Toponimia
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El español tiene puestas sus posaderas sobre la civilización más antigua y hermosa que ha conocido el mundo occidental y se comunica con ella a través del ano. De no ser así, no se entiende tal acumulación de basura, ignorancia, menosprecio, adulteraciones y falsificaciones… Alguien me pregunta si no me canso de tanta pelea; la respuesta es muy clara: ni me canso ni lo haré jamás, pero es cierto que me cabreo con demasiada frecuencia. Por ello, para los más moderados y mansos de corazón, para las gentes comme il faut , para todos aquellos a quienes pueda desagradar mi exabrupto inicial, mis disculpas… pero seguiré.
Parodiando el celebérrimo principio nulla dies sine linea, uno ya sabe que cada día de trabajo, cada topónimo ha de comportar el entuerto, el disparate, el engendro lingüístico románico-católico correspondiente, y que, ya lo afronte para desmontarlo ya lo soslaye por hartazgo, ahí ha de estar unido al análisis como la sombra al cuerpo. Pero uno, sinceramente, no está preparado para que una tesis esperpéntica, un débil vagido de bebé, ponga patas arriba, de una tacada, una larga ristra de topónimos, al menos una docena, unidos entre sí por una cierta apariencia formal. El trabajo se acumula, el hartazgo sube hasta la epiglotis y el malhumor estalla.
El nombre latino villa-ae, casa de campo, villa, propiedad rural, quinta, alquería, granja, residencia lejos de la ciudad, en principio tan propio de la Toponimia, ha llegado a convertirse en una especie de agujero negro que absorbe y destruye todo cuanto vaga por sus alrededores. Su “rol” dentro de la toponimia románica (castellana, catalana, gallego-portuguesa, francesa, etc.) es casi ilimitado y creo que está presente en más de mil nombres de lugar. Cuatro ejemplos: Villafranca de los Caballeros, Vilafranca del Penedés, Vilafranca (Pontevedra), Villefranque (Francia). Tan solo con el nombre “Villar” (sólo Villar, o El Villar, o El Villar de…) tenemos localizados 145 lugares. ¡Pues no es suficiente!; hay que sacar todo el jugo a lo poco que sabemos…
En efecto, el susodicho villa-ae ha intentado deglutir, sólo en el limitado marco de la toponimia ribagorzana, las siguientes formas:
Pero toda la autoridad reunida (Estado, Iglesia e intelectuales a su servicio) no siempre consiguió imponer el bodrio, quien sabe si porque resultaba demasiado evidente y hasta pestilente, o porque la resistencia del ibero esclavo o sometido (en todo caso muy desgraciado) encontraba en ello cierta satisfacción. El hecho es que han llegado hasta nuestros días, coincidiendo la forma usual con la etimológica, los siguientes topónimos:
-Bisaurri, composición formada por b-iza-urri, “el agua escasa”.
-Bisalibons, de b-iza-ali-bontz, “el agua que hace bien al vientre”, venciendo los repetidos intentos de Villa Luponis, Villa Leponis, Villa Ellebonis, todos gestados en Obarra.
-Bisarracons, de b-iza-aker-on, “la caza de los machos cabríos grandes”, que asimismo inspiró a los monjes nombres tan bonitos como Villa Racons, Recons, Arraconis…
-Billarrué, de bilari-ue, “la propiedad del hombre que busca o investiga”, en el que se ha visto la presencia de villare.
-Brallans, de baratz-lanzar, “la huerta de tierra baldía o mala”, pese a las creaciones ya mencionadas de Villa Bradilanis o Bradilans.
Las “víctimas”, en forma de entuertos triunfantes y plenamente vigentes en la actualidad, han sido importantes. En primer lugar Bisaldric, que a través de un documentado Vila-dric, ha sido subsumido en el actual Las Vilas del Turbón, al que nos referiremos, en extenso, inmediatamente. Después Bisacarlle, de b-iza-akar-lei, “la caza del chivo que se hiela”, en perfecta correspondencia con Bisarrakons. Por último y más importante, Bidaller, en La Alta Ribagorza catalana, que de un bidai-leher, “la saca de pinos”, ha pasado por prestidigitación a Vila-Alihari. No entramos, por el momento, en otros topónimos catalanes de etimología ibérica, a los que asimismo se les ha dispensado gratuitamente un espúreo “Vila”.
