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Eresué (62)

Altoaragonesa

En el capítulo 54 de esta serie presentábamos los que llamábamos “topónimos de propiedad”, que constituían una excepción a la naturaleza “generalmente descriptiva” de los topónimos ibéricos. Venían caracterizados por la presencia del sufijo –os (-oz, -otz), que traducíamos por “la propiedad del” o “la propiedad del hombre que es”. De Oeste a Este, tal sufijo iba adquiriendo sucesivamente las variantes –ues, -ué y –ui. En la subcomarca de La Litera Alta (antiguo territorio ribagorzano) la variante que dominaba era, precisamente, -ui (Azanui, Labazui…), al igual que en la Ribagorza oriental (cuencas del Noguera Ribagorzana y del Isabana). Como exponente de esto último, en el capítulo 57 estudiamos los topónimos Montanui, Beranui y Ralui. Pero todos los casos hasta ahora citados, al igual que muchos otros de las mismas áreas geográficas, tienen formas documentadas con la variante –ué: Montanué, Beranué, Larué, por lo que llegábamos a la conclusión de que ambas variantes son absolutamente equivalentes, dependiendo el predominio de una u otra de razones locales e históricas.

Nos movemos ahora hacia Poniente y alcanzamos la cuenca más occidental de la Ribagorza, la del Ésera. Aquí se ha impuesto plenamente –ué (Sesué, Eresué, Billarrué, etc.), pero, inversamente, en algunos documentos históricos encontramos la variante –ui, como por ejemplo Eresui o Billarrui, lo que supone una nueva confirmación de aquella equivalencia. Quizá el ejemplo más notorio y llamativo lo constituya la pareja Ardanué-Ardanui, dos pequeños lugares muy próximos, a escasos tres kms. de distancia entre sí, en la cuenca del Baliera, separados por este río, y que, como era de esperar, presenta a Ardanui a Oriente y a Ardanué a Poniente.

Asimismo, defendíamos la tesis de que la raíz de estos topónimos de propiedad, a la que se une el sufijo –os en cualquiera de sus variantes, era un epíteto que expresaba la cualidad, defecto o condición dominante de una persona, o bien un sustantivo que indicaba su profesión u oficio. Se sigue de lo anterior que no hay descripción del lugar sino de su propietario. El tiempo transcurrido desde el nacimiento del topónimo y la falta de documentación escrita suponen dos causas determinantes de la imposibilidad de efectuar la obligada “comprobación sobre el terreno de la interpretación hallada”. Por consiguiente, solamente podremos demostrar el acierto de nuestra tesis presentando un alto número de topónimos de propiedad en los que luzca la estructura que acabamos de exponer. He aquí una nueva triada, esta vez de la cuenca del Ésera.

ERESUÉ.- Por la carretera de Castejón de Sos a Benasque, apenas sobrepasado el pueblo de Sahún que queda a la izquierda, y teniendo a la vista, al mismo lado, el Santuario de Guaiente, tomamos por el lado derecho la llamada carretera de “El Solano”. Es éste un territorio con muy buena orientación hacia el Sur y el Oeste, por debajo del arco montañoso que dibujan El Qüeso (1.905 m.), La Plana del Mont (1.927), Pico La Tira (2.104), Cogulla (2.384),Gallinero (2.728) y la Tuca de Urmella (2.530), en rápido descenso hacia el Ésera, y en el que se emplazan, en parajes muy verdes, frescos y amenos, los lugares de Eresué, Ramastué, Lliri, Arasán y Urmella.

El primer lugar con que nos topamos por la mencionada carretera del Solano es Eresué. Pertenece al municipio de Sahún, se emplaza a 1.350 metros de altitud y cuenta con una población de 20 habitantes (censo al 1 de enero de 2.005). De lo que debió de ser amplísimo cartulario del monasterio de S. Pedro de Taberna, tan solo han llegado hasta nosotros la llamada Canónica (probablemente falsa) y un documento con dos redacciones y una traducción, ampliamente estudiado por mí al analizar los topónimos Belbedé, Nabarri y Organui. Pues bien, en este documento, en el que se mencionan las decanías del monasterio, se hace mención de Heresui. Desde el lugar se disfruta de magníficas vistas sobre el valle, sus edificios conservan elementos tradicionales del entorno, como dinteles de madera ligeramente arqueados o trucadores con formas antropomorfas. Pero, lo realmente interesante del lugar, aparte del topónimo, es su iglesia románica de S. Juan Bautista, de la que Roberto Benedicto, en su obra Guía de la arquitectura románica del Valle de Benasque (Ayuntamiento de Benasque, 1.995) dice, entre muchas otras cosas: “Esta es una iglesia muy alterada. Capillas, sacristía, nichos, porche, torre y un coro añadido a los pies modifican el espacio y su conformación volumétrica original, que cabe fechar en la segunda mitad del siglo XI… La manía de los repicados indiscriminados… condujo a la pérdida de algún fragmento policromado que aquí se conservaba… No obstante, es claro que el ábside conserva fábricas originales hasta el arranque de la bóveda y la hilada que se superpone al exterior de los arquillos…Las cubiertas, como es natural se sustituyeron, varias veces, y su deterioro provocó la ruina de las bóvedas… La actual cubierta, obligó a recrecer con fábricas que alguien debería de eliminar, todo el conjunto; con lo que el ábside…aparece totalmente deformado, y la iglesia, en su conjunto, un curioso desastre”.

Eresué es un topónimo muy sencillo que corrobora plenamente nuestra tesis de epíteto más sufijo de propiedad. A éste (variante –ué aunque, según hemos visto, tuvo históricamente –ui) se antepone la raíz eres, que vale por “obstinación” y “obstinado”. Por tanto, eres-ue > Eresué, “la propiedad del hombre obstinado”.


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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