Toponimia
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Un documento del cartulario de Obarra, fechado el 30-91.296, y otorgado por Bernardo, abad del monasterio de S. Victorián, concede a Rodrigo de Muro, prior de Obarra, X cafici bladi, anuales, a perpetuidad, procedentes de las rentas que el monasterio tiene en el Valle de Lirp, specialiter in Magarofas et in Turre et in Villar et in Sancto Aventino et Villa Racons et in Brallans. Estos lugares –unos habitados aún como Torre (la Ribera), Magarrofas y Brallans, y otros deshabitados como Villar y San Aventín – están perfectamente identificados a excepción de ese Villa Racons, no solo deshabitado sino desaparecido. Y esto resulta sorprendente porque, a tenor de las múltiples citas documentales, con transacciones y personas varias, parece que tuvo cierta importancia. Ya antes, en 1.007, se relata la donación de un tal Galindo al monasterio de Obarra de un alodio con tierras, viñas, casas, casales, huertos, cañamares, riberas, moliendas, bosques, pastos y toda cosa culta o inculta en ese lugar; por las mismas fechas, el hijo confirma la donación anterior de Galindo in villa Harrechonis. En 1.010, nueva venta a favor de Obarra de alodios in loco ubi dicitur villa Arreconis. Siguen más contratos de venta, donación y permuta de casas y tierras siempre a favor de Obarra, que parece acceder a la propiedad sobre todo el lugar de villa Arrechonis, Arraconis o Arracons. De este modo, el abad de San Victorián puede donar a Petro de Ballomar, en el año 1.204, un escadutum in villa Racons a cambio de un tributo anual sicut alii vicini tui faciunt.
Resulta interesante comprobar cómo la Iglesia manejaba sus intereses temporales, pero para mí es más importante localizar esta “villa” hoy fantasmagórica, porque nadie sabe, en absoluto de Arracons, Racons o Recons, menos aún si se antepone el “villa”. ¿Estaremos ante un nuevo caso de Bisa- transformado por los escribas en Villa, tal como sucede por ejemplo en Bisalibons, adulterado en Villa Lupons, Lepons, Luponis o Ellebonis?. Pero un día… Yo estaba en Villacarli, con un vecino del lugar, perfecto conocedor de todo aquel terreno. Tampoco sabe nada, en principio, pero advierto en él como alguna duda. “¿Y algo parecido a Villa Racons o Racons?”. “Bueno, lo más parecido es Bisarracons, la font de Bisarracons”. Procuro contener la inmensa alegría y pregunto donde está la font. De pie, en la pequeña plaza, mirando al norte, me explica: “¿Ve a la derecha, en alto, unas casas?. Es San Aventín, está abandonado y las casas casi en ruinas. Un poco a la izquierda, ¿ve unos campos sembrados que verdean?, ¿y una pilona de la línea eléctrica?. Pues justamente detrás, al otro lado de la altura, hay una fuente que se ha llamado siempre de Bisarracons, y de allí, precisamente, se hizo una traída de aguas”. Ese “otro lado” es el camino de Torre la Ribera a San Aventín, y allí Muria (casa Muria) tiene una finca en la que se advierten muy borradas las paredes y los restos de un poblado ya abandonado mucho tiempo atrás: Bisarracons…
Un lugar abandonado, Bisarracons; una fuente importante de la que se ha reaprovechado el agua. Me lanzo ciegamente tras de b- protética + iza, agua, como en Bisalibons o Bisaurri. Pero he de detenerme de inmediato y volver atrás: el segundo elemento de la composición es arra, macho, aplicable especialmente a los animales; hay una acomodación con elipsis al final del primer término con encuentro de vocales iguales, bis(a)arra. Pero es que iza, además de agua, vale también por caza, y la disyuntiva se plantea así: “el agua de los machos…” o “la caza de los machos…”. Parece más propia esta segunda opción. Sigamos: el tercer elemento de la composición es aker, macho cabrío o cabra-macho no castrado. Nueva sutura con elipsis al final del primer término por encuentro de vocales iguales, bisarr(a)aker. A continuación, el adjetivo calificativo on, buenos, pero que aplicado a animales o personas vale asimismo por “grandes”, bien desarrollados”, “fuertes”, acepción que ha llegado plenamente vigente hasta el dialecto actual, en el que “fé-se bueno” equivale a medrar, hacerse o convertirse en un buen ejemplar. El tercer enlace, bisarraker + on, se efectúa con elipsis al final del primer término, bisarrake(r)on; pero resulta un hiato que se reduce mediante profundización de la elipsis, bisarak(e)on. Por último, el sufijo pluralizante –z.
La opción por “caza” y no por “agua” está suficientemente fundamentada: las laderas soleadas del sur y este del Turbón, con enormes riscos arriba pero con prados naturales, matorral y agua abundante abajo, han sido de siempre terreno muy propicio para los carpidos, sarrios incluidos. Hay, por otra parte, junto a la fuente y lugar de Bisarrakons unas rocas “salineras”, a las que acuden las cabras golosamente, en especial las más fuertes y atrevidas. En conclusión, Bisarrakons, ya expurgado de “cultas” denominaciones y localizado en el mapa, significa “la caza de los machos cabríos grandes”.
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