El primer problema que plantea Bisaldric es la determinación de su emplazamiento exacto, ya que existe bastante confusión en la documentación histórica, como si se hablase de oídas o con malos informantes. Por fortuna, el conocimiento de la lengua ibérica, por una parte, y el hecho de que el topónimo describe perfectamente el emplazamiento del lugar, por otra, solucionarán la cuestión. En efecto, citemos en primer lugar a Antonio Ubieto Arteta que, en su obra Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados, III, habla de “Villas de Besaldric. En el Valle de Lierp. Sobrecullida de Ribagorza (1.495). Vereda de Ribagorza (1.646). Evolución de la población: 5 fuegos (1.495); 5 fuegos (1.646)”. Dos aclaraciones al texto anterior: 1ª. Hoy en día, Bisaldric, Villas de Besaldric, Viladric, Las Vilas de Turbón, La Vila o como quiera que se llame no pertenecen al Valle de Lierp sino al municipio de Torre la Ribera. 2ª. Besaldric presenta una sustitución de i por e, igual que Besaurri por Bisaurri, sin trascendencia etimológica. En segundo lugar, en el año 1.554, según la monografía de Manuel de Moner y Siscar sobre el Señorío de Concas y sus señores, aparece la siguiente cita: “J. de Bardaxí Sr. del Castillo y lugar de Visaldric”. Parece desprenderse que Bisaldric era un lugar con su castillo. Tercera y última cita (la del esperpento y el vagido): corresponde tal honor a Joan Corominas, Onomasticon cataloniae, VIII, voz Viladric, donde afirma que “Como hemos visto en los artículos Visalibons, Visalracons y Visa II la LL de VILLA aparece en esta zona (La Alta Ribagorza) mudada en –Z-, hoy –S- “apitchada” (de pit, pecho). ¡Hay que tener morro!. Resulta la evidencia de que una serie de hermosos topónimos ibéricos que contienen perfectas descripciones y una s fricativa dorsodental sorda procedente de z, sufre el ataque de los depredadores latinistas que cambian tal s en /L/, los adulteran hasta conseguir expresiones incoherentes o fantasiosa (Villa Luponis o Ellebonis, Villa Alihari, etc.) y acaban inventando que esta zona, exclusiva y precisamente, de da el extrañísimo cambio fonético de LL a S.
Respecto de Bisaldric ya sabemos bastantes cosas: que no hay “villas” propiamente, sino un lugar más o menos agrupado o población normal compuesta de varias casas, como Bisalibons, Bisacarlle, etc; que este lugar tenía su castillo, que contaba con cinco fuegos en 1.495 y 1.646 y que era…”el lugar situado junto al agua”. En efecto, al inicial b-iza se aglutina aldiri, proximidad de un lugar, lugar cercano, que, en realidad, es una composición de alde (lado, cualquiera de los parajes que están alrededor de un cuerpo, vecino) más iri (población, lugar habitado), de modo que ald(e)-iri > aldiri vale por “la población al lado”. Con rara perfección morfológica, aún encontramos un tercer elemento: el sufijo casual –ko que significa “de”. Así pues, b-iza-aldiri-ko. Pasa por:
- Elipsis al final del primer término por encuentro de vocales iguales: biz(a)aldiri.
- Sincopa de vocal i tras la oclusiva d, seguida de r e igual vocal: bisald(i)ri.
- En la sutura bisaldri-ko hay yuxtaposición necesaria.
- Caída de la vocal átona final: bisaldrik(o).
La traducción no puede ser más sencilla y expresiva: el agua (biza), población al lado (aldiri), de (ko); ordenadamente, “la población al lado del agua”.
Llegamos a Las Vilas y, en primer lugar, encontramos a la izquierda de la carretera (antigua senda y camino) las casas (Chaumeso, Ariño, Farrera y Ramón, esta última desaparecida) de Zircurán, lugar bien conocido por mis lectores pues ya lo estudié hace muchos años, y que significa “al lado del camino”. Observemos la correspondencia “al lado del camino” y “al lado del agua”. Tras el remozado balneario y hotel, también a la izquierda, llegamos (derecha de la carretera) a la planta embotelladora nueva del agua minero-medicinal que, para mí, es la mejor del mundo. Enseguida, nuevamente a la izquierda, la planta embotelladora vieja; aquí la carretera gira bruscamente a la derecha, cruza el barranco por un pequeño puente y continúa hasta llegar a un nuevo grupo de casas (Solana en primer lugar, y luego Güerri, Saura, Vidal y, al fin, la emblemática casa Garuz). Están sobre el barranco, a la izquierda, justamente enfrente de la nueva embotelladora, a un tiro de piedra, a la derecha del barranco, por lo que bien puede decirse “al lado del agua”; la iglesia nueva, junto a casa Solana, muestra, al fondo a la derecha, unos muros de piedra totalmente derruídos que es todo lo que queda del castillo mencionado, y el número de casas o fuegos coincide, sorprendentemente con el de 1.495. Y aunque alguien me habla de unas casas de Bisaldric en la parte de la Plana de Viñals, no me cabe duda alguna que acabo de localizar el antiquísimo y difuso lugar de Bisaldric.
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