Epigrafía
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Concluímos la serie de textos dedicados a ponderar el abandono de tantas cosas, afanes, pretensiones y esperanzas que la muerte lleva consigo, presentando una inscripción grabada en piedra que el profesor Jorge Alonso incluye en su repetida obra, página 14, “facsímil Untermann”, de la que dice que su parte inferior resulta ilegible.
Consta de cuatro composiciones, de las cuales sólo la primera y la cuarta están bien separadas por signos de partición incluídos entre la primera y la segunda, y entre la tercera y la cuarta. En cambio, entre la segunda y tercera no hay signo alguno, y tampoco sirve como tal el final de línea que induce a engaño. Pongamos atención en el comienzo de la segunda composición. En la segunda parte de la primera línea se lee con claridad izpeta (en aras de la claridad expositiva pasamos directamente de la transcripción a la secuencia correcta); pero la segunda línea se inicia con un rti, imposible según fonética y léxico. La solución a esta dificultad parece segura: la r frontal debería retroceder al final de la primera línea para completar la segunda composición que sería izpetar, con lo que la tercera, hasta el signo de separación será tiker.
La composición izpetar es sumamente interesante ya que nos permitirá descubrir el nombre primitivo iberovasco de una bella especie vegetal. La voz vasca que designa al boj es ezpel, que forma una extensa familia de derivados como ezpeldi, ezpeldu, ezpeldun, ezpeleta, ezpelki, etc. En la obra Diccionario de los nombres euskaros de las plantas,Edición facsímil de la de 1.888, Gobierno de Navarra, José Mª de Lacoizqueta designa al boj con la palabra ezpela, composición de nombre (ezpel) más artículo (a), y explica que “su madera, muy dura y compacta, es usada por los torneros y grabadores, y con la misma se hacían en otro tiempo en el país unas muy bonitas cucharas, y sobre todo usos de hilar el lino”. En mi tierra natal (alto Pirenneo ribagorzano),el boj adquiere proporciones arbóreas, con troncos de más de 60 centímetros de circunferencia, por lo que no resultará sorprendente que en una población poco superior a 500 habitantes, hasta cinco familias tuvieran el oficio de “cuchareros” en tiempo inmediatamente anterior a la guerra civil española.
Pero el DRALV nos ofrece también la voz ispelko (izpelko) de la que dice: “ramo de una planta parecida al boj, pero con pinchos, que se lleva a la iglesia el Domingo de Ramos, para colocarla luego en las ventanas y balcones de la casa, como amuleto contra el rayo y la desgracia en general”. Pues bien, recuerdo que el Domingo de Ramos, en la iglesia parroquial de mi pueblo natal, era día de “batallas”. Los niños de 8 a 14 años acudíamos con nuestra rama de olivo (olibera) o, más frecuentemente, con el fajo de ramas, pues la costumbre se extendía a colocar una rama bendecida no sólo en ventanas y balcones sino en los huertos, campos, prados, corrales… Nos juntábamos los del pueblo más los de los lugares vecinos, y la rivalidad y las ganas de jugar hacían el resto. Pero los de Biu, pueblo del municipio de Foradada, que tiene hermosos bosques como el de Yali, (vid. Biu y Yali en mi obra De Ribagorza a Tartesos) eran temibles: no traían ramas de olivo sino de otra clase con hojas parecidas a las de boj, algo más grandes, coriáceas y con 15 o 16 pinchos en el borde de cada hoja, lo que las constituía en un arma temible. Tales ramas decían que eran de “alegreu”, nombre de transición entre el aragonés “alebro” y el catalán “grèvol”. Con el tiempo supe que todas estas denominaciones se corresponden con el castellano acebo o “ilex aquifolium”. Creo que hay motivos (semejanza en la descripción y pervivencia de las tradiciones) suficientes para identificar el iberovasco ispelko con el castellano acebo. Y aprovecho la ocasión pintiparada para recriminar, una vez más, la grave incorrección de calificar al castellano de “lengua española”, porque si acebo es la voz española, ¿qué son ispelko, alebro, alegreu y grèvol entre otras?.
El análisis de la inscripción “facsímil Untermann” es el siguiente:
A). Trascripción.
BA(PA)-L-GE(KE)-A-DI(TI)-N. I-Z-BE(PE)-DA(TA)-R-DI(TI)-GE(KE)-R. E-BA(PA)-N-E-N
B). Secuencias.
BALKEATIN. IZPETAR. TIKER. EPANEN
C). Lectura.
Bal(a)ke ati(ri) in. Izpe(l) tar(a). Tik(a) er(a). Epan en(i).
D). Análisis morfológico.
Balake: n.: halagos, honores, gloria.
atiri: adv. de lugar: cerca de la puerta.
in: v.: hacer, concluir, acabar.
izpel: n.: acebo.
tara: n.: rama joven.
tika: n.: resentimientos.
era: n.: tiempo, época, ocasión.
epan: indeterminado de epa(tu): acabar.
eni: pronombre personal: para mí.
E). Análisis fonético.
- En bal(a)ke hay haplología de la segunda a, con lo que se consigue la disminución silábica.
- Entre balake y atiri hay yuxtaposición necesaria.
- En la segunda acomodación atiri-in vemos la elipsis al final del primer término y posterior encuentro de vocales iguales: ati(ri)in – at(i)in.
- En la composición binaria izpe(l)-tara se observa la elipsis al final del primer término.
- La tercera composición tika-era muestra elisión normal por reducción de hiato. Al igual que tar(a), er(a) tiene decaimiento de la vocal átona final.
- El mismo fenómeno se observa en en(i).
F). Traducción literal.
La gloria acaba cerca de la puerta. Los tiempos de las ramas de acebo y de los resentimientos se terminaron para mí.
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