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Bataraguá – 354

Altoaragonesa

 

El topónimo que aquí nos ocupa se encuentra entre la media docena de los más interesantes de esta serie, y, tratándose de una pardina despoblada, es evidente que su interés no radica en su pujanza económica o productiva, ni en su historia –de la que poco se conoce-, ni siquiera en su riqueza artística o monumental –aunque tampoco carezca de algún elemento valioso-; ni siquiera la naturaleza muestra aquí algún elemento (montaña, precipicio, cueva, “solencio”, “imagen” de persona, animal o cosa…) llamativo o de especial interés. La razón de que dediquemos todo un capítulo a este mínimo lugar reside en su inusitado interés lingüístico; arranca de variantes formales perfectamente documentadas, en principio tan distantes entre sí (como se advierte en el título) que parecen inconciliables, pero que encierran una hermosa lección de iberismo, cuya correcta exposición, análisis y conclusiones suponen un trabajo absolutamente inusitado, desconocido totalmente en el ámbito de la toponimia ibérica o ispánica. Iniciemos la exposición con una serie de referencias actuales y modernas.

“El municipio de Caldearenas también cuenta con unos cuantos núcleos deshabitados. Conjuntos que, pese al paso del tiempo y del olvido, aún conservan destacados elementos de interés, como … la pardina Bataraguá, con iglesia del siglo XII…” (Comarca del Alto Gállego, José Luis Acín Fanlo, coordinador).

“En el término de Caldearenas se ubican distintas pardinas …, así como una vez pasado Javierrelatre y prácticamente al lado de la carretera de Anzánigo a Jaca, la también pardina de Bataraguá, dominando todos los alrededores. Está compuesta por dos enormes casas con sus correspondientes dependencias y edificios secundarios, destacando en una de ellas su masadería y horno de pan con su voluminosa y altiva chimenea. Un poco más adelante se encuentra la iglesia, obra de orígenes románicos (siglo XII), remodelada y elevada en altura entre el XVII y XVIII, momento en el que también se añadió una espadaña a los pies del edificio. Se compone de una nave culminada en su ábside semicircular, con puerta –curiosamente- orientada hacia el norte, en cuya parte superior se enclava el tímpano con el crismón inscrito en el mismo” (Paisajes con memoria, José L. Acín Fanlo).

Adolfo Castán, Lugares del Allto Aragón, se centra en la descripción de las edificaciones, casas e iglesia. Añade que hay una “importante necrópolis de tumbas de laja”. Pascual Madoz en su Diccionario empieza por introducir una variante formal del topónimo, BATRAGUA, sobre la que luego volveremos, y explica: “Coto redondo despoblado de la provincia de Huesca, partido judicial de Jaca, jurisdicción del lugar de Osia. Situado en una hondonada rodeada de montañas elevadas; tiene 44 cahizadas de tierra, de las cuales se cultivan 30, quedando las 14 restantes destinadas para yerbas de pasto y plantación de árboles silvestres; es propiedad del conde de Parsent, quien generalmente lo arrienda a uno de los vecinos del pueblo, en cuyo término se encuentra…”.

Según Antonio Ubieto Arteta, Los pueblos y los despoblados, se llamaba Batraguá en 1.785 y Bataraguá en 1.834. Pero debemos remontarnos a fecha anterior, al menos en siete siglos. Este mismo autor, ahora en su obra Cartulario de San Juan de la Peña, entrada “GUTRUA”, incluye el documento nº 77, de fecha 1 de diciembre de 1.041 en el que se dice “in villa que vocatur Gutrague”, y poco más adelante “in villule supra affata Gutrague”; finalizando este documento, “habeo in Gutragua”. Otro documento, el nº 88 de la misma obra, del año 1.046, incide del modo siguiente: “de illa muta de Gutragua” y, más adelante, “dedimus illi in Guturagua”. Ya tenemos un elenco de formas bastante amplio, que clasificaremos provisionalmente de este modo:

-Formas con inicio gut- : Guturagua , Gutragua (Gutrague) y Gutrua.

