Toponimia
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El dialecto ribagorzano toma carta de naturaleza ya en la cuenca del Ésera, la más occidental de las tres que configuran geográficamente el territorio del antiguo condado independiente y reino efímero bajo el mandato de Gonzalo I, hijo menor de Sancho Garcés III el Mayor de Navarra. Incluso los muchos municipios situados a la derecha hidrográfica del río, Oeste geográfico, tales que Sahún, Chía, Seira-Barbaruens, Foradada-Biu-Senz, etc., tienen habla plenamente ribagorzana, si bien cabe distinguir entre la Ribagorza alta (Benasque, Sahún, Villanova, Sos, Sesué, etc.), la media (Seira, Campo, Foradada, Bardaxín), y la baja (Santallestra, Perarruga, Graus, Estadilla, etc.). Uno de los signos más señeros de este dialecto de transición hacia el catalán es, sin duda, su pretérito indefinido perifrástico (yo ba fé por hice; tú bas dí por dijiste, él ba sé por fue, etc.). La norma nace con tanta fuerza que se manifiesta asimismo en el valle de Chistau (la i ba levare y la i ba dechare, “la llevó y la dejó”, dice Niéus Lucía Dueso Lascorz en su hermosa obrita Al canto´l Zinqueta. Poemas en chistaban, aunque, en otros momentos escriba per la lucaneta de la bodega la beyó). Pero, junto a hechos morfológicos, el léxico y, sobre todo, un amplio conjunto de fenómenos fonéticos, vienen a reafirmar la personalidad del dialecto ribagorzano; precisamente, respecto de estos últimos fenómenos, y a propósito de Baldellou, vamos a detenernos en uno bien importante.
Mª Luisa Arnal Purroy, en su valiosa obra El habla de la Ribagorza occidental, Institución “Fernando el Católico”, Zaragoza 1.998, páginas 93 y ss., bajo el epígrafe “Formación de los diptongos”, incluye un apartado b) que reproducimos, en parte, por su claridad y concisión:” Por vocalización de una consonante se han originado también determinados casos de diptongos decrecientes. Puede tratarse de:
- Vocalización de /b/, /d/, /g/ cuando dichas consonantes quedan en posición implosiva interior o final, tras desaparecer la vocal. Este fenómeno, característico del catalán, lo hemos observado en los siguientes casos: canaula CANAB(U)LA, fiula FIB(U)LA, llauna LAB(I)NA, peu PED(E), prou PRODE, bou BOV(E), cllau CLAV(U), chou JUG(U), y neu NEV(E), nou NOC(E)…”.
Tan solo dos matizaciones a esta tesis:
- La vocalización de dichas consonantes en posición implosiva no es privativa del habla de la baja Ribagorza occidental. Así lo demuestran las voces propias del benasqués (mal llamado patués), alto-ribagorzano-occidental, y del campense, medio-ribagorzano-occidental, que citamos a continuación: peu PED(E), prou PROD(E), bou BOV(E), cllau CLAV(U), neu o ñeu (nieu) NEV(E).
- Todos los ejemplos citados de vocalización se refieren a voces latinas con consonante implosiva sobrevenida. Pero la fuerza del fenómeno fonético se manifestará cualquiera que sea la naturaleza u origen de la palabra que reúne las condiciones adecuadas. Quiero ello decir que, ante una voz iberovasca, por ejemplo, elodi, la caída de la vocal átona final y la situación implosiva de la /d/ provocará de igual manera la vocalización a elou.
El ejemplo que acabamos de aducir no está puesto al azar. En efecto, la documentación histórica nos muestra un Vallelodis en 1.162 y un Valle Lodis en 1.179. Ambas formas suponen una cierta latinización, por otra parte tan habitual, pero la adulteración no es tan profunda que nos impida conocer el étimo iberovasco en estado puro, que no era otro que Baldelodi, según comprobaremos tras el análisis morfológico detallado que haremos más adelante. Pocas veces un latinista tuvo tan sencillo el camino de la mixtificación, pues bastaría con dividir lo que en principio es indivisible (la composición iberovasca Baldelodi) de este modo: Val de Lodi; se añade una s paragógica (Lodis), se escribe V inicial como requiere el latín vallis, se suprime (al gusto) la preposición “de”… y ya tenemos otro topónimo integrado en la “culta romanidad”, ya hemos borrado otro vestigio de barbarie ibérica, y…ya hemos creado otro engendro lingüístico falso hasta la médula y estúpido a más no poder puesto que no significa nada.
