Toponimia
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Detengo mi coche en Billarrué, junto al ábside de la hermosa ermita románica de San Sebastián, y me apeo. Estoy a 1.534 m de altitud y se ha acabado la carretera asfaltada. Una pista de tierra roja, con abundantes charcos y boñigas, parte hacia Arcas, a 1,6 kms. de distancia y a más de 1.600 m de altitud. En principio, asciende suavemente, pero luego serpentea como una herida abierta en prados que se inclinan de E a O, hacia el barranco de Caranto. Hoy Arcas está deshabitado, pero un gran número de lustrosas vacas pacen libres y quietas: son de un ganadero de S. Feliu que tiene arrendados aquellos praderíos. De Arcas (Casas de Arcas) dice A. Castán, Lugares del Alto Aragón, lo siguiente: “Caserío deshabitado de propiedad privada, a 1.640 m de altura. Reunía 4 habitantes en 1.900. Comunica con Villarrué , del que le separan 2 kms. de pista sin asfaltar … Los edificios han sido remozados y se usan frecuentemente. Posee oratorio particular en honor de Santa Ana que parece del siglo XVII: cuerpo rectangular abovedado y en los pies, puerta, con óculo y espadaña geminada”.
Arcas (hoy La Casa de Arcas) aparece citado en un documento del año 1.013, cuando el conde Guillermo Isárnez dio al monasterio de Obarra la villa de Arcas, in fed et in parrochia, ab integrum cum suos fines et suos terminos. Asimismo, Archas, en otro documento más explícito de 11 de agosto de 1.019. Cuadra de Arcas, 7 fuegos con Billarrué, en 1646.
Con bastante frecuencia nos encontramos con topónimos cuyo significado es muy claro en castellano pues, en realidad, se trata de un nombre común en el lenguaje ordinario. El problema radica en que tal significado no se compadece en absoluto al lugar, paraje o accidente designado por el topónimo. Recordemos, por ejemplo, entre los trabajos más recientes, el caso de Sala (nº 306 de esta serie) que resultó tener un significado real bien distinto, el de granja o casa de labor. Algo parecido ocurre con Erbera, Palo, Capella y muchos otros. De aquí arranca una de las objeciones más frecuentes a mi obra: que “todo es ibérico” según yo, sin reparar, quizá maliciosamente, que es una obra de toponimia ibérica, en la que no caben, por tener otro origen, varios cientos de topónimos altoaragoneses sobre los que guardo el más absoluto silencio. Con Arcas, decimos, estamos ante otro de estos supuestos: no se puede hallar nexo alguno entre la “villa de Archas” y las arcas o cajones tan usados y, a veces, tan hermosos del mobiliario de las casas ribagorzanas.y aragonesas en general.
En lengua ibérica aparece la voz arkax (vasco antiguo arkatx) que significa carrascal, matorral, pero también acantilado, escarpa. Ambas líneas semánticas podrían convenir a un lugar situado a 1.640 m de altitud, por lo que se impone la observación directa. Cuando a la salida de Billarrué tras una bifurcación y un tramo plano, miramos hacia Arcas, nos aparece al N y un poco hacia el O, formando un conjunto (casa, iglesia, cuadras…) que ocupa un rellano de la montaña, delante del cual se aprecia, desde lejos, una ladera verde en descenso. Pero esta ladera está separada de la que transitamos nosotros y la pista ascendente por un barranco (Caranto), que sigue dirección N-S decididamente, paralelo al Isábena; sus aguas irán al barranco Salat, pasarán hundidas junto a Estés de Dalt, llegarán al Riu Blanc y, finalmente, al Isábena, ya en la Ribagorza central. Tendremos que ganar altura por nuestra montaña y salvar el barranco cuando apenas se ha iniciado, para entrar en Arcas, que quedará a la izquierda. Cuando llegamos al tramo más empinado, la pista deriva fuertemente hacia la derecha, Este, para volver sobre sí misma, suavizando la ascensión. En este cambio de sentido salimos de la ruta y por un prado descendente nos dirigimos hacia la izquierda, hacia el barranco, y al pie de Arcas. De inmediato, desaparecen los edificios de nuestro ángulo de visión, y al borde del barranco, con enormes álamos, nos encontramos con un muro casi vertical que desde las casas se precipita hasta el fondo del barranco. Nuestros antepasados levantaron las casas al pie de la montaña de Batarñé (1.822 m), frente al Pic de Suils (1.721), entre los que se abre paso el Isábena. Pero, además, en Arcas tenían a su izquierda un precipicio o acantilado, arkax, que dio nombre al lugar. Finalmente, los ribagorzano-parlantes entendieron que Arcas era un femenino plural y le aplicaron la desinencia propia en –es, Arques, como en Buyelgues, Conques, etc. Con toda propiedad, Arcas significa “acantilado o precipicio”.
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