Toponimia
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Al tratar el topónimo Abenozas (nº 155 de esta serie), hacíamos mención al malentendido histórico que identifica el nombre arabizado Abinyunas con Abizanda y su castillo. Esta identificación persiste hoy en día, se propala en los carteles informadores para el público visitante que acude a Abizanda y es hora ya de que, a la luz de la toponimia más rigurosa, pongamos orden en el asunto. Nos apoyaremos en la exposición en el magnífico trabajo de Fernando Galtier en su obra Ribagorza, condado independiente, págs. 86 y ss. Dice este autor que “el día 16 del mes de du´l-kacda (un 15 de agosto) Abd al-Malik (hijo de Almanzor) ordenó la penetración en territorio enemigo. Los estragos del ejército musulmán se dejaron sentir ya en la llanura; después, la soldadesca se dedicó a demoler el castillo de Abinyunas, que había sido abandonado por su guarnición. Desde Abinyunas el ejército musulmán se dirigió a Sant Buanis, donde la caballería pudo desplegarse y destruir a placer todo lo que encontraba a su paso. La infantería ismaelita siguió camino adelante incendiando, matando y demoliendo; además, numerosas personas fueron hechas prisioneras. La parquedad del texto de Ibn Idari puede ser suplida con una serie de noticias procedentes de la parte perjudicada. Combinadas todas estas informaciones estaremos en situación óptima para acercarnos a la realidad de la razzia. Desde Sant Buanis la infantería musulmana se dirigiría al Ésera…”. Aquí está el error. Desde Barbastro, el ejército musulmán penetró hacia el norte por el valle del Ésera, lo que supone que no alcanzó Abizanda ni que, en extraña maniobra, cambiara de valle desde este punto. Por el Ésera, superó las plazas fuertes de Graus y Perarrúa y se desvió por la derecha hacia Abenozas. Este topónimo se compone con abe-in-ozaz, cuyos dos primeros elementos dan indistintamente aben- (reducción del diptongo –ei-, como en Benavente y Abenozas, o abin (elipsis al final del primer término, como en Abi (Abin) o Abizanda); desde Abin ozas a Abinuyas el paso no presenta dificultad. A partir de aquí, la razzia de Abd al-Malik es de una claridad absoluta. Cerca de Abenozas, tras destruir su castillo, llego a Sant Buanis, actualmente ermita de la Virgen de los Baños, extraña y misteriosa; se inserta en el centro de una llanura en la que “la caballería pudo desplegarse”; la tradición habla de multitud de restos humanos hallados en su entorno; el trágico episodio late en la conmemoración que todos los años celebran los siete pueblos próximos, en romería, con sus banderas. A una hora de marcha, el núcleo de Nocellas, donde se recordaba, en 1.023, el paso de los musulmanes: “Que sepan todos los católicos lo que sucedió en el valle de Nocellas, pues fue destruido por los sarracenos y convertido en un yermo…” Sigue la razzía, con paso firme y claro, hacia Raluy, que destruye, al igual que la iglesia de S. Clemente (“el pueblo pagano lo destruyó y ya no vive allí nadie pues la gente huyó a donde pudo de puro miedo”, según documento del 1.008). El castro Ripacurcia, del que ya no se vuelve a tener noticia histórica; el monasterio de Obarra, sin actividad durante años, la catedral de Roda y el apresamiento del obispo Aimerico, el dominio que de la zona se mantuvo durante bastantes años desde la fortaleza mora de Graus. El recuerdo de tan terrible expedición de castigo en el corazón del condado de Rinagorza está presente todavía en la palabra del Rey Sancho Ramírez: “Sabéis vosotros los presentes y quiero que lo sepan los venideros, que la voluntad de mi padre el rey Ramiro fue restaurar en la ciudad de Roda la sede episcopal en honor del Levita y Mártir S. Vicente, la cual por ocultos juicios de Dios fue invadida antiguamente por los paganos, casi destruida y desnudada enteramente de su honor…”
Ya sabemos que el Abinuyas de Ibn Idari no es Abizanda. Ahora toca trabajar en positivo. En la documentación histórica más segura figura con el nombre de Aviçanla (documentos de 1.062, 1.066, 1.068, y del 6-XII-1.159); Avinzanla en 1.114 y Abinzanlla en 1.135. Una forma única con pequeñas variantes, coherentes, esclarecedoras… Pero antes, algunos datos sobre la villa. “Lugar de 78 habitantes; a 633 m de altura. Tenía 163 en 1.900… Típico poblamiento amarrado al pie de un alargado altozano. Arriba, sobre un muñón rocoso, brota el potente castillo, protegido el costado por plomizos acantilados, a cuyos pies se mueve la pobre corriente del barranco del Río. La falda meridional, más sosegada, acoge un casco urbano irregular, algo suelto, conformado por la plaza, los barrios del Castillo, Entremuros y, distantes, la casa del Mesón y barrio aldea de Solanilla. Reúne inmuebles notables que utilizan como material básico piedra y teja árabe. Casa Salamero…, casa Torrocella…; pero por volumen y formas despunta casa Carlos, antaño Maza de Lizana, vivienda solariega torreada del siglo XVI… Parroquial del siglo XVI –gótico aragonés… Impresionante torre medieval rehabilitada del siglo XI, con puerta en altura, ventanas geminadas, vanos aspillerados, cadalso y retrete; se conservan a su alrededor parte de los lienzos del recinto murado, con singular sistema de aspilleras…; iglesia románica integrada en el cubo del lienzo este; es de cabecera cuadrada… Torre de casa Maza, integrada en una casa arruinada al borde del barranco; es medieval y pudo funcionar como torre albarrana. Ermitas de: S. Salvador…, S. Miguel… y Santiago…; S. Victorián, fábrica románica tardía –muy modificada- con popular romería y rito del langosto; la ermita de los Santos Justo y Pastor…fue volada en 1.977 durante unas maniobras militares; era románica del siglo XII… El puente del barranco del Río… Se conserva el edificio del molino harinero… Cueva de Vichicanera, con enterramiento de la Edad del Bronce… En su término se ha localizado un fémur fósil gigante del período eoceno” (A. Castán, Lugares del Alto Aragón).
