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Metagoge (71-2)

Textos epigráficos

                                                       METAGOGE

                                     

Hace siete años puse fin y fecha a mi obra Nosotros los iberos. Interpretación de la lengua ibérica, con Introducción, análisis de 123 (1,2,3…) textos epigráficos y Conclusiones. En este tiempo y dejando a un lado otras consideraciones (la obra sigue inédita), he redactado hasta 335 capítulos -alrededor de 500 topónimos- de mi serie Toponimia altoaragonesa, además de otros muchos sobre toponimia ibérica, navarra, balear, antroponimia, etc. Pero, muy especialmente, he publicado en este blog www.iberiasegunmascaray.es la sección Lengua Ibérica (LI), en la que, a través de los apartados Desciframiento (A), Naturaleza de la lengua (B), Normas de aglutinación (C), Régimen de la lengua ibérica (D), Fenómenos fonéticos (E), Método reconstructivo (F), Lectura y traducción(G), Vascoiberismo (H) y Léxico ibérico (I), he dado todas las claves e información suficiente para que algunas personas puedan acceder, ciertamente con algún esfuerzo, a la interpretación de la lengua ibérica, haciendo suya mi rotunda afirmación de que “la lengua ibérica se entiende perfectamente”.

Retomo aquí el estudio de nuevos textos epigráficos con el grabado en el fragmento de recipiente ibérico reproducido al inicio (fuente: Jurgen Untermann, Monumenta Linguarum hispanicarum, tomo III, pág. 425, F.11.32 (Sagunto). Lo hago manteniendo el esquema habitual de análisis en las siguientes fases: trascripción, fijación de la secuencia, análisis morfológico, análisis fonético, lectura, traducción literal y, cuando proceda, traducción propia. Introduzco, no obstante, una orientación nueva, muy operativa, que tiende siempre a la comprobación y demostración, y que se manifiesta en:

- la remisión, en cada paso del análisis, al apartado y punto correspondiente de LI, de lo que resultará una evidencia de “sistema lingüístico”.

- la “documentación” de cada una de las formas ibéricas que aparecen en el texto, ya sea desde el vasco antiguo (Diccionario Retana de Autoridades), ya desde otros textos epigráficos, ya desde topónimos y antropónimos (incluidos etnónimos y teónimos) previamente estudiados. De ello se seguirá la confección de un Léxico ibérico (LI-I) de fiabilidad máxima.

- la evidencia de la verdadera idiosincrasia de nuestros antepasados iberos (tan denostada desde la ignorancia y la tendenciosidad de los autores greco-latinos) y la realidad de una civilización que en ciertos aspectos (código moral, principios de libertad, igualdad, justicia, paz, trabajo, honor…) sigue siendo insuperada, modélica y especialmente útil para nuestra sociedad actual.

Empezaré por una aclaración relativa al título, paragoge. Según la RAE, es un “tropo, especie de metáfora, que consiste en aplicar voces significativas de cualidades o propiedades de seres vivos a cosas inanimadas, p. ej., “reirse el campo”. Aquí leeremos “el arroyo medita”. Es interesante constatar cómo nuestros antepasados vivifican a los seres inanimados y racionalizan a los animales: recordemos aquella sentencia que decía “la liebre avisada desconfía de los ronquidos”. Y es que la absoluta inmersión en el medio natural, la lucha permanente y el trabajo hasta “la fatiga que mata”, hace que la influencia sea mutua y se creen o imaginen constantes situaciones intermedias. 

A. Trascripción.

L- A- DI(TI)- BA(PA)- I- Z-E-R-DE(TE)- GA(KA)- U- GO(KO)- GU(KU)

Dos anotaciones. 1ª: El primero de los signos trascritos es interpretado por Untermann como U; sin duda, el defecto o raspado del soporte de la parte superior izquierda le induce a imaginar un trazo inexistente, que va desde la parte superior del signo hacia la inferior izquierda, configurando la U ibérica. Este error es muy disculpable, aunque sorprende que no manifieste duda alguna. Pero a continuación viene el desastre, porque se pone de manifiesto el absoluto desconocimiento de la lengua ibérica, su naturañeza aglutinante, las normas de aglutinación, la carencia total de léxico. En efecto, los cinco primeros signos conforman la secuencia LATIBAI o LADIBAI, en la que aparece completa la archiconocida voz IBAI, río; y con este apoyo es muy fácil adivinar que que los tres fonemas iniciales forman LAT(S), arroyo, con lo que surge la contraposición arroyo/río; y, además, luce la norma general de aglutinación, la elipsis al final del primer término (LI, C-Normas de aglutinación, 1: Elipsis), que deja LATS reducido a LAT. 2ª: En toda trascripción con signos silábico (oclusiva sorda/sonora + vocal) deben consignarse siempre los dos valores para, en fase posterior (fijación de la secuencia) optar por uno de ellos (LI, F: Fenómenos fonéticos, 2: De simple alteración, c: equivalencia oclusivas sonoras/sordas).

B. Fijación de la secuencia.

LATIBAIZERDEGAUGOGU.

