Epigrafía
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Algún día se reconocerá y enseñará en las escuelas españolas que la injusta, larga y salvaje conquista de Iberia por los romanos, iniciada en el 218 y acabada en el 19 a. de C., constituye uno de los períodos más crueles, depravados y vergonzosos en la historia del mundo occidental. Que el manido “legado de Roma” consistió, antes que nada, en la introducción en nuestro solar y civilización de prácticas e instituciones tan perennes como el asesinato, el genocidio, la violación, la sodomía, el incendio, la rapiña más rigurosa, la esclavitud, la mentira sistemática y la manipulación de la Historia. Obviamente, no todos los Hispanii las padecieron por igual. Se vieron libres de ellas, desde el primer momento, los proveedores de bienes y servicios necesarios para los invasores, que , de este modo, dan carta de naturaleza al fenómeno del “colaboracionismo”. Después, y muy significativos, los pueblos y ciudades que, movidos por el temor o por antiguas rivalidades, se someten al invasor a cambio de un pacto o foedus que les permite conservar vida, patrimonio, una libertad limitada y hasta un cierto ascendiente o privilegio social. Finalmente, los mercenarios que toman las armas contra sus hermanos a cambio de unas monedas o promesas de miserable botín. Roma concitó en torno suyo a todos los iberos serviles, cobardes y criminales.
Muy pronto, en las décadas siguientes a la invasión, la situación empezó a evolucionar. Junto a los legionarios en activo aparecieron los jubilados o veteranos que se asentaron en la Península, fundando colonias separadas o mezclándose con los amigos; los descendientes de aquellos colaboracionistas, federados y mercenarios forman nuevas generaciones insertas en el mundo romanizado, que empieza a ser organizado, regido y administrados por jefes, funcionarios y jueces nombrados por Roma. Un proceso de aculturación romanista, discontinuo en el espacio y de intensidad muy variable, crece sin cesar y sustituye a la cultura ibérica en zonas cada vez más amplias. Pero la polarización en torno a lo romano y lo ibérico tiene raíces tan hondas, injustas y crueles que no desparecerán jamás, aún cuando cambien de aspecto o apariencia externa: el ibero vencido, cuando sobrevive, engrosa el inmenso y mayoritario cuerpo de los esclavos y sometidos, de loa pobres y humillados, del pueblo llano, servil, explotado… Y que, ignorando y manipulando esta realidad, se pretenda mantener y propagar, como se ha venido haciendo hasta hoy, que los españoles descendemos de los “hispanorromanos”, además de una falacia, puede resultar un insulto.
En ese largo período de confrontación, pero también en ocasiones de convivencia, se fraguaron infinidad de cambios sociales, culturales, religiosos, políticos y económicos, que afectaron muy primordialmente a la lengua ibérica. El texto epigráfico que vamos a analizar aquí capta a la perfección un instante intermedio e inestable del cambio. El escriba redacta un texto en tésera o colgante utilizando todavía la lengua ibérica, pero sin embargo:
1. Utiliza ya el alfabeto latino.
2. Substituye el gentilicio propiamente ibérico, que sería Tamusikadar (de Tamusika, topónimo más sufijo –adar, natural u oriundo de), por Tamusiensis, con la desinencia propia de un adjetivo de dos terminaciones.
3. Prefiere la lectura con oclusiva velar sorda k de la forma ibérica gar(a) = somos.
Hemos reproducido las fotografías de la tésera, en forma de cabeza de lince(?), procedente de de Villasviejas de Tamuja (Cáceres), recogidas en la página 397 de Epigrafía prerromana:
A). Trascripción.
TAMUÇIENSIS CAR
B). Secuencia.
TAMUÇIENSIS CAR
C). Lectura.
Tam(o) us(i) ika gar(a).
D). Análisis morfológico.
Tamo: n., variante de tano: tanino.
usi: n.: bosque.
ika: n.: terreno muy pendiente, cuesta.
gara: v. izan, 1ª p. pl. pr. indic. : somos.
E). Análisis fonético.
1. Tamo-usi muestra elipsis al final del primer término.
2. usi-ika, asimismo, elipsis (encuentro de vocales iguales), al final del primer término.
3. Hay separación (cambio de línea) entre ika y gara.
4. Caida de vocal átona final en gar(a).
F). Traducción literal.
“Somos del terreno muy pendiente del bosque de tanino”.
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