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Lezina (71)

Altoaragonesa

L E Z I N A.- Pocos lugares en el Altoaragón con tantos méritos como Lezina para justificar una visita, para reclamar un lugar al sol del conocimiento y del aprecio. Quienes procedan de Francia, Ribagorza, Sobrarbe, Alto Gállego, etc., pueden llegar hasta Ainsa y, desde aquí, por Guaso, Arcusa, Almazorre y Bárcabo hasta Lezina. Si proceden del Somontano, Hoya de Huesca, Monegros, etc. por Adahuesca a Colungo y Lezina. Si parten del Somontano, Zinca Medio, La Litera, etc., pueden llegar a Nabal y desde aquí por Bárcabo a Lezina, o a Barbastro y por la cuenca del Bero (Castillazuelo, Pozant, Huerta de Bero a Adahuesca e itinerario anterior. Se olvidará Vd. de los kms. y de las muchas curvas.

Entre los muchos alicientes para la visita, gran cantidad de personas, jóvenes en especial, lo encuentran en la fuente de Lezina que con su caudal constante convierte al barranco grande en río Bero. Situada a la izquierda del río y próxima a él, muy bien puede decirse que allí nació el barranquismo. Lástima grande que el barranco de Cruciacha, primero, y el río Bero, después, se metan enseguida entre cañones y oscuros…pero saliendo casi de inmediato del término municipal. A continuación, el pequeño conjunto poblacional resulta ser de rara belleza y tipismo. Suspendido sobre el barranco de La Choca y próximo a la entrada de los cañones, las construcciones se apiñan en torno a una pequeña plaza y una calle única. Arquitectura popular muy bien conservada en general, con hermosas casas de infanzones como Sampietro, Carruesco (ambas del siglo XVI), Castillo y otras blasonadas; “el cubierto” o lugar de reunión en la plaza, las chimeneas con espantabrujas… No podemos pasar por alto las manifestaciones del arte rupestre neolítico. Las  cuevas de Barfalui “se localizan en la confluencia del Vero con los barrancos de Basender y La Choca, un área neurálgica en la que se concentra un gran número de abrigos pintados. Se recomienda realizar la visita guiada que parte de la Oficina de Información de Lecina y discurre por un camino balizado y con dos paneles interpretativos. Llegados a un cortado sobre el río, se desciende por una escalera metálica a las tres pequeñas oquedades que contienen arte esquemático. En una de ellas también se conservan los restos de un gran “arnal” (colmenar). En el conjunto destaca una escena en la que una figura humana, con los dedos de pies y manos exageradamente largos, arrastra un elemento mueble, una posible narria, donde trasporta a otro individuo sentado. Otra figura humana similar a la anterior, posibles jinetes, grupos de cápridos, cuadrúpedos y signos muy variados (puntiformes, en forma de arpón, zigzag, etc.) completan estas manifestaciones” (El Parque Cultural del Río Vero, Rutas-Cai, 19). Tales pinturas pueden datarse en torno al 5.000 a. de C. aproximadamente. Por último, el carrascal. En Lezina las carrascas o encinas muestran una adaptación al medio sorprendente, tanto que abundan enormes ejemplares sumamente productivos. Entre todos descuella la llamada “castañera de Carruesco” así llamada porque sus bellotas son tan grandes y dulces que parecen castañas.

En buena parte del Altoaragón a la bellota se le llama “lecina”. No aparece con este nombre en Ensayo de un diccionario aragonés-castellano de Mariano Peralta, impreso en 1.853; tampoco en el Diccionario de voces aragonesas de Jerónimo Borao; pero sí figura en el Diccionario aragonés de Rafael Andolz (juntamente con los derivados lezinar y lezinera), también en el Dizionario aragonés-castellán, castellano-aragonés de Chusé Aragüés y en el Vocabulario básico bilingüe de Antonio Martínez Ruiz, entre otros. El nombre científico de la carrasca es el de Quercus ilex. Quizá por la semejanza con ilex, cuando se menciona el nombre histórico de Lezina (Ilizina en un documento de 19 de marzo de 1.055, por el que Ramiro I de Aragón concedió al monasterio de S. Andrés de Fanlo el monasterio de S. Cucufate de Ilizina) algún autor entiende que esta forma es una voz romana. Nada más erróneo. Pensemos, por una parte, que la presencia ibera en la zona se inició al menos hace 7.000 años; por otra, que las inmensas y productivas carrascas son más antiguas todavía; por último, que la gran utilidad para la alimentación humana (crudas, tostadas, molidas para fabricar pan) y para la de algunas especies animales se remonta a la fecha del primer poblamiento: todo ello, como se ve, muy anterior al nacimiento de Roma y de la lengua latina. ¿Cuál es la verdad?.

Ilizina es una sencilla y expresiva composición ibérica, cuyo primer elemento es ili, pueblo, población, ciudad; el segundo es zi, bellota, voz que ya tuvimos ocasión de estudiar en el topónimo Sin (zi-in >Sin, “se crían bellotas”); finalmente, el pronombre relativo en posición final que, como hemos visto en tantas ocasiones, toma la forma na, “el que tiene”. Una aféresis de la vocal inicial y dos yuxtaposiciones necesarias nos conducen a lizina; una desasimilación vocálica – lizina > lezina- nos conduce a la forma actual. La traducción literal es “el pueblo que tiene bellotas” y más libremente “el pueblo de las bellotas”. He aquí como un topónimo, Lezina, famoso por la cantidad y calidad de sus bellotas, pudo ser el origen de un nombre común del aragonés: la lezina o bellota. ¿Qué pasará con Santalezina?. Otro día lo veremos.

 

 


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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