Toponimia
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La carretera que sube al Hospital de Benasque continúa hacia el Este y llega al Pllan de Besurta y a su aparcamiento, final de trayecto para vehículos motorizados. Desde el aparcamiento sale el camino, en dirección sur, que nos lleva al refugio de La Rencllusa. Este refugio, de larga tradición, es el centro de una verdadera encrucijada de caminos: desde allí salen las rutas a los ibones de La Rencllusa, al pico de Paderna (2.622 n), a la Tuca Blanca, a los ibones de Alba y a la cresta y brecha de Alba, al pico de Alba (3.107 m), al collado Superior (3.064 m), Le Bondidier (3.146), ibón de La Maladeta…Destacan, desde La Rencllusa otras dos rutas: la primera, a través del glaciar de La Maladeta, al pico de La Maladeta (3.308 m); la segunda, que se separa de la anterior en el Portillón inferior, al glaciar y pico de Aneto (Malaía, 3.404 m). Pero aún hay más: desde La Rencllusa, hacia el SE, por el collado de este nombre, al Forau, cabaña y Pllan d´Aigualluts; desde aquí, salen vías hacia Barrancs y Salenques, ibones de La Escaleta, coll de Toro, Pena Nera, Pomero… En definitiva, desde La Rencllusa, como un abanico, se abre un cruce de caminos hacia las cimas y metas más deseables del Pirenneo central.
Reparemos, a continuación, en otras vías, ahora de aguas. El Ésera, drásticamente sangrado en el Forau d´Aiguallutas, sigue hacia el oeste y, de inmediato, comienza a recibir socorros; el más notorio, por la izquierda, el barranco de La Rencllusa. Pero por la derecha, son los ibones de Villamuerta, cuyos vertidos se unen a los de otros pequeños ibones de La Besurta, comunicados entre sí, entrelazados, al igual que los ibones del Plan d´Estañ, formando otro cruce de vías que convergen en el Ésera, ya llamado así porque poco antes se ha precipitado en la sima. Cruces de caminos y cruces de aguas en el entorno de La Rencllusa…
Rencllusa es un topónimo iberovasco que muestra R- inicial, por lo que bien podríamos pensar que estamos ante otro supuesto de metátesis, como lo hicimos en otra ocasión. Pero, de ser así, deberíamos regresar a una voz inicial, ner, que no tiene fácil aplicación a este caso; tampoco lo tendría ner(e), “también”, si se diese la consabida elipsis al final del primer término. La duda queda resuelta con toda propiedad y confianza, mediante otro expediente, sobradamente conocido y capaz, asimismo, de producir aquella R- inicial que, en modo alguno, puede ser originaria. Me refiero a la aféresis de vocal inicial silábica, que deja al frente a la vibrante fuerte, de la voz eremu, “extensión, superficie o área de terreno, espacio, lugar, sitio o paraje”, de modo que eremu > (e)remu, en primer lugar; luego la elipsis al final del primer término nos conduce a rem(u), y por último, la m implosiva ante la consonante inicial del segundo término se modifica a n: rem(u) > ren. No hay, por consiguiente R- inicial metatética, sino aféresis de vocal inicial silábica. Se comprueba, una vez más, la afirmación de Koldo Mitxelena cuando dice que la posición inicial es la de máxima inseguridad.
Lejos de presentar dificultades, el segundo elemento klu, palatalizado por el dialecto ribagorzano a kllu, explica acabadamente y fortalece la interpretación de toda la composición. Fonéticamente es el resultado de la contracción de la voz kulu, que responde a la síncopa de vocal (u) tras oclusiva (k), seguida aquella de l y de igual vocal. Véanse los ejemplos kalara-bide > Clarabide, aiz-kele > Iscles y kulu-eror-tza > Cullerosa. Pero es su semántica la demostración final del acierto: kulu significa, según el DRAE, “confluencia de aguas y aún de caminos”. La descripción que hicimos al inicio del paraje de La Rencllusa cobra aquí todo su valor. Por último, el sufijo tza (za, sa) que vale, como sabemos, por “montón, abundancia de, gran cantidad, muchos”. La composición originaria eremu-kulu-tza, tras los fenómenos fonéticos ya descritos (aféresis, elipsis al final del primer término, pronunciación de la m implosiva como n, síncopa de vocal tras oclusiva y palatalización de l > L) se convierte en Rencllusa, cuya traducción al castellano es “el paraje de gran cantidad de confluencias de aguas y de caminos”. Nada que ver, por tanto, con las explicaciones un tanto festivas y totalmente infundadas de “cercado”, según alguno, o de “punto donde brota el agua”, según otro.
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