Toponimia
Inicio > Toponimia > Altoaragonesa > Baranguá – 355 (a)
Seguimos en el muy extenso municipio de Sabiñánigo, ahora junto al río Gállego. Por la carretera N-330, de Sabiñánigo a Huesca, tomamos por la derecha un desvío a la altura del Hostal de Ipiés que, de inmediato, salva el cauce del río; nuevo desvío a la derecha y nos deja en Baranguá (se distingue entre Baranguá Nuevo o bajo y Baranguá Viejo o alto, muy próximos entre sí). De Baranguá Viejo leemos en la obra de J.L. Acín Fanlo Paisajes con memoria lo siguiente: “En Hostal de Ipiés también arranca el vial que, hacia poniente, nos aproximará hasta el descomunal e incendiado – a mediados de los años cincuenta- caserío de Baranguá Viejo. Una desolada ruina descansando por un suave declinar, en pleno solanar, es lo que queda de esta solariega –que, a buen seguro, lo fue- casa, cuyos muros y restos atestiguan su construcción allá por los tiempos modernos, en torno al siglo XVII. Aledaña se encuentra su iglesia, edificio barroco del siglo XVIII con remodelaciones y aditamentos del XIX. Una nave techada con bóvedas de lunetos y con testero plano, a cuyos pies y por un lateral –sirviendo a su vez de entrada tras arco de medio punto- se levanta la airosa y bien trazada torre de finales de la pasada centuria. Entre ambas edificaciones, pequeña construcción en cuyo fondo todavía se aprecia con claridad la boca y el tiro de la chimenea de un horno de pan”. Como es habitual, Pascual Madoz repara, en su Diccionario Geográfico Estadístico Histórico 1.845-1.850, en otros extremos que resultan ser de gran utilidad: “Situado a la margen derecha del río Gállego al pie de una pequeña colina… Muy inmediato se halla 1 puente de piedra sobre el río Gállego, y éste corriendo de E. a S. le sirve de lindero, da impulso con sus aguas a las ruedas de un molino de harina y fertiliza el terreno por la única parte llana y de huerta que tiene, pues lo demás es montuoso, pedregoso; contiene poca tierra cultivable y solo produce arbustos que dan leña para combustible y pocas yerbas de pasto… Produce trigo, cebada, avena, judías, legumbres, patatas, y se va dando principio al plante de viñedos; cría ganado lanar y cabrío, y alguna pesca de truchas en el río. Industria: la del mencionado molino harinero…”.
Baranguás aparece citado ya en el año 1.086, Cartulario de Fanlo, doc. nº 82, en el que se cita a un tal “Garsia Atoniz de Barangosse”.
A la vista del contenido del topónimo, o lo que es lo mismo, de la descripción que hace del lugar, cabe imaginar con toda verosimilitud una secuencia temporal tal que la siguiente: En tiempos muy remotos -¿3.000 a. a. de C. ?, ¿antes incluso? – un ibero se establece con su familia en el entorno del actual Baranguá Viejo; se dedica a la producción de cereales y legumbres, cría ovejas y cabras, pesca en el Gállego, caza… Este ibero o alguno de sus descendientes, vista la disposición del río, los cereales que produce y la existencia de tierras que se podrían regar, alumbra una gran idea: construir, sucesivamente, una presa en el río, una acequia de derivación, una balsa para almacenar las aguas que moverán las ruedas de un molino harinero y, finalmente, acequias de riego para las tierras dominadas por gravedad. El molino será utilizado también por otros vecinos de Arto, Orna, Jabarella…, produciendo beneficios, y el riego, tan importante, multiplicará la producción y la riqueza.
Baranguá es una composición ibérica integrada por tres formas. La primera es bara, parada o presa. A ésta viene a aglutinarse la voz an, allí, donde, produciéndose en enlace mediante elipsis al final del primer término con encuentro de vocales iguales: bar(a)an. La tercera y última es guai, variante de aguai, corriente de agua (río en este caso). La acomodación muestra aquí yuxtaposición necesaria ya que una nueva elipsis –bara(n)guai- provocaría la desaparición total del segundo elemento y, con ello, la ininteligibilidad del párrafo. Hay caída de la vocal átona final /i/. En consecuencia, Baranguá debe traducirse por “allí donde la presa en el río”.
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