Toponimia
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Por la carretera del Valle de Roncal arriba, llegamos a sobrepasar la villa de Isaba. La ruta que asciende hacia Belagua discurre junto al barranco (o río) de este nombre. Sobrepasado el km. 5, encontraremos el puente de Oncibieta, el camping de Asolaza y, poco después, el punto kilométrico 6; pues bien, puede decirse que aquí empieza el valle de Belagua propiamente dicho. Éste presenta la forma de un semicírculo ligeramente apuntado hacia oriente en el Rincón de Belagua. La semicircunferencia coincide con la línea más baja de recogida de aguas y está, por ello, perfectamente marcada: el primer arco de 90º lo dibuja el barranco de Belagua acompañado por la carretera hasta el aparcamiento del km. 12; aquí, la vía se separa, toma dirección norte y enseguida oeste, para dibujar las lazadas que conducen al Refugio militar y Mirador en primera instancia; pero a las proximidades del aparcamiento llega uno de los brazos que conforman el barranco de Belagua: se trata del barranco de Aztaperreta que drena el segundo cuadrante, Rincón de Belagua incluido.
Del Valle de Belagua propiamente dicho queremos poner de relieve tres notas, justamente las que interesan al estudio toponímico, prescindiendo de otras muchas valiosas y bien conocidas (reservas naturales, impresionante formación kárstica de Larra, espeleología, esquí de fondo, etc.)
1ª. Es un valle cerrado. Por la parte exterior de aquella circunferencia, a modo de corona, un sistema montañoso se eleva de forma abrupta: por el oeste, el Collado Inzaga (1.249 m), Pilona de Pedrogón (1.342), Larrondoa (1.703) y, en el vértice NO, las Peñas de Lakartxela (1.903, 1.980, 1.982, etc.); por el norte, los picos Larragoiti (1.636 m), Cortaplana (1.781), Labora (1.857), Eskilzarra (1.447), Lazagorría (1.562) y Lapazarra (1.777), entre otros; por el este, collado Larrería (1.580 m), pico del Rincón de Belagua (1.694), Peña d´o Rei en el límite con Huesca, cuello de Zaparreta (1.545) y pico Maz (1.945 m). A partir de éste, cerrando por el sur y volviendo en dirección oeste hacia el barranco o río Belagua, un contrafuerte montañoso en Txamantxoia, Macelarra, Borda de Mari Juana (1.054 m), y otras alturas de 1.075 y 923 (Oncibieta) hasta el mismo borde del río.
2ª. Es un valle alto. Incluso en la parte más honda, junto a los cursos de agua, la cota se mantiene en torno a los 1.000 m. de altitud (dolmen, ermita de Andra Mari de Arrako, bordas de Guixón, Fraile, Petillano, Sabuqui, Luecia, parador Txamantxoia, camping, aparcamiento, bordas de Incha, Mariano, Beticocha, Rincón de Belagua (1.065 m). Pero, en cuanto nos separamos del fondo, ya hacia el norte o hacia el sur, superamos de inmediato la cota mencionada (Venta de Juan Pito, Refugio Militar (1.411 m), Mirador, Refugio de Belagua (1.428 m), Yeguaceros, etc. El punto de referencia para determinar esta nota de altura está en el emplazamiento del lugar habitado permanentemente más próximo, que no es otro que el de la villa de Isaba, que se asienta a 813 m. de altitud.
3ª. Es un valle herboso. Bastante amplio y fértil, con abundantes pastizales aprovechados desde tiempo inmemorial por ovejas, vacas y yeguas. En consecuencia, el número de bordas es enorme, y las antes mencionadas no pasan de ser una pequeña muestra.
