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Barkeno (Barcelona)

Ibérica

Alguien me hace llegar (gracias, Mª Jesús) un templar de La Vanguardia, correspondiente al martes 4 de octubre de 2.011, en el que puedo leer una entrevista al profesor de Onomástica y Lexicología de la Universidad de Lleida, de nombre Albert Turrull. Está hecha con preguntas y respuestas rápidas, concisas, y con un tono distendido y agradable que incita a mediar en la conversación antes que a discrepar o discutir. Estoy de acuerdo con muchas de las manifestaciones del entrevistado, si bien hay dos, relativas ambas al iberismo en su faceta lingüística, con las que no puedo coincidir, lo que resultará obvio para quienes conozcan mi obra anterior y la generalidad de las exposiciones hechas en este blog. La primera dice: “Sabemos leer la grafía ibérica, presente en monedas, inscripciones… ¡pero no sabemos descifrar su significado!”, afirmación que sigue a pies juntillas la opinión general hasta hoy de todos nuestros científicos. La segunda, más concreta, se refiere al significado del topónimo Barcelona, del que dice que “Deriva de Barcinona, que deriva de la Barcino romana, que a su vez deriva del ibérico Barkeno… que no sabemos qué significa”. A la primera cuestión doy cumplida respuesta en todas las secciones de este blog, especialmente en la primera, titulada “Lengua ibérica”. A la siguiente, Barkeno, intentaré contestar en este trabajo.

Conviene, antes de entrar en el análisis lingüístico, hacer tres precisiones de la mayor importancia:

1ª. Lo que hoy es la gran y muy valiosa ciudad de Barcelona (medio natural, historia, arte, cultura, tradición, economía y población) y su entorno más o menos próximo (lo que podríamos llamar área metropolitana en un sentido amplio) estuvo poblada desde la noche de los tiempos. Se han hallado restos del período paleolítico y mucho más abundantes (pese a la dificultad evidente de su afloración y conservación en un área tan humanizada) del neolítico. No es objeto propio de este trabajo su estudio en detalle, por lo que me limitaré a recomendar la lectura de la obra Història de Barcelona, volumen I (La ciutat antiga), especialmente en sus páginas 111 (El neolitic) a 132 (La conquista romana…), dirigida por Jaume Sobrequés i Callicó y escrita, en el capítulo pertinente, por Joan Sanmartí.

2ª. A lo largo y ancho de la Península ibérica (también en las islas Baleares y Canarias, así como por el oeste de Francia hasta Bretaña, por el sur -cara norte del Pirenneo- y por el este, hasta la desembocadura del Ródano) aparecen miles de lugares o poblamientos en los que la arqueología ha podido determinar, a través de los restos materiales, una antigüedad que se remonta al V milenio a. de C. e incluso más allá. Sus nombres o topónimos, identificativos y descriptivos a la vez, son retazos de la conversación o párrafos en purísima lengua ibérica, idéntica en lo substancial a la escrita (textos epigráficos) en el los siglos V antes de Cristo y posteriores. El topónimo Barkeno es uno más entre ellos. De esto se infiere que es inadecuado hablar, como se hace, de un período ibérico, desde el siglo VI hasta el cambio de era, al menos en el especto lingüístico.

3ª. Los iberos, en especial los que habitaron el espacio entre los ríos Besós y Llobregat, con una tupida red de rieras intermedias, se dedicaron a la agricultura y ganadería fundamentalmente, pero también a la pesca, la minería, la caza, la artesanía y, muy pronto, al comercio. Ciñéndonos a la agricultura y horticultura, no faltaron los espacios más idóneos. Aún hoy en día, el delta del Llobregat sigue aprovechado intensamente. Pero en el Pla, los asentamientos fueron innumerables. Próximos a las murallas de la Barcino romana –ciudad de unas 12 Has. de extensión- los payeses obtenían grandes cantidades de productos vegetales que se comercializaban en diversos mercados. Y mucho tiempo después, a mediados del siglo XIV, contaba tan solo con 34.024 habitantes, lo que permitía la subsistencia de infinidad de villas, fundos y explotaciones agropecuarias, a veces cerradas, pero con sus jardines y huertos al interior. La producción de plantas y vegetales buenos, útiles, a favor del llano, las captaciones y conducciones de aguas desde los ríos y las rieras y el clima cálido, alcanzó volúmenes difícilmente imaginables hoy en día.

