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Baells – 345

Altoaragonesa

Baells es la cabecera del municipio de su nombre en la comarca de La Litera, en el que se incluyen también Nachá y Zurita, éste último despoblado. Cuenta con una población de unos 120 habitantes y una importante riqueza monumental: iglesias barrocas de Baells y Zurita, románica de S. Nicolás en Nachá, monasterio de Jesús en el Huerto de Getsemaní y, muy especialmente, el castillo palacio de los Desvalls, marqueses de Alfarrás, románico-gótico, con su airosa torre del homenaje y galería de arcos, que descuellan e identifican el paisaje urbano.

Pese a su inclusión en la comarca de La Litera, Baells ( y buena parte de ella) son de honda raigambre ribagorzana. En efecto, durante el reinado de Sancho Ramírez, y empeñado éste en la conquista de Huesca, hizo cesión del condado de Ribagorza a su hijo D. Pedro –posteriormente Pedro I- tras recuperarlo de las manos de su segunda esposa a quien lo había entregado en dote. El infante se lanza con toda vehemencia y con el apoyo unánime de todos los ribagorzanos a la lucha por la reconquista; le siguen gentes de Benasque, la Sositania, Bardaxín, Capella, de la Ribagorza oriental, y cuenta muy especialmente con la alianza de los condes de Pallars y Ugell y del vizconde de Ager. A comienzos de 1.087 cae Estada y parece que Estadilla capitula de inmediato; por fin, el 24 de junio de 1.089 se conquista Monzón, objetivo principal, que queda encomendado a Raimundo Dalmacio, obispo de Roda y de Monzón. Se logran otras plazas, entre ellas Fonz, mientras Ermengol de Urgell conquista por vez primera Calasán. El infante D. Pedro ha de apoyar la conquista de Huesca por el Zinca y debilitar las defensas de Barbastro: logra entonces Nabal, Hoz, Salinas, Castejón del Puente. La recuperación de la Baja Ribagorza queda entonces en manos de los señores catalanes feudatarios de los reyes de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza en cuanto a las tierras poseídas en Ribagorza: Ermengol de Urgell recupera Peralta y Momegastre, y el señor de Ager, Guerau Ponç, nieto de Arnau Mir de Tost, al mando del ejército argelino reconquista Piñana, Salgar, Baldellou, Castillonroi, Camporrells y Baells. Respecto de éste último, el 15 de enero de 1.092 se cita ya “el castillo de Badells”. Es posible que Baells cayera nuevamente en manos moras tras la violenta razzia del 1.096, al igual que Calasán, Peralta, Momegrastre, Castillonroi, Camporrells y Castejón del Puente. Pero, ganada Huesca el 19 de noviembre de este año, Pedro I y el conde de Urgell, conjuntamente, ocupan de nuevo Peralta y Momegastre, sitían Calasán y, tras la conquista de la irreductible plaza de Barbastro, Guerau Ponç de Ager, en 1.103, libera toda la zona perdida en 1.096. Baells formó parte de la sobrecullida y vereda de Ribagorza, y del partido judicial de Benabarre (1.833).

El análisis del topónimo Badells o Baells me trae recuerdos de mi primera infancia y juventud, vividos en Palo (Sobrarbe) pero comunes a un sinfín de lugares de muchos ámbitos territoriales. Allá por los años cuarenta, muchos pueblos tenían un “cabrero” (crabero) o pastor comunal: aparecía por una calle, seguido de “un rebaño” de cabras y ovejas, hacía sonar un cuerno (cuerna), trompeta o esquila y avisaba a primera hora de la mañana a los dueños de los pequeños hatos de ganado (en ibérico ato), los cuales abrían las puertas de los corrales para que sus cabras, ovejas y corderos salieran a unirse al rebaño común. El cabrero cobraba un tanto por cabeza, a veces en dinero, a veces en especie, y solía tener cabezas de ganado propio. Al verlas cómo se mezclaban, solía tener una sensación de inquietud: ¿cómo se separarían luego?. Y recuerdo mi admiración y alivio infantiles al ver que, de regreso, cada animal “sabía” cual era su casa y corral, sin equivocarse jamás al ver la puerta abierta.

