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Biscasillas – 351 (b)

Altoaragonesa

“Caserío despoblado de propiedad privada a 780 m de altura. Acceso por la pista que parte de Orna –todoterreno-… Estaba deshabitada en 1.785 y tampoco Madoz la enumera con censo” (A. Castán, Lugares del Alto Aragón). Madoz, que a diferencia del anterior lo escribe con B, habla de un “coto redondo”, que es propio del Sr. Conde de Atarés, y comprende 26 cahizadas de tierra de las cuales se cultivan 20, que pertenecen 10 a la segunda clase y 10 a la tercera.

Aparece mencionado en la obra de D. Antonio Durán Gudiol Colección diplomática de la Catedral de Huesca, doc. nº 462, del año 1.191, en el que se cita literalmente “de Bescassella”. Por consiguiente, ya tenemos dos formas del topónimo: una la actualmente en uso –Biscasillas o Viscasillas-, otra la histórica, Bescassella. Adelantemos parcialmente el resultado de nuestro análisis: la forma etimológica, que resulta ser una tercera, es Biscasella. A partir de ésta podemos explicar cómo han aparecido las dos variantes primeras: el vocalismo etimológico i-a-e-a se mantiene en todo caso respecto de a…a; pero, si por asimilación, la –e- etimológica se convierte en –i- tendremos la forma Biscasilla; y, también pos asimilación, si la –i- etimológica se convierte en –e-, tendremos la forma documentada Bescassella. Una vez más, el romanismo imperante y bárbaro ha introducido un plural –Casillas- que muestra por donde iba el sentido interpretativo del topónimo.

Hoy hago el viaje bien acompañado. En la espléndida mañana de un domingo de agosto, un perrillo negro, pequeño, desrabotado (“escodau” en el país), sin pedigrí especial –tiene la pinta de ser un magnífico “cocho d´atura”- se me une vivaz y amoroso; corre delante de mí como indicándome el camino, describe lazadas, se aleja y vuelve, me mira, lanza cortos ladridos de felicidad y sigue. Llegados a una valla rústica que corta la pista –todoterrenos y tractores en especial- se “filtra” y espera al otro lado que yo la retire con cuidado. En una de sus excursiones encuentra una pequeña recogida de aguas en un pliegue del terreno, se zambulle y juega con evidente placer; luego, de nuevo a mi lado, se sacude vigorosamente como intentando hacerme partícipe… En una bifurcación, y siguiendo instrucciones recibidas, tomo por la izquierda hasta que la pardina queda a mi vista. No necesito llegar hasta ella pues sé que está abandonada, en ruina, aunque aún muestra restos de sus dos alturas. Me interesa especialmente el entorno y su potencial ganadero. Por encima y, en especial, al este de la casa, una ladera hoy cubierta de matojos y maleza, fue en otro tiempo magnífico redil asoleado, con sendos barrancos (Pesquero y Pilón) a ambos costados; más arriba, una serie de “pacos” y alguna “tiña” (corral) se extienden hasta los límites de otras pardinas: de la Corona al NO, de Campares al N, Pilón al NE.

Biscasillas es una composición de la lengua ibérica formada por la aglutinación de cuatro elementos: bizkar –azi – ele- a. El primero, que encontraremos también en Bizcarra, vale por lomo de una sierra, espinazo, más brevemente, loma. A él se une el segundo, azi, crecer, aumentar, criarse. El encuentro se resuelve con elipsis al final del primer término, bizka(r)azi, e inevitablemente, bizk(a)azi. El tercero es el archiconocido ele, rebaños, ganado. Nueve elipsis al final del primer término en la acomodación: bizkaz(i)ele. Finalmente, el artículo determinado que provoca nueva elipsis: bizkazel(e)a. Dos fenómenos fonéticos muy simples y habituales: la pronunciación fricativo-apicoalveolar de la interdental /z/, biskasela, y la palatalización de /l/, biskasella. La traducción de Biscasillas –ya hemos visto cómo se ha producido esta variante- es “la loma donde se cría el ganado”.

 


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