Para afrontar con rigor el estudio de Barkeno debemos previamente desplazarnos hasta Alloza (Teruel). Allí nos vamos a encontrar con que “el valle de Ariño forma la parte norte de su término, de topografía llana…”; y que produce “cereales, olivo, vid, patata, maíz, frutales, alfalfa y remolacha… Industria de transformados alimenticios…” (Gran enciclopedia de España). He aquí un emplazamiento similar al de la antigua Barkeno: llano, agua y abundancia de plantas o vegetales. Pero además Alloza cuenta con algo de gran valor cultural: un vaso ibérico o kálato (forma de sombrero de copa) decorado con motivos vegetales, entre los cuales se identifican varias plantas hortícolas, y que, por si fuera poco, presenta una inscripción en caracteres ibéricos que trascrita a nuestro alfabeto dice así:

O-R-DI(TI)-N-DE(TE)-N-BA(PA)-R-GI(KI)-A-R

Hecha la fijación de la secuencia y los análisis morfológico y fonético, llegamos a la siguiente lectura:

ORT(U) IN-DEN BARKI AR(A)

que traducido al castellano significa:

“Clases de vegetales o plantas que se cultivan en el huerto”. Ver Trabajos II en Epigrafía.

Barki, como acabamos de ver, es una voz ibérica de rancia prosapia que vale por vegetales o plantas. También está recogida en un buen diccionario del vasco antiguo como es el Retana de Autoridades del Euskera. En sentido estricto, quedan excluidos los árboles silvestres (carrascas, pinos…), los olivos, los árboles frutales, las especies arbustivas como la vid e incluso los cereales; en cambio hacen mención directa a plantas o vegetales tiernos, verdes, a los cultivos hortícolas en concreto. Barki es el elemento primero y fundamental de la composición ibérica que es Barkeno. A este elemento viene a aglutinarse en, más, forma ibérica del comparativo de superioridad. El enlace o acomodación sigue la regla primera y general de la aglutinación: la elipsis al final del primer término, de modo qu barki + en > bark(i)en. Hasta aquí, barken = “más vegetales o plantas”. El tercer elemento de la composición, insinuado por la o final de Barkeno, es el calificativo on, con sentido general de “bueno” y otros más específicos como útil, provechoso, agradable, etc. Así pues, “más plantas o vegetales buenos”. Pero todavía falta la referencia al lugar, a la población y su entorno en que se dan estos cultivos. Ello se consigue mediante el pronombre relativo n, “el que o la que”, el cual lleva generalmente incorporada, aunque elíptica, la forma correspondiente del verbo auxiliar izan (es, está, tiene, parece…). En conclusión, barkenon +n da, por confusión, barkenon, y en ésta se produce el decaimiento de la consonante final (la –n enmudece muy frecuentemente) propiciado, además por la haplología de la segunda n ante la presencia de otra nasal apicoalveolar sonora en la misma sílaba. Recordemos, por último, que el pronombre relativo n al final de la composición toma frecuentemente la forma –na, lo que abre un abanico de variantes: Barkeno y Barkenona en ibérico; Barcino y Barkino en época romana; Barcinona, Barquinona y Barcelona (desasimilación de consonantes) en época posterior romance. El significado completo de Barkeno, muy evidente, es “la que tiene más vegetales o plantas buenas”.


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© Bienvenido Mascaray bmascaray@yahoo.es

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