PANPLONA
Ibérica
Cneo Pompeio Magno, según la tradición, fundador de Pamplona. En la campaña de las guerras sertorianas en Hispania decidió retirarse en el invierno del 75 al 74 a. de C. al territorio aliado de los vascones. De aquí se ha seguido la afirmación generalizada de que el topónimo PAMPLONA deriva de Pompeio. Un error simple, el que podemos cometer tú y yo, nosotros y vosotros, no será muy grave porque buscamos la verdad y poseemos la humildad suficiente para reconocerlo cuando se evidencia; pero adquiere el rango de estupidez cuando está imbuído de soberbia, la que da el Ayuntamiento que erige una estatua al fundador, o la Institución “Príncipe de Viana”, la cátedra, algún medio de información u otro foro intocable que, además, cuenta con un respaldo unánime y ya tradicional. Veamos el estado de la cuestión que expone muy bien Mikel Belasko en su “Diccionario etimológico de los nombres de los pueblos, villas y ciudades”, entrada Pamplona.
“El nombre romance está compuesto del nombre del general romano y la voz vasca antigua ILI “ciudad”. Así lo explican José Mª Jimeno Jurío y Patxi Salaberri: “Según algunos autores… el nombre PONPAELON (Estrabón, Ptolomeo), POMPAELO (Antonino Pío), contenido en el gentilicio POMPALONENSIS (bronce de Arre), PONPELONENSES (Plinio), parece compuesto del nombre del general Pompeyo y de un segundo elemento, que no es otro que el apelativo empleado en tiempos recientes en euskera para designar la Ciudad…, aunque este segundo componente debió sufrir algunas modificaciones para que su aspecto se ajustara a las costumbres latinas”. Esto es una “olla podrida”: diferencias insalvables tal que PONP vs. PANP; autores clásicos muy posteriores a Pompeyo – el más próximo, Estrabón, redactó su “Geografía” el año 18 d. de C- que además hablaban de oídas; vaguedades inaceptables (apelativo, algunas modificaciones, costumbres latinas); fundación de una ciudad ya existente desde muchos siglos antes…
La primera muestra de racionalidad nos la da Mikel Belasko en tres líneas: “En otras lenguas romances se conoce a nuestra capital de la siguiente manera: PAMPELUNE (francés), PAMPALONE (gascón), POMPLONA (romance navarro). Observemos en estas lenguas la proximidad al PAMPLONA actual que ha sobrevivido durante milenios. He aquí las pruebas concluyentes:
Nos acercamos andando al Museo de Navarra y, ante la puerta de entrada, optamos por caminar hacia el lado derecho de la fachada, en el que una escalera descendente nos devuelve a la acera de la calle; seguimos un corto trecho por ella hasta que, por la izquierda, arranca un vial encementado que asciende y gira a la vez por lo que aparecen peldaños trapezoidales. En nuestro sentido de marcha, el vial tiene un fuerte muro por el lado derecho que oculta la visión; entramos en una garita de vigilancia para ver el terreno lindante con el Casco Antiguo en el que nos hallamos y vemos, abajo, el río Arga, primero, y amplios llanos más allá. En su ascenso, el vial nos conduce hasta la parte posterior del Museo y, cuando nos parece que está en la cota más alta, nos asomamos por enima del muro: abajo, muy próximo y hundido, la cinta azul-grisácea del río y, desde nuestras narices hasta la corriente fluvial, una enorme caída, casi vertical, con matojos, arbustos y algún arbolillo… Y se hace la luz, brilla el sol, se nos ha concedido el “don de la verdad”, el EGIARDONE… Ver en el mapa el tramo comprendido entre el Portal de Francia y el Puente de la Rochapea.
PANPLONA es un topónimo ibérico integrado por tres formas muy notorias. La primera es PANP, onomatopeya de la caída. La segunda es ORO, todo, en todo, del todo, total. Ambas formas enlazan por yuxtaposición ya que la elipsis nos daría un PAN(p) que es la onomatopeya “ruido” e induce a confusión. En tercer lugar, el pronombre relativo N que al final de la construcción toma la forma -NA y que lleva implícito el verbo copulativo, en este caso “la que (tiene)”. Este “engendro lngüístico” PANPORONA todavía tiene que presentarnos sus dos certificados de autenticidad. El primero es la alternancia r/l (f.f.s.a. nº 9) que nos lleva a PANPOLONA; el 2º es la síncopa de vocal, en este caso la /o/ tas oclusiva /p/, seguida aquélla de consonante líquida -la /l/- y de igual vocal, de modo que se obtiene PANP(o)LONA (f.f.e. nº 4). El nombre ibérico primitivo de la capital navarra es PANPLONA, que significa “la que tiene una caída total o enorme