Toponimia



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Paderna (105)

Altoaragonesa

Cuando caminamos desde el Hospital de Benás al Plan d´Estañ y La Besurta, vemos a nuestra derecha, en la falda de La Maladeta, tres montañas similares que, por ello y por su disposición, son llamadas Las Tres Hermanas de Paderna. Existe una leyenda muy conocida, según la cual Paderna era el amo de los pastores y rebaños de la zona. Tenía tres hermanas que fueron raptadas por su rival Aminta. Paderna suplicó a la montaña y cuando le preguntaban por sus hermanas, mirando a las montañas cónicas, decía: “Esas son las hermanas de Paderna”.

La Toponimia asume frecuentemente el papel de demoledora de leyendas y fantasías: las brujas del Turbón o del castillo de Boltaña, las hadas del Coll de Fadas, el becerro de oro de Brokoló, el moro Ben-Awar de Benabarri y su tocayo Ibn Zayd de Zaidín, la virgen de Puig Cremat de Prukimá, las santas Maura, Liestra, Truja, Masas…de Santamuera, Santallestra, Santatrunxa, Santasmasas y otras muchas; los santos Felipe (o Félix) y Orencio de Sanfeliu y Santorens, los caballeros de distinta procedencia, como Sancius de Senz, Granio de Grañén, Antonius de Terrantona, Poncius de Ponzano, Pansa de Panzano, Beresind de Beresindi, etc.; damas y siervas, gigantes y ninfas, hasta dioses como el del sol Neto, de Aneto. Todos ellos y ellas son empujados por la Toponimia a una curiosa galería de aberraciones y despropósitos que, en realidad, no son otra cosa que auténticos “bajonazos” para despachar al toro demasiado bravo para tan poco acerbo de ciencia y prudencia. Y así, donde todo parece indicar que tenemos un castillo pequeño, como en Castillazuelo, viene la verdadera ciencia toponímica a demostrar que, en realidad estamos en un lugar distinguido por una valiosa “clase de judías de agujero”. Mucho me temo que a Paderna, amo de pastores y rebaños, le espera una suerte similar…

Las tres hermanas de Paderna son, en verdad, el pico de Paderna de 2.629 metros, la Tuca Blanca de 2.855 y la Tuca del Ésera de 2.595 m, de las cuales es la primera la que ha recibido con propiedad etimológica el topónimo descriptivo Paderna. Para llegar a ella partimos del refugio de La Rencllusa en dirección a los ibones de Paderna; hay que bordear estos ibones por la derecha, a través de un caos de grandes bloques y cruzar después el torrente de Alba. Hemos evitado hasta ahora la pendiente frontal por el riesgo de aludes. Dejamos a la izquierda la ruta del collado de Alba y nos elevamos en dirección SO entre abundantes piedras hasta alcanzar el collado de Paderna, un poco al S y al O del pico de Paderna. Desde el collado, por la cresta, se remonta hacia el NE. Si desde el pico queremos descender al Hospital de Benasque, habremos de pasar por las fuertes pendientes de la plleta de Paderna, flanquear el bosque y descender por estrechos canales hasta la carretera. El recuerdo de los grandes bosques, de los pedregales y de los descensos nos acompañará teñido por un calificativo: escabrosos.

Tras mi obra de iniciación a la toponimia, El misterio de la Ribagorza. Orígenes, historia y cultura a través de la Toponimia, surgió en mí la necesidad de comprobar que el sistema lingüístico patente en todos aquellos topónimos (entre los cuales figuraba Paderna) era común a la primitiva lengua de toda la Península, y este objetivo, con nociones generales sobre Toponimia real, el topónimo como retazo de la conversación, sus funciones, elementos (forma y contenido), el criterio diferenciador, la necesidad de comprobar sobre el terreno la interpretación hallada, está latente en la segunda de mis obras, De Ribagorza a Tartesos. Topónimos, toponimia y lengua iberovasca, que apareció en 2.002. Sentía la necesidad de contrastar, con toda extensión y profundidad, mi tesis sobre la lengua iberovasca común a toda la toponimia peninsular e, incluso insular. Por ello escogí la isla de Mallorca, estudiada con todo detalle en repetidos viajes, de lo que surgió la obra Baliaride. Toponimia, lengua y cultura ibérica en Les Illes. El resultado no pudo ser más convincente, representado por más de 300 topónimos ibérico-mallorquines desarrollados y publicados, amén de varios cientos más que quedaron en el tintero. Uno de aquellos es Patana, del que se dice en la pág. 219 de dicha obra: “En el plano de Son Real, al que aludíamos al estudiar Caubell, figura un paraje conocido como Na Patana, que no es sementer, rodalía, etc., como se preguntan Corominas y Mascaró, y que tampoco tiene relación alguna con la planta nepeta. Se trata de una zona bastante escarpada conocida como Punta de Na Patana. Y el análisis de este topónimo resulta clarísimo: es una composición que integra una oración simple copulativa en la que el atributo es patar, cuesta escabrosa, y el sujeto es el pronombre relativo n, que en posición final absorbe al artículo determinado a, dando terminación –na, “la que (es o tiene)”. Patar sufre elipsis al final al entrar en composición: pata(r)-na > Patana, “la que es o tiene una cuesta escabrosa”


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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