La entrada en Baells desde la N-230 se convierte pronto en calle, y a la derecha, junto a un pequeño pedrizo, tres hombres de edad avanzada charlan tranquilamente. Uno de ellos fue pastor durante muchos años y su padre “toda la vida”. Sí, en Baells hay mucho monte común, me confirman; antiguamente, casi todas las casas contaban con un hato de ganado y la figura del pastor comunal resultaba tradicional, inmemorial; pero hoy las ovejas, que también las hay aunque en menor cantidad, ya no van a ese monte, porque está descuidado, imposible, y porque sería demasiado trabajo limpiarlo. Por eso, pastan en las cercanías, un poco a expensas de la agricultura, y en algunos pequeños rincones. Además, el rebaño es unitario, de un solo propietario, y es éste el que lo cuida y explota. Es el Diccionario de Madoz el que nos da noticias de cómo estaban las cosas “antiguamente”, en 1.845-50: “…sirviéndose para abrevadero de los ganados de una balsa inmediata al monte. Varios (montes) hay en su término de mediana calidad que también participa de llano; y son los principales los de San Quilez y sierra de Mondevals, que tienen bosques poblados de cajigos y carrascas que dan bellotas y leña, y sus pastos son comunes …”.

Baells nos obligará a recordar una serie de fenómenos fonéticos propios de la lengua ibérica, y de los cuales hemos encontrado muchísimos ejemplos. Veámoslos ordenadamente:

1. Equivalencia de consonantes oclusivas sonoras/sordas. Con mucha frecuencia aparecen pares de voces sin otra diferencia formal ni semántica que la alternancia oclusiva sonora/oclusiva sorda, por ejemplo gabe/kabe (o. dental sonora/o. dental sorda). Cuando esa pareja de voces no está explicita en un diccionario del vasco antiguo o ibérico, ni tampoco en el léxico que trabajosamente venimos confeccionando desde hace muchos años, debemos tener en cuenta que, en cualquier momento puede aparecer (en un topónimo, antropónimo o, especialmente, texto epigráfico) la “forma oculta”, la “pareja” de la explícita. Esto es lo que sucede en Baells: fundamental en lengua ibérica es la voz bat, uno; su pareja, con o. dental sonora, sería bad, oculta hasta que aparece en Badells.

2. Los adjetivos numerales cardinales, como bat, tienen en general una acusada tendencia a posicionarse en primer lugar de la composición: bi, dos, en Biu (bi ur, “dos aguas”), en Bicién (bi zente, “dos barrancos”); iru, tres, en Iruña (iru in a, “la que se compone de tres”), en la “Estela” de Abobada (Portugal) (iru alde, “tres lados”), etc. Este mismo posicionamiento se observa en Badells.

3. Un fenómeno fonético de elisión, muy frecuente aparición, es la caída de oclusiva en posición intervocálica: Badells > Ba(d)ells. Ver en mi blog www.iberiasegúnmascaray.es la sección Lengua ibérica, Fenómenos fonéticos, De elisión.

4. En una sociedad fundamentalmente ganadera –por encima incluso de la agricultura- es obligado que la voz ele, rebaño, ganado, sea de constante aparición. La particularidad estriba en que esta voz tiene una variante elez, que muestra una adición de –z que, por la doctrina, suele ser considerado como “sufijo pluralizante verbal”. A la vista que la pronunciación habitual –Batisi-eles, Miargü-eles, Fangoni-eles…- es sibilante y no fricativa, y que en todos los casos citados con -z procede entender el nombre en plural (rebaños, ganados), nos preguntamos si no es éste el origen de la desinencia castellana –s para la formación del plural de los sustantivos, en un largo proceso en el que tras ele apareció elez (singular o plural indistintamente), hasta que la práctica separó convenientemente el uso de una y otra forma: ele siempre singular, elez siempre plural. En Baells late el estado primitivo de la cuestión: bat (uno) con elez (singular por concordancia, y finalmente plural).

5. Dentro de los fenómenos de elisión, hemos tratado a fondo la caída de la vocal última en posición no final, siempre que su elisión conduzca a la formación de un grupo consonántico –ls, ns, lls, rs- fácilmente pronunciable, tal que Alins (al-in-iz), Suils (su-il-iz), Ansils (ainz-il-is), Quizans (kiza-aniz)) y otros. Este mismo fenómeno se contempla en Bad-elez > Ba(d)elez y Bael(e)z.

Ya tenemos “destripado” en su totalidad este interesante topónimo. Baells (Badells) consta del numeral bat (bad) más el sustantivo elez. Tras la caída de la última vocal en posición no final, hay palatalización de l > ll, al igual que en Aragüells. La traducción también está hecha: Baells significa, desde tiempo inmemorial y recogiendo un hecho que ha llegado vivo hasta hoy, “un solo rebaño”.

 


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