La forma histórica Aviçanla o Abizanla se compone de los siguientes elementos:
- la construcción abe-in, literalmente “árboles criarse o hacerse”, y más propiamente, arboleda o espesura. Como hemos dicho, muestra elipsis al final del primer término: ab(e)in.
- sigue la voz zain, vástago, brote, que tiene variante zan. También, con toda regularidad, se acomoda con elipsis al final del primer término, de modo que abin + zan > abi(n)zan.
- Terminamos con el sufijo –la, que el Diccionario Retana recoge con usos y valores diversos, entre los que figura el de sufijo de ablativo que indica lugar, donde. Éste se une mediante yuxtaposición necesaria (un abiza(n)la no permitiría la identificación de las formas y, con ello, resultaría ininteligible la composición).
Hemos dicho que Abizanla presentaba pequeñas variantes coherentes y esclarecedoras. Muestran alguna duda en el momento de armar la composición, pero no hacen sino confirmar el análisis:
- Abinzanla. Tras la elipsis ab(e)in no se ha actuado de nuevo dando abi(n), tal como aconseja la regla fundamental de la aglutinación y una cierta predisposición a la haplología: abinzanla.
- Abinzanlla. Sobre la variante anterior, palatalización de /l/ a /L/.
Pero todavía queda pendiente una cuestión importante: ¿cómo y porqué el paso de Abizanla a Abizanda?. Tan acostumbrados como estamos a los soluciones a martillazos, bien podríamos alegar un cambio de consonante lateral a oclusiva dental sonora o, más fácil todavía, al error de algún copista que ha ganado carta de naturaleza. Nada de ello. Mis lectores más atentos recordarán un supuesto que he llamado en bastantes ocasiones “de sinonimia parcial”: en una composición, mientras uno o más de sus elementos permanece invariable, un segundo, tercero, etc. se sustituye por otro equivalente en lo semántico pero distinto en la forma, sin que se dé, por tanto, una alteración sensible del significado; recordemos, p. ej., iber-ipar > Iberia e ispan-ipar > Ispania; bena-azken-on > Benasko y bena-azken-une > Benasku. Aquí los elementos comunes son abe-in-zan, y el diferente, el último, es en Abizanla el sufijo –la, sustituido en Abizanda por la forma da (tiene) del verbo auxiliar izan.
Es difícil, cuando se llega a Abizanda, sustraerse a la fuerte impresión que produce el castillo sobre el mogote y la formidable torre. Es necesario que, habiendo hecho “en laboratorio” el análisis toponímico correspondiente, uno busque, se centre, abstracción hecha de todo lo demás, en el elemento diferenciador que lleva en mente. De este modo, el resultado es espléndido, yo diría que tan espectacular como aquellos elementos constructivos. Tanto en el vertiginoso descenso del mogote por el NE, E y SE como, sobre todo, en las laderas más suaves en que se asienta el caserío y hasta en las inmediaciones con carácter de monte, Abizanda presenta una inmensa, sorprendente y tupida masa vegetal. Abundan sobremanera los árboles de porte medio, tales como frutales de múltiples especies: higueras, manzanos, perales, ciruelos, almendros, nogales, granados, etc. Hay pinos y carrascas en enorme cantidad, parras y un sinfín de arbustos variados por doquier. La espesura de árboles y arbustos, aún entre las viviendas y edificios auxiliares, oculta el suelo y la tierra no aparece por parte alguna.
Ciertamente, Abizanla significa “donde la espesura de árboles y brotes”, y Abizanda, “la que tiene espesura de árboles y brotes”.
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