Toponimia
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Nerill es una pequeña localidad ribagorzana que pertenece al municipio de Las Pauls. Contaba con 17 habitantes el 1 de enero de 2.005. Para llegar a Nerill, tomamos en Castejón de Sos el tramo de Eje Pirenaico (¡qué futuro tan problemático!. Cuando Obras Públicas solucione de algún modo el duro hueso del tramo Campo-Castejón de Sos, habrá de acometer otro no menos difícil, que de momento está en segundo plano, pero que ha de resultar tremendamente complicado, enormemente caro y, ya se verá, no menos polémico. Y es que, cuando falta el sentido común, todo se encabrona hasta límites insospechados) que va desde esta localidad hacia El Pont de Suert: subimos el Coll de Fadas, pasamos por Las Pauls y, al llegar al Coll de Espina, un cartel a la izquierda indica Neril a 1,5 kms. La pista asfaltada asciende hasta los 1.502 m de altitud. El pueblecillo se sitúa cerca de la llamada Piedra de los Tres Obispos, hito que marca el límite de los tres antiguos obispados de Lérida, Seo de Urgell y Barbastro. Pero fueron los monjes de Alaón los que, a muy primera hora, poseyeron el pequeño núcleo de Valseñiu, junto al castillo de este nombre, acreditado por la existencia del pequeño lugar de Señiu, sobre el valle del Baliera. En el 987 un sacerdote donó a Alaón todo el valle. Más tarde, este monasterio seguía en la posesión de Castanesa-Ardanui y Neril-Ardanué. La huella de la romanización extendida por los monjes persiste en una serie de pequeñas y hermosas iglesias, como la de S. Esteban de Billarrué, consagrada en el 1.143; o la de Ardanué, románica-lombarda, también del siglo XII; o la iglesia de Espés Bajo y la ermita de La Piedad, ambas de origen románico. En Nerill, con edificios de carácter agropecuario de estilo popular, una iglesia que tiene escaso interés.
De Nerill nos da noticias en 1.845-50 el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Pascual Madoz: “Está situado en la cumbre de un cerro con buena ventilación y clima sano, pero propenso a hinchazones y dolores de costado. Se compone de 28 casas distribuidas entre este pueblo y su aldea de Ardanués que dista media hora y está situada en el vértice de un cerro. Una iglesia (Sto. Tomás)de la que depende el anejo de la expresada aldea, sirviéndola un cura párroco de provisión del diocesano y 2 fuentes, una para las personas y otra para caballerías… El terreno es de secano, montuoso y pedregoso, bastante miserable, con algún arbolado de chopos y fresnos. Caminos locales, de herradura y en mal estado. Produce centeno, patatas y yerba los años de mucha lluvia, que aprovecha el ganado lanar, cabrío, vacuno, mular y de cerda; hay también animales dañinos como lobos y zorras. Población: 14 vecinos, 66 almas…”.
El topónimo Nerill es también, como Brocoló, imaginativo. Ya en el pueblo, antes de entrar en la pequeña plaza, tomamos una calle-camino a la izquierda, ascendente, de tierra roja; nos acercamos a un muro de poca altura, debajo del cual vemos el cementerio y algún huerto. Miramos de frente, al sur, y allí, el perfil del lado izquierdo de un tozal, E, nos dibuja perfectamente una figura vista a menudo en los velatorios: la frente amplia continúa hacia el cráneo donde ya se pierde la imagen por la derecha, como semihundida en la almohada. Pero por la izquierda, después de la frente, se aprecia el hundimiento justo hasta el arranque de la nariz, que es muy chata, incluso con tres leves hondas; luego el labio superior, la boca y la barbilla recta, el cuello y el descenso hasta medio pecho. Aquí la visión se trunca porque otro tozal, más a la izquierda, antepone su borde formando con el anterior una marcada escotadura. Es, sin duda, una persona, ni hombre ni mujer, cuya cabeza parece reposar, por el grado de inclinación exacto, sobre una almohada; y es tan perfecta y sugerente la visión que el reposo de la muerte impone silencio…
Nerill es el resultado de palatalizar la /l/ final de Neril. Y ésta es una composición de la lengua iberovasca, cuyo primer elemento es neor, que significa persona, persona indeterminada, un tercero, que en castellano se expresa con “uno”, “cualquier persona”. Con reducción del hiato, tiene variante ner. A este pronombre indefinido, viene a unirse el adjetivo il, muerto, por yuxtaposición necesaria, puesto que la elipsis ne(r)il haría ininteligible la composición. La voz il es bastante frecuente en toponimia, pues ya la hemos contrastado en otros topónimos como Erill (Castell y La Vall), y volveremos a analizarla en Ansils y Suils, entre otros. La traducción de Neril, según lo que acabamos de exponer, puede ser perfectamente “un muerto”, en forma abreviada. Más expresivamente, y en perfecta concordancia con lo descrito, Nerill significará “la persona muerta”.
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