Toponimia
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Ilche es un municipio de la provincia de Huesca, comarca del Somontano de Barbastro, con una extensión territorial de 63,7 km2 y una población (al 1 de enero del 2.005) de 279 habitantes. En el se comprenden los lugares de Ilche, Monesma de San Juan, Odina, Permisán, Morilla y Fornillos. A 52 kms. al SE de la capital de la provincia, y limita con los de Barbastro al N, Castejón del Puente al E, Monzón al SE y Peralta de Alcolea y Berbegal al O. “Relieve llano. Recorre el término el barranco Clamor, en la cuenca del Cinca. El canal Terreu atraviesa el municipio por el sur. Terrenos constituidos por margas del Mioceno. Clima mediterráneo continental subdesértico; temperaturas medias de 6 a 8 grados en enero y de 24 a 26 en julio; precipitaciones medias anuales entre 400 y 500 mm. Cultivos de cereales y olivos. Ganados ovino y porcino” (Gran Enciclopedia de España). Pero la llegada del regadío cambió sustancialmente el panorama: “En el paisaje, el cultivo de arroz, merced a los regadíos, permite la convivencia de diferentes aves limícolas y acuáticas mientras al sur aparece el característico paisaje estepario con formaciones rocosas denominadas “chimeneas de hadas” (Comarca de Somontano de Barbastro, Territorio 21).
Ya no al municipio en su conjunto sino al pueblecito de Ilche se refiere A. Castán, Lugares del Alto Aragón, cuando dice: “Lugar de 33 habitantes a 320 m de altitud. Reunía 128 h. en 1.900. Población situada en la carretera Berbegal-Monzón… Su casco urbano se amolda a ligera ondulación, con buena huerta a poniente y edificios de apoyo al sur. Recorrido urbano muy simple conducido por dos calles paralelas – a dos niveles – y una plaza a levante amojonada por la iglesia. Arquitectura doméstica de piedra, adobe y ladrillo, con varias portadas adoveladas, algunas fechadas en el siglo XVIII; una de ellas inscribe “AÑO 1.782 27 MAI”; otra común de estas calendas tiene las dovelas cajeadas, custodia esquematizada en la clave y guardapolvo abaquetonado; en la tercera se grabó “AÑO 1.782 DN JOSE FLANGES”. La parroquial de San Juan sigue la cronología del conjunto, siglo XVIII, incluida la puerta de madera – 1.734 -. Presenta nave rectangular con capillas, portada con arco de ladrillo al fondo de atrio techado plano y torre a los pies; se arruinó y los vecinos la han reparado. …Yacimientos de la Edad del Bronce son Loma Rover, El Chinebre y Torretas -1.800/1.000 a. de C. -, de la Edad del Hierro, el Saso y el Tozal de Andrés -700/350 a. de C. -, restos romanos de La Serreta”. Completemos la descripción diciendo que Ilche se cita por primera vez en la documentación histórica en el año 1.283, cuando era de Blasco de Huerta. El 17 de diciembre de 1.399 Martín I de Aragón dio salvaguardia al lugar de Ilche que era de la orden de San Juan del Hospital, poniéndolo bajo su protección (Ubieto Arteta, Los pueblos y los despoblados II).
Nos hemos referido repetidamente a los dos elementos de que constan los topónimos ibéricos: forma y contenido, que se corresponden exactamente a las dos funciones que cumplen, la identificativa y la descriptiva. Pero, dado que la descripción completa de un lugar cualquiera habría de ser necesariamente muy larga, los primitivos habitantes civilizados de Iberia (autores de más del 80% de los topónimos vivos al día de hoy) hubieron de realizar una elección inteligente: la de la nota, elemento o fenómeno presente en el lugar más descollante, más visible y por ello más fácil de identificar y de ser compartido por todos: en dos palabras la del “elemento identificador”. En ocasiones muy frecuentes son productos de la tierra, elementos de la flora o fauna, situación o emplazamiento, accidentes naturales (barranqueras, ríos, ibones, precipicios, desfiladeros, etc.), la fertilidad del suelo o su pobreza, la fatiga que conlleva su cultivo, la extrema facilidad, y otros muchos. Pero, he aquí que en Ilche no parece haber nada descollante ni especial: el llano excluye accidentes notorios, no hay ríos, lagos o lagunas, sus tierras no son ni ricas ni míseras, no hay productos naturales ni espontáneos en cantidad importante, la flora y la fauna tampoco presentan especialidad relevante… ¿Cómo escoger, por tanto, el elemento identificador?.
Ilche, que tuvo orígenes ibéricos como demuestra su topónimo y los yacimientos ya citados de sus alrededores, siempre fue un lugar pequeño, más incluso que en la actualidad. Así, en 1.414 contribuía con 22 maravedís; tenía 4 fuegos en 1.488, y 5 en 1.495, 1.543 y 1.609; hay que esperar a 1.797 para que aparezca un censo ya apreciable de 23 vecinos. La realidad de su escasa entidad resalta comparándola con la de sus vecinos: Monesma, con 32 maravedís, y 13, 13, y 13 fuegos en las primeras fechas citadas; Permisán 9 fuegos (1.488), 14 fuegos (1.495) y 14 fuegos (1.543); Fornillos 11 fuegos (1.488), 16 fuegos (1.495) y 16 fuegos (1.543); Morilla, 4, 9 y 9 fuegos, pero contaba, además, con el castillo de Gramapán. La pequeñez del lugar, a falta de otro elemento más privativo y estable, hubo de ser elevada a elemento diferenciador.
Ilche es una derivación de la lengua ibérica en la que la raíz es ili, población o lugar; con esta voz nos hemos topado ya en multitud de topónimos, entre los que conviene recordar aquí (dado que en un próximo capítulo estudiaremos Berbegal) el de Galilea (gala-ili-a). El sufijo es txe (pronúnciese che), pequeño. La acomodación se efectúa mediante la regla general de elipsis al final del primer término: il(i)txe > ilche. En conclusión, Ilche significa “el pequeño lugar” o si se prefiere “el lugarejo”.
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