Ésta fijación, que implica opción y desdeño a la vez, es inseparable del análisis morfológico, y ambas fases constituyen el núcleo duro de la interpretación. El resultado vendrá avalado necesariamente por el análisis fonético.

C. Análisis morfológico.

lats: arroyo, riachuelo de poco caudal, barranco. Esta voz está acreditada por:

-Diccionario Retana de Autoridades: “arroyo”. Tiene variantes latsa, “corriente de agua en la cual desembocan otras más pequeñas”; y lasa, “riachuelo o afluente de poco caudal”.

-Toponimia. Lanata < lats-nata, lat(s)nata; Latiart < lats-iarte, lat(s)iart(e); Lasentif < lats-sen-tipi, lat(s)sentip(i) y la(s)sentif; Lanaja < lats-naia, lat(s)naja y la(t)naja; Corllatons < kor-lats-onzi, korlat(s)onz(i) y korllatons; Laspuña < lasa-puni-a, las(a)punia y laspuña.

ibai: río. Acreditada por:

-Diccionario Retana: “río”. Fig. “profusión”. Tiene variante ibi, “riachuelo”.

-Toponimia. Olibán < ole-ibai-n, ol(e)iba(i)n.

-Epigrafía. Plomo de Solaig: TAUT  IBAI, ”los golpes de río”; Recipiente de arcilla con forma de animal de Ullastret: ILI  IBI  KONER, “que el riachuelo pase al costado de la población”; Tésera de Cuenca: ALI  IBI  AKA, “la fuerza del riachuelo que mata”; Plomo de J. Velaza II: IBI  DIS  BAKE  ITESKI  BASALDE, “el arroyo amenaza la paz de los lugares”.

zerden: alto, esbelto, erguido. Pero, aplicado a un río, debe traducirse por “grande, caudaloso”, dada la tradicional identidad semántica entre “grande o gran” con “alto”. Por ejemplo, un hombre grande o un hombre alto (“un ome gran” en dialecto ribagorzano). Acreditada por:

-Diccionario Retana: “alto, esbelto, erguido, recto”.

gau: noche. Acreditada por:

-Diccionario Retana: “noche”. Tiene variante gaba, “la noche”.

-Toponimia: Cabaspre < gaba-asperen, kab(a)asp(e)ren y kabaspre(n).

-Epigrafía. Plomo nº 1 de J. Velaza: SAI  GABA, “buitre de la noche”.

gogu: meditar, pensar, ocurrírsele. Acreditado por:

-Diccionario Retana: ”meditar” (goguaketatu); “pensar, ocurrírsele” (gogulatu); “animo” (gogo).

-Epigrafía. Tésera de Uxama: GOG(O)  UDI  IKA(R), “con ánimo que parece tembloroso”; Estela de Ourique: BAKUN  GO(GO)  ON  IL, “solamente para las almas de los difuntos buenos”; Bronce de Botorrita nº 1: GOGO  UNESI  EZ  GOGO, “ánimo que no soporta lo repugnante”.

D. Análisis fonético.

-lat(s)-ibai muestra enlace con elipsis al final del primer término, LI-C-1. Prevalece la oclusiva bilabial sonora, LI-E,2-c.

-ibai-zerde(n), acomodación, enlace o sutura por yuxtaposición necesaria, pues un iba(i)zerde(n) haría incomprensible la composición, LI-C-2.

-zerde(n)-gau, enlace con elipsis al final del primer término, LI-C-1. Prevalece la oclusiva sonora en gau (gaba), aunque la “forma oculta” (kaba) puede aparecer en cualquier momento (Cabaspre).

-gau-gogu, acomodación por yuxtaposición necesaria, ya que ga(u)gogu resultaría incomprensible.

-gogu: observemos la prevalencia de las oclusivas sonoras y, especialmente, la forma simple del verbo gogu o gogua -siempre al final del párrafo- que carece de sufijos (-la y -tu) que sí incorpora el euskera.

E. Lectura.

LAT(S)  IBAI  ZERDE(N)  GAU  GOGU.

F. Traducción.

a). Literal: “El arroyo medita (hacerse) en la noche río grande”.

b). Propia: “El arroyo medita convertirse en río caudaloso durante la noche”.

Consideración final: En Epigrafía ibérica son constantes las alusiones a las riadas y sus consecuencias, muchas veces como peticiones de salvaguardia a La Madre, otras como simple narración de sucesos ya ocurridos. Así, en el Plomo de la Serreta de Alcoi se pide “que la corriente de agua vaya de manera poco fuerte”, “que el camino del agua sea el preciso”, “que el riachuelo que se desvía brinque hasta el punto de que amenace”, “que la corriente de agua acabe a la par”, “que cuides de la población levantando obstáculos si el riachuelo se desvía”; en parecidos términos, el Plomo de Solaig, el de Caudete de las Fuentes, el de Pech Mahó, el de Javier Velaza II, la Tésera de Cuenca y, en especial por su extensión y dramatismo, el Gran Bronce de Botorrita. Curiosamente todos en la cuenca mediterránea, en que se dan inundaciones y desastres que han llegado hasta nuestros días.

  


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