Toponimia
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Mondot es una aldea de tres habitantes que perteneció, juntamente con Javierre, al antiguo municipio de Olsón, mientras que hoy se aglutina directamente en el muy extenso de Aínsa-Sobrarbe. No es difícil llegar a Mondot, recorrerlo enteramente, con detenimiento, y no encontrar persona alguna. Porque “el casco”, si no alcanza el epíteto de urbano, si muestra entidad suficiente y desproporción con el censo. Hay magníficas casas antiguas: Tejedor, Villellas, Villacampa…, una iglesia del siglo XVI, almazara, molino harinero. El término cuenta con bastante terreno llano especialmente apto para el cereal, como la partida de Os Planos, entre el lugar y el barranco de Isola.
El topónimo Mondot guarda una semejanza casi total con otro que ya estudiamos en nuestra primera obra sobre toponimia El misterio de la Ribagorza: se trata de la cima o monte conocido como Montot (Cap del), de 1.705 m de altitud, en el que convergen tres términos municipales ribagorzanos: Bonansa, Beranuy y Sopeira. Ni que decir tiene que entre ambos lugares no existe la más mínima similitud: Mondot es una población, Montot una cima montañosa; en aquel predomina el llano, en éste la montaña; cultivado y humanizado uno, asilvestrado el otro. Y, sin embargo, la identidad de formas (las actuales) es casi plena: en ambos hay una consonante nasal apicoalveolar /n/ que precede a una oclusiva que, en Mondot no se ensordece, esto es, se conserva la oclusiva dental sonora /d/, mientras que sí lo hace en Montot, con oclusiva dental sorda /t/. Más aún: las tres letras iniciales m-o-n son comunes a ambos topónimos (ibérico J-o-n), pero también la cuarta, la que introduce la diferencia do/to, es el mismo signo silábico ibérico O; dicho de otro modo, en ibérico ambas formas, mondo y monto, se escribirían exactamente igual al no haber diferenciación oclusivas sonoras/sordas. En definitiva, razones más que suficientes, si se conocieran, para afirmar la identidad plena de Mondot y Montot, por parte de la toponimia formal. Pero ya sabemos que la toponimia formal es vacía, ligera y falsa, y que el método comparativo o de “emparejamiento de cromos” es acientífico, ridículo, a pesar de que, todavía, es el utilizado por nuestros grandes tratadistas, con las consecuencias que de ello se derivan.
Pero nosotros practicamos la toponimia real o descriptiva, y según ésta, las descripciones de la aldea de Mondot y de la cima de Montot no pueden ser iguales. Es momento de apreciar la enorme sutileza de la lengua ibérica, su estructura y régimen, la presencia constante de composiciones y derivaciones, su riquísimo léxico; todo ello, y bastante más, nos conducirá a la interpretación cabal de ambos topónimos, tan distinta a pesar de la apariencia. Tenemos la mitad del trabajo hecho y publicado, la relativa a Montot. Se trata, decíamos, de la voz ibérica montiot, con variante monterot, y que significa “diablo” (véase Montidiego). La reducción del diptongo io > o nos lleva a montot, y un curioso –por lo infrecuente- ejemplo de aplicación de una voz romance, cap = cabeza, nos conduce a El Cap del Montot o “la cabeza del diablo”.
La otra mitad, Mondot, es más compleja, aunque no demasiado. Lo realmente difícil es comprobar sobre el terreno la interpretación hallada porque, casi totalmente despoblado, arruinado el molino harinero, perdida desde tiempo muy pasado e incierto la actividad de fabricación de pan en el propio lugar, ¿cómo conocer la calidad del pan elaborado en Mondot?. Los juristas saben la virtualidad de la prueba indiciaria, en determinados casos, para fundamentar una sentencia; algo así sucede con el topónimo Mondot: vemos aún hoy en día tierras llanas especialmente aptas para el cultivo del cereal; preguntamos si el trigo cosechado es bueno y la respuesta se expresa con un ponderativo “Síiii…, muy bueno”; la ruina del molino harinero aún permite admirar una magnífica instalación en la que la moltura podía ser perfecta; tan solo falta la panificación hecha por cada casa para el consumo doméstico, pero no hay motivo alguno para dudar de la descripción o contenido del topónimo. Consta éste de m- inicial protética, que tapa el “frente descubierto” de la voz ondo, bueno, sobradamente conocida. El tercer elemento es ot, variante de ogi en las composiciones. El enlace se efectúa con elipsis al final del primer término por encuentro de vocales iguales, mond(o)ot. La traducción de Mondot se muestra categórica: “pan bueno”.
Ya podemos comparar: Montot significa “diablo”, mientras que Mondot, pese a la semejanza, vale por “pan bueno”. ¿Cómo es posible que los “eruditos” hispanos osen utilizar todavía el “emparejamiento de cromos”?.
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