Toponimia
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El cañón de Añisclo o del río Bellós es uno de los parajes más conocidos y visitados de los Pirineos centrales, y bien que lo merece. Desde Aínsa, por la carretera de Bielsa y Francia, hasta Escalona. Aquí, lado izquierdo señalizado, tomamos la carretera de Añisclo (una dirección en temporada alta, con bajada por Buerba y dirección Escalona). “Enseguida, en la confluencia de los ríos Yesa y Bellós, se ve Puyarruego, sobre un tozal donde destaca casa Bardaxí, con su capilla y paso abovedado, y la iglesia de San Pedro, del siglo XVI, con cripta en una capilla. La carretera avanza junto al río Bellós y, cuando atraviesa un puente para cambiar de margen, se dejan a la derecha las ruinas de los barracones de los prisioneros republicanos que construyeron la carretera. Ésta asciende y, al entrar en el territorio del parque, quedan a la derecha las gradas que bajan a la fuente de los Baños, con aguas recomendadas para afecciones renales. La ruta se adentra en el cañón de Añisclo, denominado en esta zona, estrecho de las Cambras, entre impresionantes paredes calcáreas donde apenas penetra la luz del sol, con el río fluyendo al fondo y creando marmitas y remolinos; en la pared, una placa indica el nivel alcanzado por el agua en la crecida de 1.977. En este cañón se observa un fenómeno de inversión de los pisos de vegetación, con hayas en el fondo y encinas, mediterráneas, en altura. Se alcanza un aparcamiento desde donde parten diversas sendas: una conduce a la ermita rupestre de San Urbez… Otras posibilidades son el ascenso por el cañón de Añisclo hasta la Fuenblanca (unas 4 horas)… “ (Sobrarbe, RutasCAI nº 43, Prames). El sendero que sube por el barranco de la Fuenblanca sigue por prados hasta el Collado Añisclo (2.440 m) desde el cual se puede observar la cuenca glaciar de la cabecera del Valle.
El valle del río Bellós, visto de Norte a Sur, se forma al S de Monte Perdido (Soum de Ramond o Pico Añisclo). Ya relataba Madoz que “tiene su origen en la fuente abundantísima llamada Fuenblanca, que brota de un gran peñasco contiguo a las 3 Sorores”. Sigue dirección S durante diez kilómetros, hasta la confluencia del barranco-río de Aso; éste llega por la derecha del Bellós desde las alturas de Fanlo y y Buisán primero, y, más abajo, deja al lado izquierdo los lugares de Nerín y Sercué. En la misma dirección Fanlo-Escalona y antes de llegar a San Urbez, una carretera se desvía a la derecha para acercarse a Vió y Buerba; al costado izquierdo y asomándose por la otra vertiente al Bellós, el pico de Bramapán (1.544 m); luego, próximo, el despoblado de Gallisué y nuevamente Puyarruego y Escalona. En mi particular ruta mental, en resumen, muchas jornadas de trabajo: Bellós, Aso, Fanlo, Buisán, Nerín, Sercué, Vió, Buerba, Bramapán, Gallisué, Puyarruego, Yesa, Escalona…
El cañón de Añisclo ha merecido también la mirada omnicomprensiva y armónica de Fernando Biarge que le dedica en su obra Sobrarbe, testigo directo un capítulo entero, págs. 25-37, incluyendo además bellas fotografías, en particular la de su pág. 31. Escogemos, para lo que nos interesa, estos dos párrafos:
“Y pronto, el auténtico cañón. Las puntas de Sestrales y Crespena, una a cada lado del río, presentando entre sus grietas y cornisas la más variada y rica vegetación. El camino se ahíla y se hace a la vez balcón y galería. Árboles sobre árboles, entre árboles, vistos a través de árboles. Una pugna grandiosa de los mástiles que se estiran buscando la luz. Ardillas. Belleza del gran bosque en su conjunto indeterminado y en cada uno de los detalles, aspectos aislados y matices. La vegetación, bosque subalpino de abeto, haya, algún tejo y sus caducifolias acompañantes, arces, tilos, servales, fresnos, olmos, abedules, arraclanes engulle el camino, lo traga entre espesos celajes. Rareza y grandeza. Un silencio de templo. La luz llega tamizada a través de la bóveda verde. Frío y humedad. El piso está formado por raíces, hojarasca, almohadillas de musgo, cortezas, ramas secas, troncos quebrados y podridos, todo húmedo como si terminara de llover. Hongos y algunos helechos. Cuando la fronda se abre pueden verse las paredes rocosas, muy cercanas. El río salta de grada en grada, ruidoso y espumante. Un constante arco iris, multiplicado por las nubes de agua pulverizada, en las sucesivas cascadas que parecen surtidores de ruido. Endemismos como el tritón pirenaico o el desmán. Troncos cruzados en el cauce, mondos, marfileños. Un sinfín de aves”.
