Toponimia
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“Lugar con 0 habitantes en el censo de 2.007 que sin embargo en el de 2.006 reunía 10 h.; a 872 m de altura. Acogía 91 almas en 1.900. Despoblado oficialmente en los años 1.970, la vida ha vuelto a sus calles. Acceso por la pista que parte de Besians y remonta el barranco de Caballera. Situado en el centro de un pequeño valle sus edificios se extienden a partir del templo parroquial… En su término y a 45 minutos de camino en dirección norte – hay una pista infernal – se hallan las ruinas del antiguo monasterio de San Martín de Caballera, donado por el rey Sancho Ramírez en el año 1.068 a la sede de Roda; se conservan en parte los muros de la iglesia románica del siglo XI y su interesante cripta de tres naves separadas por columnas cubiertas con bóvedas de arista, el ábside semicircular no presenta decoración alguna y la puerta que abre a mediodía tiene dintel tensado en arco de medio punto: el edificio ha sido consolidado y rehabilitado parcialmente” (Adolfo Castán, op. cit.).
Hace bastantes años, un anciano natural de Caballera pero ya en la emigración, me contaba cómo era la vida en el lugar en el primer tercio del siglo XX. Trabajaban la tierra con yuntas de mulas, pero además disponían de burros para otras múltiples labores auxiliares. La ganadería, el recrío de bichos, era la actividad principal: cada casa tenía dos o tres vacas de las que obtenían leche para el consumo y terneros para vender; más importante era el ganado lanar, con venta de lana y corderos; los rebaños siempre tenían un cierto número de cabras y cabritos. Criaban cerdos para el consumo propio y vendían abundantes gorrines; no faltaban las gallinas, conejos y palomas. En realidad, tenían animales domésticos de todas clases… menos caballos. Y es que el topónimo Caballera es otra trampa saducea para los pobres seguidores de la toponimia formal o de emparejamiento de cromos…
Kabal, en lengua ibérica, significa “animal doméstico de cualquier clase”. Unamos a esta raíz el sufijo de concentración o extensión –era (que ha llegado plenamente vigente al castellano y otras lenguas y dialectos romances) y, por yuxtaposición necesaria, se forma la derivación kabal-era. La palatalización, una vez más de la consonante lateral nos lleva a Caballera, “concentración o muchos animales domésticos de cualquier clase”.
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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es