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Ijuez (85)

Altoaragonesa

Nace este riachuelo en las proximidades de las cimas Bacún Norte ( 2.195 m) y Bacún Sur (2.114), dentro de la Reserva de Garcipollera. “Despoblado a causa de la adquisición por el Patrimonio Forestal del Estado en los años sesenta, se encuentra el entero valle de la Garcipollera, a excepción de Villanovilla. Pinos y ciervos – importados de Andalucía – sustituyeron a sus habitantes, que tuvieron que emigrar. Pueblos centenarios como Bergosa – cuyo recuerdo tratan de mantener sus antiguos vecinos -, Bescós, Yosa, Larrosa – con interesante parroquial románica – , o Acín – cuyo caserío fue incluso bombardeado en maniobras militares y que guarda en su arruinada iglesia la capilla funeraria de los Abarca, señores de la Garcipollera y condes de Larrosa -, quedaron abandonados y, con el tiempo, convertidos en ruinas. Sin embargo, una vez al año se reúnen los antiguos habitantes en torno a la romería de Nª Sra. de Iguacel, la joya románica que se esconde en la cabecera del valle” (Comarca de La Jacetania, página 338). El pequeño río toma inmediatamente dirección Norte-Sur y, al poco, llega junto al Santuario antedicho. Se aproxima a Larrosa y después, a la altura de Acín aproximadamente, gira 90 º y toma dirección Este-Oeste que ya no perderá hasta su desembocadura en el Aragón, habiendo discurrido previamente por Villanovilla, Bescós y Yosa de Garcipollera. Cuenta con algunos afluentes de muy poca entidad, como el barranco de la Cardosa o el de Vadiello, que acrecen en muy poco su menguado caudal. En Villanovila, último lugar accesible con comodidad, es normal contemplarlo seco en la mayor parte del año.

Ijuez es, en cambio, un topónimo interesante para el estudioso de la lengua ibérica. Consta de nombre y adjetivo calificativo o, respetando el orden expresivo, de adjetivo más nombre. El primer elemento es el epíteto ijor, que significa seco. Una elipsis normal al final del primer término nos conduciría a ijo(r). Pero he aquí que el segundo elemento que viene a aglutinarse es el nombre ueitz, río, riachuelo. Se formaría con ello un grupo vocálico ouei totalmente insostenible ante el que la consabida fuerza de compresión de la lengua ibérica actúa de la siguiente manera:

1. Profundiza en la elipsis al final del primer término haciendo decaer también la o anterior a la r elidida normalmente. Y esto es lo más notorio: el dejar reducido ijor a ij no supone dificultad alguna para la inteligibilidad de la composición, dado que ijor es la única raíz con ij inicial. Dicho de otro modo, la elisión adquiere siempre la dimensión o profundidad máxima, siempre que no impida la comprensión del párrafo.

2. El triptongo uei se reduce a ue: ijue(i)tz > ijuetz.

3. Observamos, por último, la simplificación del grupo consonántico final: ijuetz > ijuez.

El río, como hemos visto anteriormente al hablar de Acín, a causa de su régimen torrencial, es susceptible de “causar grandes averías”. Pero, frente a ellas, y ahora por defecto, solía causar otra no menos importante: la escasez de agua tanto para riegos como para el uso de personas y animales. Éste es el elemento identificador aceptado por nuestros antepasados al darle nombre. Ijuez significa literalmente el río seco”.


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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