La primera cuestión que nos plantea el topónimo Belagua consiste en determinar si es ésta la forma procedente conforme a su etimología, o bien, con igual criterio, si debemos decir y escribir Belagoa. Resulta reconfortante (y descansado) encontrar escrito un posicionamiento que coincide plenamente con el propio; es, en este caso, el de Mikel Velasco, en su magnífica obra ( a la que habré de referirme con harta frecuencia) Diccionario etimológico de los nombres de los montes y ríos de Navarra, Pamiela, Pamplona 2.000. Dice así: “Hoy es común ver escrito Belagoa, forma que suele considerarse como más vasca y más correcta. NTYC (Navarra. Toponimia y Cartografía) indica que no hay razones que abonen tal suposición. Desde 1.345 hasta nuestros días la forma Belagua es abrumadoramente mayoritaria. Igualmente es la pronunciación general entre los nativos. En NTYC, finalmente se señala que: “El supuesto de que –ua aquí sea una pronunciación de –oa (como astua de astoa) no tiene base. Belagoa es pues una forma ultracorrecta; tanto en euskera como en castellano es preferible usar la forma tradicional Belagua”. A pesar de esto. Juan Karlos López Mugartza defiende el uso de Belagoa.
A partir de aquí, debemos entrar en el meollo de la cuestión: el análisis morfológico, fonético y, como resultado, la fijación de la forma y contenido (descripción) del topónimo que estudiamos. Belagua es una composición de la lengua ibérica integrada por dos elementos. El primero, perfectamente identificable a primera vista, es belagai que, según el DRAE (Diccionario Retana de Autoridades del Euskera), vale por pradera, dehesa cerrada. El segundo, en cambio, muy oculto, requerirá una larga exposición previa. Digamos en este momento que belagai se une a ese segundo elemento manifestándose en la unión, acomodación, enlace o sutura, la primera y fundamental de las normas de la lengua aglutinante: la elipsis al final del primer término. Un breve inciso para explicar que, cuando esta elipsis no es posible (porque conllevaría la desaparición de un elemento completo, por ejemplo, del pronombre relativo n; o porque introduce confusión, haciendo ininteligible el texto; o porque, finalmente, se crea un grupo consonántico imposible) actúa la segunda norma, de carácter supletorio, cual es la yuxtaposición necesaria; y que existe un contado numero de “acomodaciones especiales”, motivadas generalmente por la presencia de una haplología, entre las cuales se encuentra precisamente Belagua. Así pues, belaga < belaga(i).
En Belagua luce con toda nitidez la aparición del fonema semivocálico w(a). El supuesto que desencadena tal aparición es la repetición, sin solución de continuidad, de una nueva sílaba ga. Por fortuna, disponemos de varios ejemplos, ya publicados en otros momentos de mi obra, que nos permiten la explicación minuciosa del fenómeno. Veamos estos dos:
Selgua < selega-gar > sel(e)ga-ga(r) y selg-wa, “extensos llanos de trigo”.
Blecua (forma histórica Blegua) < belega-gar > b(e)lega-ga(r) y bleg-wa, “los cuervos del trigo”.
Igual proceso observaremos en los topónimos Bergua y Binacua, entre otros.
En consecuencia, debemos identificar ese segundo elemento de la composición tan oculto, del que ya sabemos, por el momento, que empieza por ga.Pudiéramos pensar que estamos ante el sufijo de privación –ga, sin, carente de; pero la descripción resultante “sin praderas o carente de praderas” es, evidentemente y por lo expuesto, contraria a la realidad, y esto es y será siempre “toponimia real”. Cabría pensar en otra forma con ga+consonante que enmudece al final de la composición, por ejemplo, gar(i), trigo; pero por similar razón debemos descartar una descripción “praderas de trigo o praderas y trigo”. Nos queda una última posibilidad que, creando el supuesto propicio para la aparición de w(a), complete una descripción perfecta, exacta, según hemos comprobado sobre el terreno. El segundo elemento, el oculto, es gan, variante de gain,y que vale por “arriba, parte alta o superior”. Ya podemos efectuar el análisis morfológico y fonético de la composición en su integridad:
Belagua < belaga-gan > belaga-ga(n) y belag-wa. La descripción resultante no puede ser más ajustada a la realidad: “la pradera cerrada de arriba”.
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