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Latrás – 352 (a)

Altoaragonesa

El volumen de aguas que transporta un río como el Gállego, su caudal, está sometido a grandes fluctuaciones y puede fácilmente multiplicar por cien su aportación normal si concurre un régimen de lluvias continuadas o alguna gran tormenta. Los efectos de las avenidas seguirán dependiendo de causas naturales como la profundidad y anchura del cauce, de su trazado y, muy especialmente, del estado en que se encuentre, ora limpio de vegetación y obstáculos, ora impedido por árboles, arbustos y maleza propia de la ribera. Otro condicionante más, éste de origen humano: las obras de defensa, desde un simple amontonamiento de tierra al muro o dique más sólido. De todos estos condicionantes (lluvias, tormentas, cauce, limpieza, defensas) se puede predicar su tremenda variabilidad, y si abrimos el abanico temporal en unos 5000 años (desde el 3.000 a. de C. hasta hoy en que lo contemplamos) el estado de las cosas puede ser muy distinto, incidiendo esta diferencia en el contenido o descripción del topónimo, el cual nos resultará hoy más o menos acertado. Y ello es lo que sucede hoy con Latrás.

Municipio de Sabiñánigo, comarca del Alto Gállego. Desde la N-330 a la altura del Hostal de Ipiés, hemos tomado el desvío que –tras nueva salida por la derecha- nos lleva a Orna y Biscasillas. De regreso a la ruta principal continuamos el sentido de marcha hasta Latrás, situado en un alto despejado sobre la llanura aluvial que llega hasta el Gállego. Ya en lo alto del lugar, una bonita vista de campos perfectamente trazados y cultivados, limitados por el este por el enorme costurón vegetal que oculta el río y que se prolonga aguas arriba hasta el término de Orna. A primera vista, la disposición es sumamente adecuada para que, en algún momento, se hayan producido invasiones o inundaciones. El pueblo, bien cuidado, cuenta con 9 habitantes fijos, aunque las instalaciones deportivas inmediatas –campo de golf de Las Margas- parece que le proporcionan mayor vitalidad. Iglesia parroquial de planta románica, muy modificada, y algunas casas notables. Apuntemos que Latrás aparece en varios documentos de la Colección diplomática de la Catedral de Huesca: nº 121, año 1.118, “casas de Latrasse”; nº 124, año 1.120, “Garcez de Latrasse”, y otros.

Un vecino del lugar me explica la situación. En Latrás las inundaciones por aguas del Gállego son muy limitadas: “Solo allá arriba, donde el río hace una curva, ¿ve?, entran algunas veces las aguas. Mucho menos que en Orna: yo tenía allí tres huertos y ahora tengo dos, porque el otro se lo llevó el río. Y mucho menos que en Lasieso, que tiene inundaciones con mucha frecuencia. En Orna hicieron hace unos años un muro de defensa amontonando tierra. En algunos trozos el cauce está muy sucio y el agua se refrena…”.

En el topónimo Latrás nos encontramos nuevamente con la voz ibérica lats, arroyo según el Dic. Retana de Autoridades, que asimismo recoge la voz latsa, “corriente de agua en la cual desembocan otras más pequeñas”. Esta segunda definición puede convenir, por tratarse de cursos de agua bastante importantes, al lats de Latrás (río Gállego) o al de Laspuña (río Cinca). Pero enseguida empieza la indefinición: río-barranco en Lanata o Lasieso, o barrancos propiamente dichos en Latás, Lasentif, Lanaja, Corllatons, Latiart… El segundo elemento de la composición empieza por vocal, de modo que la elipsis al final del primer término afecta solamente a la consonante final /s/, permaneciendo la nueva final /t/, como en Latiart o Corllatons. Ese segundo elemento es la voz ara, agente de tercer grado del verbo ara(tu), ir alla, llegar, acercarse (ver estudio del hidrónimo Rio Ara), y cuyo sentido profundo es el de subir, ascender, alcanzar. Lats + ara > lat(s)ara. Finalmente, otro agende de tercer grado, ase, del verbo ase(tu), saciar, hartar, colmar, rellenar, y que describiendo la acción del río “que llega” sobre la tierra, debe traducirse por empapar o inundar. La segunda acomodación latara +ase muestra nuevamente elipsis al final del primer término con encuentro de vocales iguales: latar(a)ase. La síncopa de vocal /a/ tras la oclusiva /t/ seguida aquélla de /r/ y de igual vocal nos deja en Latrase, forma que hemos visto documentada en 1.118, 1,120 y otros. En conclusión, Latrás (tras el apócope de la vocal átona final) significa “la corriente de agua que sube e inunda”.

 


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