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Orna – 351 (a)

Altoaragonesa

Comarca del Alto Gállego y municipio de Sabiñánigo. “Orna de Gállego se emplaza a 769 m de altitud y a 18 km de Sabiñánigo, con 18 habitantes. Enclavado en un terreno llano en la margen derecha del río Gállego, conserva característicos inmuebles de arquitectura popular, pudiendo apreciar relevantes componentes estructurales y decorativos. Iglesia románica obra del siglo XII, compuesta por una nave techada con bóveda de cañón y culminada en ábside semicircular, en cuyo exterior aparecen las arcuaciones lombardas, así como los frisos de ajedrezado jaqués; de época moderna es su torre” (Comarca del Alto Gállego ).

Orna, que alcanzó los 115 habitantes en 1.857 (105 en el Madoz), aparece citada en la documentación histórica desde antiguo, repetidamente y con toda fijeza. En la Colección diplomática de Fanlo, año 1.035, “Orna”; en la Colección diplomática de la Catedral de Huesca, asimismo “Orna” en diversos documentos de los años 1.118, 1.169 y otros más. Esta fijeza facilitará nuestra labor.

Circulamos por la N-330 en dirección de Jaca a Huesca y, llegados al Hostal de Ipiés, tomamos un desvío a la derecha que nos lleva a cruzar el río Gállego, justamente cuando inicia su recorrido de este a oeste, es decir, cuando “se equivoca” de sentido abandonando el norte-sur que recuperará tras remansarse en el pantano de La Peña. Por ese desvío, que discurre junto al río, muy pronto habremos de tomar, también por la derecha, otro muy corto que nos sitúa en Orna. Decía Madoz que se sitúa “sobre una colina despejada y sana a la derecha y ribera del río Gállego… El terreno es parte de secano, y lo restante huerta regada por las aguas del Gállego… Produce trigo, cebada, avena, legumbres, judías, cáñamo, lino y maíz; cría ganado lanar y cabrío; caza de conejos y liebres, y pesca de barbos y truchas”. Todo lo anterior debe interpretarse cumplidamente en éste como en cualquier otro lugar del Pre-Pirineo: pan para las personas, cereales pienso y salvado para los animales domésticos; sobre esta buena base, la inmensa utilidad de la huerta para unas y otros: patatas (nabos anteriormente), legumbres, hortalizas, frutas, forrajes…, todo lo preciso para el recrío de cerdos, gallinas, conejos y algunas vacas. Se configura de este modo un cuadro completo de abastecimiento, de bienes consumidos directamente por las personas e indirectamente a través de los animales. Ni siquiera faltan en el concierto la caza y la pesca.

En Orna me guían hasta el mejor informante que pueda existir: un octogenario llamado Santos con vitalidad y memoria plenas. Allá por los sesenta, me dice, quedó como único habitante activo del lugar. Agricultor, ganadero, su casa sigue muy activa con nueva generación, maquinaria, pujanza… Me confirma multitud de extremos presentidos: trigo más que suficiente para el gasto, cereales pienso, huertos… Él mismo recriaba hasta cinco cerdos, llegó a tener más de un centenar de vacas, intentaron concentración parcelaria que fracasó, con lo que el cultivo de las huertas se fue perdiendo por falta de rentabilidad, avenidas del Gállego y, en definitiva, me dibuja una economía más que suficiente pues tenían, de sobra, todo lo necesario.

La lengua ibérica contaba con el verbo orni(tu), proveer, abastecer. Sabemos que esta forma del infinitivo es idéntica –desinencia cero- a la del agente de tercer grado, “que provee, que abastece”. Tan solo nos falta un segundo elemento bien simple, el artículo determinado a, el. Se une mediante elipsis al final del primer término: orn(i)a. La traducción del topónimo Orna no puede ser otra que “el que provee o abastece”, se sobreentiende que bien o cumplidamente, de todo.

 

 


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