Toponimia
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Nuestro primer topónimo, el único capaz de abarcar en lo geográfico a toda la Península (con sus tres estados y una colonia) y el que está en el origen del gran colectivo de pueblos y estados que es Iberoámerica; el que en lo cultural, social y político no presenta aristas agudas e hirientes ni simas negras y odiosas; el que en lo humano y puramente afectivo ha de ser cada día más, casa común y espacio de convivencia armónica, a medida que se gane en conocimiento y se abandonen los viejos infundios de todo tipo. Hablo de la vieja Iberia que llega al mundo civilizado ya en el VIII milenio a. de C., en los albores del Neolítico; que se extiende por toda la Península a la que da nombre, más las islas Baleares y Canarias, y que tiene empuje suficiente para, sobrepasando el Pirenneo, alcanzar al menos la península de Bretaña por el Atlántico y la desembocadura del Ródano por el Mediterráneo; de la Iberia maravillosa con una civilización de hombres libres e iguales, que siguen los dictados de un excelso código moral jamás igualado, de lo que resulta el triunfo de la dignidad, la racionalidad, el trabajo, el pensamiento…
Iberia es un topónimo ya explicado por mí con todo detalle muchos años atrás. De hecho figura, juntamente con Ispania, en el Título Preliminar de mi obra Baliaride. Toponimia, lengua y cultura ibéricas en Les Illes, El Tall Editorial, Palma de Mallorca 2.oo4. Creo firmemente que se trata de una interpretación segura y cierta, coherente con otros cien hechos y argumentos vinculados. Ello no obstante, seguimos encontrando por doquier el fruto de la toponimia formal que sigue los dictados del método comparativo o de emparejamiento de cromos, que se muestra, como siempre, vacío, ligero y falso. Así podemos leer continuamente explicaciones como la que sigue o similares: “Ebro es nombre que tiene sin duda relación directa con Iberia, la tierra del río Iberus, de la Hispania romana. Puede que sólo sea una coincidencia pero ibar, en euskera, es precisamente río (también valle). Ebro sería así simplemente “el río” o “el valle”. E Iberia, la tierra de los habitantes del valle, del río”. Para empezar, los orígenes de Iberia no se sitúan en el valle del río Ebro, sino mucho más al sur, en el espléndido reino de Tartesos, varios milenios antes de que la civilización neolítica alcanzara la vertiente sur del Pirenneo. Luego, el paso de ibar a Ebro es todo un arcano en el que ni siquiera entran sus defensores. Después, resultaría ser falsa la categórica afirmación de Estrabón de que “Iberia e Hispania son sinónimos” que, como veremos, resulta ser absolutamente cierta. Finalmente, la explicación verdadera del macrotopónimo Iberia muestra una inmensa coherencia, como no podía ser de otro modo, con otros hechos indubitados, tales como el primer poblamiento civilizado de la Península, su origen en el sur y la secuencia de fechas más recientes en su expansión hacia el norte, las conexiones con el pobalmiento de las islas Canarias, elemntos étnicos y culturales, medios de vida, animales, plantas, etc. Vamos ya con la interpretación verdadera que muestra, además, un rigor lingüístico, morfológico, fonético y semántico, propio de cuanto venimos explicando sobre la naturaleza y régimen de la lengua ibérica.
Se suele afirmar que el topónimo Iberia fue utilizado por los tartesios para definir su territorio. Ello, sin ser completamente falso, requiere una matización: fue utilizado por los tartesios y sus antepasados cuando aún residían en el norte de África y, obviamente, lo siguieron utilizando tras la corta navegación y afincamiento en el sur de la Península. El que los griegos llamaran Iberia a los confines del mundo conocido hacia occidente es irrelevante y no puede conducir al disparate de que Iberia sea voz griega.
Análisis sintáctico: Iberia es una composición de la lengua ibérica muy sencilla, del tipo de nombre + nombre, el primero en función de sujeto y el segundo de complemento nominal.
Análisis morfológico: El primer elemento, iberz,(que en vasco antiguo muestra la consonante doble tz, esto es, ibertz) significa orilla, ribera, y es voz recogida por el DRALV y por Pierre Lhande en su Diccionario vasco-francés y francés, París 1.906. El segundo es ipar, norte, voz incuestionable que ha llegado viva hasta hoy.
Análisis fonético. La acomodación o sutura se efectúa mediante elipsis al final del primer término: iber(z)ipar. Conocida es, por repetida, la equivalencia de oclusiva bilabial sonora con oclusiva bilabial sorda, esto es, iberibar= iberipar. En cualquier caso, hay decaimiento de oclusiva en posición intervocálica, con lo que llegamos a iberi(b)ar. Por último, hay enmudecimiento de la consonante final, iberia(r).
El significado de Iberia es “la orilla del norte”. Véase la sinonimia anunciada por Estrabón en el análisis de Ispania.
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