“Los paredones de Sestrales y Mondotó hacen de pórtico monumental al valle. Verticales de mil metros, en una extraña teoría de gradas, murallas y barrancos. Hasta la surgencia de la Fon Blanca y su artesa glaciar terminal, un largo encantamiento de varias horas de marcha. La inversión de pisos de vegetación más notable se encuentra en la zona de San Urbez con la presencia de rododendro y arándano a menos de mil metros de altitud, formando una de las estaciones conocidas por los botánicos como abisales, con áreas muy reducidas y vulnerables. Arriba, la vertical de las paredes, Fajas donde el pino negro, en total anarquía, hace equilibrios, desprecia leyes naturales y rinde su terrible y continuo combate con la piedra y el clima. De talla pequeña, robusto y resistente, se adapta a las alturas y el frío. En medio, el bosque, denso y arracimado, que invade las cornisas y abandona, a su pesar, la roca a su verticalidad. Abajo, el núcleo de frondosas, diverso y singular. En primavera, distintas tonalidades de verde permiten contrastar familias y vestimentas. En otoño, el color las distingue y el bosque mixto aporta su particular y preciosa policromía. Las aguas, oscuras o verdes, al compás de la luz, sirviendo de espejo al bosque”.
Policromía es una voz derivada del griego polychromos, cuya traducción literal al castellano es “muchos colores”. Ahora bien, ¿cómo se dice muchos colores en lengua ibérica?. La voz ibérica aniz tiene rancio abolengo, significa muchos o muchas y es bastante frecuente en toponimia. En mi obra Baliaride la encontraba en Son Armadans (auma-da-aniz, “tiene muchos cabritos”), en Ariani (ari-aniz, “muchos carneros”) y en Justani (justa-aniz, “succiona mucho”). En esta misma serie, nos apareció en el análisis morfológico de Quizans (kiza-aniz, “muchas manchas o motas”). Además, anitz, mucho, muchos, figura en los mejores diccionarios del vasco antiguo y tiene el valor sobreañadido de haber llegado invariada al euskera moderno. Conviene hacer aquí tres breves apuntes sobre esta forma:
1. Mientras que en vascuence antiguo y moderno presenta la consonante doble –tz, en la lengua ibérica aparece siempre terminado en –z, siguiendo y reafirmando mi tesis de que tales consonantes dobles (-ts, -tx y –tz) son particularidades euskéricas dentro del ámbito general del iberismo.
2. La z final toma frecuentemente sonido fricativo apicoalveolar sordo –s.
3. La nasal prepalatal n junto a i se palataliza generalmente: Ispania > España, Montaniana > Montañana, Laspunia > Laspuña, Arein > Areñ, etc.
A aniz se aglutina la forma, también ibérica, kolore, trisílaba y que significa “color”. Existiendo un sustantivo latino tan común y seguro como color-ris, la idea tan repetida como falsa de “préstamo del latín” se impone y aduce de inmediato y categóricamente. Debemos recordar una vez más la existencia de la lengua etrusca, perteneciente como la ibérica al tronco bereber, y estrechamente vinculada a ésta última, así como la influencia masiva del etrusco sobre el naciente latín. Todo ello se comprueba y luce en este topónimo, anterior, sin duda, a la llegada de los romanos a la Península: kolore, sometido a la fuerza de compresión interna que rige de forma agobiante, constante, en lengua ibérica, muestra, en primer lugar, la caída de la vocal átona final, kolor(e), con lo que pasa a bisílaba; a continuación, una oclusiva /k/ seguida de vocal /o/, más una consonante lateral /l/ y de igual vocal, k-o-l-o, produce la síncopa de la primera vocal, según norma constante con infinidad de ejemplos; por último, el monosílabo k(o)lor, tiene en posición final la consonante más inestable de la lengua ibérica, la /r/, que enmudece. He aquí, en el ibérico kolore, el verdadero étimo del castellano “color”, pese a la RAE y a la pléyade de romanistas que nos tienen, por ignorancia y soberbia, engañados y sojuzgados.
En conclusión, Añisclo es un topónimo ibérico que procede de la composición aniz-kolore, pasando por añis-kolor(e), añisk(o)lor y añisklo(r). Ya sabemos cómo se dice en lengua ibérica “muchos colores”. Y acérquense, por favor, al cañón, para comprobarlo y disfrutar…
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