy a una ciudad que nada tiene que ver con aquel nucleolo de tan solo 36 habitantes, pero es en éste donde habremos de buscar la explicación y comprobación de su contenido. Pero ello no sería posible sin a conjunción de dos circunstancias:

- La capacidad de interpretar la enorme complejidad lingüística de una composición de la lengua ibérica tal que Savignaneco, con formas y fenómenos fonéticos desconocidos hasta el momento.

- El conocimiento de hechos que se dieron en aquel nucleolo y que traen causa de un tiempo inmemorial, por supuesto prerromano, tales como, por ejemplo, los cultivos principales. Este conocimiento me ha sido dado por Oscar Latas Alegre en su obra antes mencionada, y sin él ni el verdadero significado del topónimo ni la comprobación sobre el terreno de la interpretación hallada hubieran sido posibles. Una vez más, mi agradecimiento ante una obra bien hecha.

Observemos que, en lo hasta ahora escrito, ya hemos utilizado tres variantes del topónimo: una primera y actual, Sabiñánigo, ya en el encabezamiento y en varias ocasiones posteriores; una segunda, Samianigo pueblo, al separarlo de El Puente; por último, Savignaneco, que tiene el gran valor de ser la primera forma escrita, pues el 27 de octubre de 1.035 se cita al señor Jimeno Sánchez de Savignaneco. ¿Cuál de ellas responde con mayor fidelidad a la etimología ibérica?. Procederemos, para dar respuesta, en la forma habitual: el análisis morfológico nos brindará las palabras o formas que integran la composición, y el fonético nos mostrará las aglutinaciones o acomodaciones entre ellas así como los cambios fonéticos propios de aquella lengua. Acto seguido, convendrá explicar las alteraciones de la forma etimología ibérica en las otras dos variantes.

Si acudimos al compendio de todos los errores o recopilación de tesis estrafalarias ajenas, que es la obra de Pancracio Celdrán Diccionario de topónimos españoles y sus gentilicios, nos topamos con lo siguiente: “Lugar oscense en el partido judicial de Jaca, regado por el río Gállego. Se cree fue fundada por un propretor romano llamado Sabino Calvisio. Se habla ya en el siglo V de unos posibles refundadores del lugar: los Sabiniani. Del antropónimo latino Sabinianus, poseedor de tierras o fincas en la zona. El sufijo –ago, indicativo de pertenencia, deriva del latino –icus, aunque puede ser parte del adjetivo surgido del antropónimo: sabinianicus – “perteneciente a Sabiniano”. Bien, pues ya tenemos a otro ilustre invitado, Sabino o Sabiniano, en la mesa de los fantasmas, en la que hemos venido acomodando a Antonius de Tierrantona, Montanus de Montañana y Montanuy, Sancius de Senz, Bradila de Brallans, Poncius de Ponzano, Panza de Panzano, Ben-Awar de Benabarre y una multitud más que hacen la mesa inacabable. Se trata, en realidad y en cada caso, de un intento habilidoso de soslayar el problema, de camuflar la ignorancia del autor, necesitado de aportar alguna explicación, pero incapaz de interpretar la lengua ibérica. Menos credibilidad todavía le merecen a Óscar Latas otras dos soluciones: en la primera, la palabra Sabiñánigo proviene del griego y, etimológicamente, significa “juncos junto al río”; en la segunda, hubo un monje en San Juan de la Peña llamado San Eñego o San Iñigo, relacionado con nuestro pueblo; por eso todavía hay dos casas que llevan su nombre: casa Ignacio y casa Ignacié, y esta doble identidad de denominación pudo ser el origen de la palabra bi, que, colocada entre San e Iñigo daría San-bi-Iñigo, ahora Sabiñánigo.

Vamos ya con nuestro ejercicio de toponimia real que, para mayor claridad, separamos así:

1. “En la Guía Regional de Aragón de 1.914 se cita a Sabiñánigo como un lugar con Ayuntamiento de 329 h…Agregados Bailín (cabaña de 19 habitantes) y Puente de Sabiñánigo (99 habitantes). También se dice que es un lugar donde las principales producciones son el cereal y el vino. Sobre este último nos han llegado topónimos del barrio de la Estación como los Fajetones de biñas del batanero de El Puente, ubicados entre la Partida de Cruziellas y el Tresoro. Esto indica la existencia de dicho cultivo, al que en los presupuestos de 1.921 se destina una partida para la lucha contra la filoxera (enfermedad de las cepas), aunque nunca pasaría del autoconsumo…”(O. Latas, Los orígenes de Sabiñánigo, pág. 29).

2. La filoxera, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es un “insecto hemíptero oriundo de América del Norte, parecido al pulgón, de color amarillento, de menos de medio milímetro de largo, que ataca primero a las hojas y después los filamentos de las raíces de las vides, y se multiplican con tal rapidez, que en poco tiempo aniquilan los viñedos de una comarca. A la luz de la cultura ibérica, lo de “la filoxera oriundo de América del Norte”, como “la seda procedente de China” o los “maravillosos riegos árabes de Banialbúfar (Mallorca)” y otras mil cuestiones más, habrán de ser sometidas a revisión.

3. La composición ibérica Sabignaneco consta de las siguientes formas; sabi, conjunto de raíces muy delgadas de un árbol o planta; igan, indeterminado del verbo iga(tu), consumirse de enfermedad y, por tanto, “se consumen”. –neko, sufijo relativo verbal compuesto de n (pronombre relativo “que”), de la vocal eufónica (e) y –ko, sufijo casual, indica lugar o tiempo en que se contiene o pasa algo; tiene variante –go.

4. La acomodación o sutura entre sabi+igan se efectúa con elipsis al final del primer término, con encuentro de vocales iguales, sab(i)igan. El enlace o acomodación ente sabigan+neko sigue la norma de yuxtaposición necesaria. El grupo consonántico nn, siempre inestable, se resuelve mediante una metátesis: sabigaNNeko > sabigNaNeko. Queda explicada la forma del año 1.035.

5. El grupo consonántico gn o ng da regularmente ñ; recordemos aquí lo dicho en Grañén (nº 2 de esta serie), Sariñena (nº 37), Ontiñena (39) y otros. Por consiguiente, Sabignaneko > Sabiñaneko. Después, el vocalismo a-i de la primera parte (sabi) se impone por asimilación al de la segunda: a-e de –ñane- > a-i de –ñani-. Ya hemos dicho que –ko tiene variante –go (equivalencia de oclusivas sonoras-sordas). Queda explicada la forma actual Sabiñánigo.

6. La variante popular Samianigo presenta de inmediato una sustitución de bilabiales sonoras: la /b/ etimológica cede ante /m/. Acto seguido, la cacofonía que resultaría de una concentración de nasales – Samiñánigo- se evita con la elisión de ñ.

Es momento de admirar la belleza y fidelidad de la lengua ibérica: una composición en la que lucen las normas de su lingüística, morfológicas y fonéticas. Una descripción de hechos reales expresada con la máxima fidelidad. Una nueva andanada dirigida a aquellos que, sin conocerla, desprecian o ignoran nuestra cultura ancestral. Porque Sabiñánigo significa “el conjunto de raíces muy delgadas de una planta que se consumen por enfermedad”, o si se quiere, “la filoxera”.


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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