-Formas con inicio bat-: Bataraguá y Batragua.

Ante tal pluralidad de formas bastante distintas entre sí, cabe preguntarse si todas ellas designan a un mismo lugar. La respuesta es afirmativa: tenemos en primer lugar la autoridad de Antonio Ubieto Arteta que, en la entrada Bataraguá se remite a Gutrua. Por otra parte, los referidos documentos contienen asimismo topónimos de la zona, próximos a Bataraguá, tales como Salamangia (Salamaña), Serué, Sabinganico (Sabiñánigo), etc. Cabe asimismo preguntarse si estas formas coexistieron en el tiempo a se sucedieron unas a otras hasta el Bataraguá actual: sin duda, coexistieron, y no solo porque la forma Batragua rigiera en 1785 (Ubieto) y reapareciera en 1.845-50 (Madoz) a pesar de que en el ínterin -1.834- se documentara Bataraguá, sino, sobre todo, porque todas las formas son aglutinaciones de voces puramente ibéricas, y por tanto de origen remoto, que contienen una descripción prácticamente idéntica. Estamos ante un nuevo caso de “sinonimia parcial”, con dos formas comunes a ambas líneas y una sola variante, tal como veíamos, por ejemplo, al estudiar Escusaguat frente a Escusabot. Lo llamativo del supuesto actual reside en que la sustitución o cambio radica en el primer elemento de la composición: Guturagua frente a Bataragua, por un lado, y Gutragua frente a Batragua, por otro.

Antes de entrar en el análisis, una breve consideración: en aquel marco natural –hondonada rodeada de altas montañas-, muy alejada de una corriente de agua importante como el Gállego, la abundancia o escasez de agua fue factor esencial: personas que la precisan para beber y demás usos, rebaños que deben ser abrevados, riego-en lo posible- de algún huertecillo… Este es el elemento descriptivo escogido por el topónimo. Y la realidad nos brinda el llamado barranco de Bataraguá que se forma un poco al norte y oeste de aquella “villula”, desciende por la Solana de Bataraguá y gira al oeste para unirse al barranco d´o Salto.

La forma más extensa, Guturagua, es, en esta ocasión, la más completa y valiosa. Se inicia con un adjetivo indefinido, guti, poca; sigue ur, agua, que se une a la primera mediante elipsis al final del primer término: gut(i)ur. Por último, aguai, en principio “corriente” cuando lleva expreso el elemento que corre, como en este caso; pero que puede valer por “corriente de agua” en muchas ocasiones. Gutur +aguai > guturagua(i), con caída de la vocal átona final. De Guturagua se deriva Gutragua con toda facilidad, y aún diría que hasta por necesidad; reparemos en que, de las cuatro sílabas de Gu-tu-ra-gua, tres de ellas son directas con la vocal /u/, lo que determina la haplología de una de ellas: Gut(u)ragua. Gutrua no sería más que una contracción de Gutr(ag)ua. El significado, en todo caso de Guturagua, es bien claro: “Poca corriente de agua”.

Decíamos que la excelencia de este topónimo Bataragua/Guturagua reside en una brillante sinonimia parcial que viene configurada por la sustitución de su primer elemento –hemos visto hasta ahora guti, poca- por otro formalmente distinto pero equivalente en lo semántico. Se trata de bat, uno, un-una, un cierto, algún-a (adjetivo numeral cardinal pero también indefinido). Es perfecta tal sustitución en Gut-ragua por Bat-ragua, mientras que Bataragua-á, parece la involución de un –tra > t(a)ra que realmente nunca existió (bat-ur-agua). La traducción exacta de Batragua/Bataraguá es “una cierta corriente de agua”. Perfecto paralelismo con Iberia > iberz-ipar e Ispania > ispas-n-ipar, “la orilla del norte” y “la costa del norte” respectivamente.

 

 


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