Si triste es el cometido de los latinistas, ¿qué decir de Menéndez Pidal que intenta sacar agua del inexistente pozo “Val de Lobo”?. Harto ya de críticas, dejaré que la haga en esta ocasión Joan Corominas, quien, en sus Estudis de Toponímia catalana, II, 134, dice:” Ciertos eruditos locales, seguidos por Menéndez Pidal, han afirmado que viene de Val de Lo(b)o; el último compara con Valdelobo (Cáceres), Valdelobos (Toledo) y Valdelubiel (Soria). La reducción de lobo a lou sería posible en el Aragón propiamente dicho, pero justamente Valdellou, de todos los pueblos de la Cataluña aragonesa (el subrayado es mío), es quizá el que habla un catalán más puro, y se encuentra separado de la frontera lingüística por bastantes kilómetros de montañas. Sea como quiera la ò abierta confirma que no hay nada de eso, y las formas medievales muestran que se trata, como ya sugeriría la fonética por sí sola, del latín vallis de laude “valle elogiable”, nombre halagador del tipo Vallhonrat, Vallhonesta, Bel-lloc, Puig de la Bellacasa, port. Riodonor, etc.”. Pues tampoco “valle elogiable”, ni, menos, “el valle ovalado” (Vall de l´ou), de una supuesta lengua lemosina, como también sugieren otros.
Es tiempo ya de hablar en positivo. Baldelodi es una hermosa y sencilla composición de la lengua ibérica que, eufemismos aparte, describirá a la perfección un “hecho identificador” muy propio y notorio del lugar. Consta de un primer elemento que es balder, con significado de “villorrio”, “lugarejo”, “lugar pequeño”. Este término no resultará desconocido para quienes hayan seguido mi obre, pues, en la titulada Baliaride, analizaba el topónimo Baldemosa, compuesto por balder-moxo-a > balde(r)mox(o)a >Baldemosa, y que significa “el villorrio de los carneros”, perfecta descripción de lo que debía ser el lugarejo unos 5.000 años antes a las alegrías y miserias de Chopin y Jorge Sand. El segundo término de la composición es elordi, que es en sí misma una derivación formada por elor, espino, y el sufijo –di que denota “lugar de”, “plantación de” (arta-di, encinar; lertxun-di, alameda). Por consiguiente, elor-di, espinal. Pero la unión balder-elordi provoca que dos consonantes vibrantes simples (apicoalveolar sonora /r/), se sitúen ambas en posición implosiva y muy próximas entre sí, por lo que se producen los siguientes fenómenos:
1. Haplología de la segunda /r/: elordi > elo(r)di.
2. Elipsis al final del primer término: balde(r)elodi.
3. Encuentro de vocales iguales: bald(e)elodi.
La traducción de Baldelodi > Baldelod(i) > Baldelou > Baldellou no ofrece dudas: “El pequeño lugar del espinal”.
La voz iberovasca elor o elorri, en tiempos en que la determinación de familias, géneros y especies vegetales debió de ser sumamente difusa, abarcó, a buen seguro, multitud de plantas bastante desconectadas entre sí pero asimiladas por contener todas espinas o pinchos. Ello se sigue de la denominación de elorri churiya para el espino blanco (Crataegus laevigata), de elorri belza para el espino negro (Crataegus monogina), de elorri triska para la aliaga o aulaga (Genista anglica , purgans, cinerea, etc.). En el término de Baldellou todas estas plantas punzantes y otras más, tienen una enorme implantación, crecen por doquier espontáneamente y son difícilmente eliminables. Abundan los arañones con los que se elabora pacharán, y todavía se recogen algunas aliagas para reproducir la matanza tradicional del cerdo en una fiesta local y comunitaria que se celebra con gran éxito una vez al año (en 2.008, el 16 de febrero). Me hablan de otro arbusto de fortísimos y largos pinchos capaces de dañar la carrocería de un vehículo. En las proximidades, la sierra de Coscollá o Coscollar, llena de coscojos (coscolla o coscollera) de hojas punzantes.
Cuando me alejo de Baldellou, una vez hecha la comprobación sobre el terreno, me invade un agudo ataque de melancolía. En parte es la inmensa amabilidad con que se me acoge y trata, la gran proximidad de sus gentes; en parte, el extremo debilitamiento del flujo vital en contraste con un pasado mucho más pujante y hasta brillante; sobre todo, la clara conciencia de la belleza, la paz, el orden, la limpieza, del bienestar que ofrece a quien se acerque a disfrutarlo… Me cuentan que el censo está en torno a los 140 habitantes pero “aquí no duermen cada noche más allá de unas 90 personas”, muchos de ellos jubilados; hace unos años se cerraron las escuelas, después se perdió la carnicería y la panadería; “ya sólo nos queda el molino de aceite”, me dicen, y me acompañan a visitarlo y contemplar la elaboración artesanal, cuidadosa y bella (decantación incluída) del más exquisito aceite de oliva virgen con una acidez inferior a 0,3 grados. Cuenta con el hermoso torreón del castillo de los condes de Robres (amenaza ruina y tiene problemas, siendo de propiedad particular, para su restauración); con la magnífica parroquial de La Asunción del siglo XIII, en muy buen estado; con el enorme caserón de los Albano, también necesitado de restauración; con tres calles y varias plazuelas limpias y cuidadas con esmero…Si hay un pueblo que merezca una revitalización, sobre todo demográfica, en forma, quizá, de una nueva actividad que proporcione trabajo directo a una veintena siquiera de hombres y mujeres, despejando con ello el futuro de la población, ése es , sin duda, Baldellou. ¡Ojalá!.
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