Toponimia
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Al Este de la villa de Nabal se forma el barranco de Rosico, que toma dirección O-E hasta su encuentro perpendicular con el río Cinca, ahora embalsado en El Grado. El barranco, bien señalizado, y su encuentro con el río, se divisa perfectamente al lado derecho cuando ascendemos por la carretera general de Barbastro a Aínsa. Años atrás, alcanzó cierta notoriedad cuando en el fondo del hondón, y tras varios días de búsqueda, fue hallado un coche desaparecido con sus ocupantes, víctimas de un accidente.
Pero la expresión Barranco de Rosico debe entenderse como Barranco de la aldea de Rosico. En efecto, desde miles de años atrás –el topónimo es indudablemente ibérico- varias familias se asentaron al margen izquierdo del barranco, llegó a contar con tres casas de las que solo casa Arcas se mantiene en pie, tenía 22 habitantes en 1.900 y quedó despoblado en la década de los sesenta. Al lado opuesto del barranco, el también despoblado lugar de Montarnedo, con una sola casa bien conservada. Rosico perteneció a Mipanas, si bien hoy se incluye, con Montarnedo, entre los despoblados de Nabal.
En una hermosa mañana de octubre, el termómetro alcanza los 30º en la Plaza Mayor de Nabal. Sentados a la sombra en un bar de los soportales, un grupo de vecinos me informan sobre Rosico: “Hoy, me dicen, está replantado de pinos, pero aún se pueden encontrar algunos olivos, almendros y hasta cepas. Eran buenas tierras de cereal, pero sobre todo de aceite, vino, frutales… Y lo mismo puede decirse de Montarnedo”. Esta descripción me resulta conocida: Madoz, al enjuiciar el término de Nabal, nos dice que “en las márgenes de los dos arroyos que por él serpentean (uno es el de Rosico), vegeta una prolongada y frondosa arboleda, además de la variedad de frutales silvestres que en toda su área se observan, pues alternan indistintamente los olivos, nogales, almendros, perales, manzanos, ciruelos, higueras, encinas, robles, chopos, álamos, olmos y toda clase de arbustos…; fertiliza una bonita huerta… y finalmente, tal es la clase de este terreno, por su fortaleza, vigor y feracidad…”.
Rosico es otro topónimo ibérico con R- inicial metatética. Procede de zori, abundantes, más oko, racimos de frutas de cualquier planta. Zori permuta sus consonantes a Rozi (pronunciación rosi). El enlace rosi +oko presenta una de las soluciones “especiales”, en este caso, la haplología: r-o-sio-ko da rosi(o)ko, reduciendo el diptongo –io- y suprimiendo una de las tres vocales fuertes. Rosico se traduce por “abundancia de racimos de frutas de toda clase”.
Nota.- En el año 1.947, un Maestro Nacional estadillano, D. Emilio Rosico Altarriba, se empecinó en que, de cualquier modo, yo debía estudiar. Mi gratitud imperecedera.
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